Sociedad y Justicia
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Rusia apoyará a Siria si hay ataque: Putin

Obama no obtuvo consenso en el G-20 para la incursión militar

Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 7 de septiembre de 2013, p. 32

Moscú, 6 de septiembre.

En caso de que se produzca un ataque militar contra Siria, Rusia –sin involucrarse como parte beligerante– va a prestar ayuda al gobierno de Bashar Assad, su aliado en Medio Oriente, prometió este viernes el presidente Vladimir Putin.

“¿Que si vamos a ayudar a Siria? Por supuesto. Ya la estamos ayudando, le suministramos armamento, cooperamos en el terreno económico; confío en que ampliaremos los intercambios en el ámbito humanitario, incluida la entrega de medicamentos y artículos de primera necesidad para esas personas –civiles– que hoy los necesitan”, precisó Putin en la conferencia de prensa que tuvo lugar al concluir la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) en San Petersburgo.

Putin compareció ante la prensa poco después de haber sostenido un breve encuentro, al margen de la cumbre, con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

Los mandatarios hablaron sobre el conflicto de Siria durante unos 20 minutos, según Yuri Ushakov, asesor de Putin para política exterior, tiempo suficiente para darse cuenta de que, con sus visiones antagónicas, carecía de sentido continuar la conversación.

Ante las serias diferencias que persisten, dijo Ushakov, los presidentes acordaron que las cancillerías de Rusia y Estados Unidos retomen este otoño el tema por la vía diplomática, lo que puede significar que se reúnan a discutir e intercambien información, o simplemente no hagan nada, hasta que uno de los mandatarios muestre estar dispuesto a hacer concesiones.

La cumbre del G-20 –que debió de ser una reunión donde los gobernantes de los principales países industrializados y emergentes buscaran soluciones a los desafíos de la economía mundial– devino, fuera del orden del día y con más importancia que cualquier otro asunto, en un pulso verbal entre los partidarios de la guerra y los que tratan de evitarla.

El cónclave de mandatarios concluyó sin consenso sobre la crisis de Siria, por demás imposible mientras Estados Unidos siga poniendo en entredicho el multilateralismo y se arrogue decisiones que corresponde tomar o rechazar en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero con una mayoría que no comparte la obsesión de Obama por realizar ya un ataque militar contra el régimen de Bashar Assad.

Por distintos motivos: Rusia porque perdería el último aliado que le queda en Medio Oriente, y además teme que cerca del Cáucaso del Norte se instaure otro régimen islamita radical. Otros, como Alemania, debido a que aún no ha concluido la investigación de los inspectores de la ONU y no se sabe quién utilizó las armas químicas.

Otros más, como China, Brasil, India, Sudáfrica y Argentina, están convencidos de que, aunque emplear armas químicas es un crimen de lesa humanidad, un ataque militar nada arreglaría y, en cambio, todavía es posible aplicar sanciones contra el eventual infractor. Y entre los que se oponen a una operación bélica contra Siria los hay también, como Indonesia y México, que condenan el uso de las armas químicas y dejan el asunto en manos de la ONU.

Este último punto es clave en el antagonismo de Rusia y Estados Unidos. Putin insiste en que el uso de la fuerza contra Siria debe debatirse en el Consejo de Seguridad de la ONU, única instancia facultada para autorizar un ataque militar contra un Estado soberano, argumento que rechaza Obama al sostener que Rusia bloquea, con su derecho al veto, la adopción de medidas.

Según el presidente ruso, anoche durante la cena de trabajo, donde se trató el tema de Siria, sólo Francia, Canadá, Turquía y Arabia Saudita respaldaron la opción militar de Estados Unidos. Es de suponer que también lo hizo Gran Bretaña, aunque su Parlamento votó contra la propuesta del primer ministro, David Cameron, de participar en la coalición belicista.

Obama ofreció hoy su propia aritmética y, antes de partir de Rusia, consiguió que 11 países del G-20 firmaran un comunicado que, si bien no compromete a nadie a participar en una operación militar, condena el uso de armas químicas ocurrido el pasado 21 de agosto, y dice que la evidencia claramente apunta a que el gobierno sirio es responsable de ese ataque.

El comunicado –signado por los mandatarios o representantes de Australia, Canadá, Francia, Italia, Japón, Corea del Sur, Arabia Saudita, España, Turquía, Gran Bretaña y Estados Unidos– pide una respuesta internacional contundente a esta violación grave de las reglas mundiales y envía un claro mensaje de que este tipo de atrocidad no puede repetirse jamás.

Lo cierto, y malo para Estados Unidos, es que los firmantes siguen divididos en cuál debe ser la respuesta contundente a esa atrocidad, y tampoco coinciden en qué papel debe desempeñar la ONU en el conflicto de Siria.

Por eso, no es claro qué pretenden decir cuando escriben: Los firmantes siempre han estado en favor de una severa resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, conscientes de que es prerrogativa de éste encabezar una respuesta internacional y, a la vez, reconocen que dicho órgano ha estado paralizado en los últimos dos años y medio. El mundo no puede esperar más procesos fallidos e interminables que lo único que hacen es aumentar el sufrimiento en Siria y la inestabilidad en la región. Apoyamos los esfuerzos de Estados Unidos y de otros países para garantizar la prohibición del uso de las armas químicas.

Con este comunicado, es decir, con la retórica, Obama sólo trató de salvar la cara, pero en realidad fracasó en el intento de sumar en San Petersburgo más apoyos concretos a un ataque militar inminente, dejando aislado a Putin.

El presidente estadunidense no sólo no logró convencer a sus homólogos para poder proclamar un amplio respaldo, sino que se encontró con un abierto rechazo por parte de Rusia, también secundado por China, Alemania, India y Brasil, entre otros países.

Obama tampoco sumó a su causa al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien advirtió en San Petersburgo que una apresurada acción militar va a contribuir a aumentar la violencia entre religiones en Siria, mientras su enviado especial para el conflicto en ese país, Lajdar Brahimi, reiteró hoy que nadie puede recurrir a la fuerza sin el aval del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y lamentó que ve muy difícil la pronta convocatoria de una nueva conferencia de paz sobre Siria.