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Juego Limpio

Cuerpo y alma

L

a importancia de desarrollar capacidades motrices es fundamental para el crecimiento humano. Es una relación de interdependencia mente-cuerpo de la cual la persona va alimentándose. Desde edades tempranas, el movimiento corporal nos permite aprender las dimensiones del mundo y nuestro lugar en él. El desarrollo de sensibilidad motriz nos enseña nuestro lugar físico en el mundo. Al desarrollar la motricidad fina, se empiezan a fortalecer las capacidades para realizar tareas complejas, como la escritura y la motricidad gruesa ayuda a que nuestra concepción del mundo sea adecuada de acuerdo con la presencia de otros en el ambiente.

En el país, desde hace tiempo que se ha dejado de invertir en la educación física durante las fases escolares, situación alarmante, ya que existen ventanas de desarrollo que son oportunidades únicas para desarrollar al máximo capacidades motrices básicas. Lo anterior es especialmente grave, ya que estas ventanas de desarrollo son irremplazables; tienen un punto de no retorno: se desarrollan en el momento adecuado o no se desarrollarán.

Desarrollo integral

Es urgente que consideremos relevante el desarrollo integral de la persona. Pensar que la educación sólo impulsa el desarrollo de la mente es como pensar que sólo ella nos gobierna, cuando es el cuerpo el que habilita a la mente a llegar tan lejos como escribir un libro, construir edificios o crear obras de arte. La mente necesita del cuerpo, como el gobernante necesita del pueblo.

Dejar de lado el desarrollo corporal en favor de la mente es como aquel gobernante que cree que puede imponerse al pueblo por la simple cuestión de ostentar el poder. No toma en cuenta que es el pueblo quien le otorgó ese poder, es iluso al olvidar que ha sido elegido para trabajar para él, que es empleado del pueblo y no viceversa.

El desarrollo del cuerpo y la mente ha de ser conjunto, integral. Si se permite la comparación con la del crecimiento nacional, cuando un país no invierte en el bienestar general de sus ciudadanos, todo el país, como un cuerpo, es condenado al subdesarrollo. Suena ilusorio, acaso irrisorio, pensar que logremos algún día en México desarrollar una educación integral, si nuestros gobernantes prefieren el beneficio propio o el de las minorías, antes que el bien común. Reformas, como una reforma energética mal diseñada, podrían paralizar el cuerpo de México.