jornada


letraese

Número 206
Jueves 5 de Septiembre
de 2013



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

Fracaso

“Que quede claro, mi estimado: yo vine aquí nomás a hacer billete”, dice el Dr. G., un gris pediatra que ahora funge como responsable del Coesida. La película de saliva que se adhiere a sus labios forma una madeja de hilillos pegajosos. Restos de comida salen disparados de su boca mientras se escarba la dentadura con un palillo. Se retuerce los bigotes grasientos.  El cinismo del médico ilustra con dolorosa claridad el desastre actual de la lucha contra el sida en México. Menos por su enorme barriga, uno podría asegurar que estamos ante el clásico galán norteño que acaba de bajar del monte en cuaco tordillo, amparado bajo un lujoso sombrero tejano. Pelado misógino, de hablar golpeado, francote y homofóbico hasta la náusea. Su pesada esclava de oro hace un ruido molesto en la fórmica cada vez que desliza la mano hacia la taza de café.
Son muchos los problemas y carencias que exhibe el programa estatal de VIH/sida. Entre los políticos felones, una burocracia anquilosada y un puñado de ONG oportunistas y caníbales, se ha destruido lo poco que se avanzó en años pasados. Más de una década de lucha perdida. Muchos muertos se amontonan en las estadísticas silentes. Cientos de nuevas infecciones engrosan los archivos del olvido. La rapiña reina en el rubro de adquisición y almacenaje de antivirales, condones, equipo de laboratorio, recursos para campañas preventivas, pruebas rápidas.  Los antiguos héroes sociales que dieron parte de su vida moviendo las aguas cenagosas del Sector Salud, ya se han muerto o de plano se ocupan de otras materias, cansados de bregar con la red de corrupción como la que representa conspicuamente el Dr. G.
Censida ha cambiado de manos. Su nueva titular levanta la voz para declarar que era una falsedad rotunda el triunfalismo de los anteriores ocupantes cuando afirmaban que la seroprevalencia había disminuido gracias a las acciones federales.  Pura sopa de babas, como las que no dejan de brotar de los belfos voraces del encargado del Coesida. El ave rapaz sigue, excitado por una llamada que acaba de recibir del dueño de varios antros. Me dice off the record que su compadre, el secretario de Salud, lo puso ahí gracias a sus excelentes relaciones con un grupo de gente de “muy alto pedo”: “El tema de las putas es mi fuerte, si yo quiero mando clausurar los giros negros que no se cuadran con la cuota. Esa es mi mejor estrategia para la prevención del sida y de las ‘enfermedades venéreas’; debería exportar el modelito, ¿no te parece?” Me muestra unas fotos en su teléfono portátil. Es su archivo personal de hombres y mujeres “contaminados”.
Me invita a sumar esfuerzos con su equipo. Sus inspectores necesitan de mi asesoría y qué mejor que “un sidoso”, que vive a diario el calvario de la “peste rosa”, apoye a sus chicos para controlar el desmadre que se les arma al aplicar exámenes de detección forzosos. Vil chantaje para el ejercicio laboral de bailarinas, músicos, meseros y hasta taqueros que viven de la floreciente industria sexual de la larga, muy larga y peligrosa noche citadina.


S U B I R