Opinión
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México SA

Bache de tres décadas

Desaceleración y recesión

Nobel de la Paz, tras Siria

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Condiciones de vida en la Sierra de Guadalupe, Ecatepec, estado de MéxicoFoto José Carlo González
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ervioso, sin atinar qué decir o cómo justificar la pronunciada caída económica que registra el país, el gobierno peñanietista de plano se ha visto en la penosa necesidad de reconocer –tardíamente, como siempre– que México no camina al alegre ritmo que machaconamente presume en su discurso. Aun así, no pierde la esperanza y enciende veladoras: “el resultado será mejor en el segundo semestre del año… con las reformas”. Pero en los hechos, cerca está de cerrar el tercer cuarto de este agitado 2013, y nada sustenta ese dicho.

Si el ambiente ya estaba caliente, una trasnacional financiera encendió otra fogata para iluminar el primer Informe de gobierno: la economía (mexicana) está en la parte más profunda del fuerte bache que comenzó a finales de 2012 y corre el riesgo de recesión en el segundo semestre (Bank of America-Merrill Lynch), es decir, justo el periodo en el que el gobierno de Enrique Peña Nieto ha puesto su esperanza para que se dé el resurgimiento.

México, pues, en lo más profundo del bache y en riesgo de caer en recesión. Eso advierte la trasnacional financiera, pero en realidad desde 1982 el país entró a ese hoyo y allí se ha mantenido, porque en los últimos 30 años la economía mexicana ha crecido a un ritmo tres veces menor al mínimo necesario para comenzar a salir del agujero. Una cosa es que en el gobierno se tome como sinónimo de solidez que la economía crezca como promedio 2 por ciento anual, y otra muy distinta es que esa raquítica proporción alcance para dejar atrás el socavón.

Aun así, en otras áreas del análisis económico consideran prudente matizar la advertencia de la citada trasnacional financiera. Tal es el caso del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, el que subraya que una revisión objetiva de los indicadores macroeconómicos no permite aseverar que la economía mexicana está en recesión. En realidad lo que el país enfrenta es una desaceleración industrial que se agudiza y comienza a transmitirse a otros sectores de la economía, de lo que se puede inferir que de mantenerse dicha tendencia la desaceleración podría transformarse en un letargo mayor de la economía, en una verdadera recesión.

El riesgo, pues, existe, pero la actividad productiva nacional tiene resultados mixtos, y hay sectores que tienen resultados negativos, como el de la construcción y el textil, y otros que aún mantienen cifras positivas, particularmente aquellos vinculados con los servicios, entre ellos el comercio. El mercado interno nacional, aún con pobreza, es la última defensa de la economía cuando las exportaciones pierden vigor. México aún mantiene un desempeño positivo en variables internas como el consumo privado, y ello explica por qué no se puede hablar de recesión, todavía, precisa el CIEN.

A nadie satisface que entre mayo y julio pasados se hayan registrado menos de 15 mil nuevos trabajadores en el IMSS, se necesita mucho más, sin embargo ello no marca una recesión; lo que indica es una profunda desaceleración. El aumento en la tasa de desocupación no ha incidido en una variación al alza en su tendencia, ello ocurrirá si se comienzan a perder empleos. El problema actual es una elevada insuficiencia para crear el número suficiente de plazas laborales que los mexicanos requieren.

Para el citado centro de investigación, la cuestión sobre si el país se encuentra en recesión o en desaceleración no es algo de semántica. En realidad sus implicaciones son distintas y tienen implicaciones relevantes de política económica. Diferenciarlo es trascendental, en un momento en el que se diseña el presupuesto de 2014, cuando se tiene en el Congreso una serie de reformas por debatir y cuando está por presentarse una propuesta de modificación hacendaria. El llamar a las cosas por su nombre es fundamental para tomar decisiones acertadas. Un error fue que el gobierno y muchos subestimaran la desaceleración registrada en las manufacturas de Estados Unidos durante el segundo semestre del año pasado, pero también lo es indicar que el país se encuentra en una contracción económica generalizada, es decir en una recesión.

Si bien la posibilidad de evitar que la actividad productiva se dirija a terrenos todavía más adversos depende, en gran parte, de factores externos (Estados Unidos), ello no implica la ausencia de oportunidades para aplicar políticas anticíclicas, así como de evitar la entrada en vigor de otras que perjudiquen a empresas y ciudadanos (como aumentar impuestos). Una propuesta más contundente sería la de implementar un nuevo modelo económico que genere crecimiento en función del mercado interno, ir más allá de las llamadas reformas estructurales.

El diseño del nuevo presupuesto y la ejecución del actual deben mantener el avance de los sectores que tienen crecimiento, así como evitar la pérdida de empleo. En una recesión el mercado de trabajo sufre por la contracción del número de empleados que tienen las empresas, y ello afecta al consumo. En estos momentos esa fase del ciclo no está ocurriendo de manera generalizada y se puede evitar con el diseño de políticas adecuadas. El gobierno debe reconocer aquello que es necesario corregir, presentar una verdadera política industrial y plantear un programa contingente contra la desaceleración. De no hacerlo perdería la oportunidad de evitar lo que algunos piensan que ya ocurre, que el país enfrente una nueva recesión.

Los resultados económicos ya conocidos indican que existe un periodo de bajo crecimiento económico, sobre todo en la parte industrial donde se presentan cifras negativas. Sin embargo, el desempeño de otras variables económicas de nuestro país todavía es favorable, lo cual permite vislumbrar niveles de crecimiento económico en México durante los próximos periodos, aunque a un ritmo más moderado, o lo que es lo mismo, en el mejor de los casos el país mantendría su 2 por ciento de crecimiento y, por lo mismo, seguiría en el bache.

Las rebanadas del pastel

Que dice el premio Nobel de la Paz 2009, Barack Obama, que le importa un bledo si sus aliados lo acompañan o no en la nueva aventura guerrera de Estados Unidos; que hagan lo que quieran, porque él sí se lanza contra Siria, pues lo importante es mantener aceitado el complejo militar-industrial de su país. Lo mejor de todo es que el mandatario estadunidense obtuvo el citado galardón por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos, según el comité de premiación, el cual, por lo visto, requiere algo más que anteojos nuevos para tomar sus decisiones.

Twitter: @cafevega