Opinión
Ver día anteriorJueves 12 de septiembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Conferencia sobre la lluvia
Y

a Ana Mónica Rodríguez escribió en este espacio acerca del nuevo Foro Polivalente Antonieta Rivas Mercado antes de su inauguración. Se trata de una cómoda y muy grata salita con un pequeño escenario con dos desahogos que incluso ostenta telón, algo añorado por los viejos espectadores como yo, muy propicia para teatro de cámara o, como es el caso de su inauguración formal, para algún monólogo. Ignoro si se trata del mismo espacio en que Sandra Félix ha sostenido por largos años su taller de la Biblioteca México, pienso que no y que ha sido remodelado, pero en cualquier caso es un nuevo elemento teatral, lo que ya se agradece. Conjuntamente con la Biblioteca, la Compañía Nacional de Teatro se hace presente, ya que su escenógrafo titular, Phillippe Amand, y uno de sus actores, Diego Jáuregui, intervienen en el montaje y es la Compañía la que me invitó, cosa que agradezco.

Por motivos de salud que no vienen al caso no había yo escrito de este monólogo, pero la calidad de los participantes, empezando por Juan Villoro y su elegante exactitud para el lenguaje, me incitan a decir algo, así sea con cierto retraso que no lo es tanto porque la obra se sostiene en el Foro y emprenderá una pequeña gira. Como han escrito algunos periodistas, se trata de un bibliotecario invitado a dar una conferencia, la que extravía y añado aquí yo, puesto en confianza porque el público y él se conocen desde que entró en escena, empieza a desvariar un tanto comparando la lluvia con el amor y luego solamente el amor y la falta de amor y entendimiento con su mujer, Soledad que en su nombre lleva su destino, en la larga secuencia de los ratones, antes de que ella lo abandone, antecedida por nombrar algunos libros –los que acaricia– de autores hispanoamericanos que él prefiere. Pero también expresa el rechazo que siente por otros, no en balde el autor es un hombre de amplia cultura en todos los géneros. Viene luego su amor por Laura, extraño personaje apenas adivinado a través de las palabras del fallido conferencista y su azoro de que una mujer como ella se haya fijado en un hombre tan carente de encanto como se juzga él: leer a Laura es uno de sus propósitos imposibles –la tortura del placer a medias– antes de un final más bien sorpresivo pero totalmente adecuado ante la malicia de autor que ya posee Villoro.

La escenografía de Phillippe Amand consiste en una mesa y una silla plegadizas –muy propias para la gira– con una hilera de luces alrededor que se encienden y se apagan acompañadas de la música original de Daniel Aspuru a cada cambio de idea del protagonista o de tono en la obra. Las proyecciones de libros, debidas a Pablo Corkidi y Damián Walsdorf en el final en la casa del bibliotecario con la presencia invisible del gato, son parte de esa idea escenográfica. El excelente Diego Jáuregui, hombre de libros él mismo, incorpora al protagonista con cierta actitud cargada de hombros –propia de quien pasa muchas horas encorvado en un escritorio– y cambios y matices que, aun en cierta exaltación, no dejan su tono opaco sin ser lastimero.

Sandra Félix dirige con su habitual talento al actor en cada una de sus posiciones. Ya lo acerca a proscenio, ya lo sienta al borde de la mesa, lo hace ocupar el espacio que por momentos no se siente tan pequeño. Siendo como es Jáuregui un actor de excelencia, a la directora no debe haberle costado trabajo que siguiera sus instrucciones en cuanto a sus movimientos y, muy posiblemente, también a su expresión facial y corporal. Cada gesto suyo se apoya en alguna palabra y cada movimiento tiene razón de ser por algún cambio de idea o de concepto, siempre acompañados por el titilar de las luces que encuadran el escenario y los acordes de música. Un texto, una dirección y un actor cultos siempre hacen diferencia y aquí la diferencia se nota en el notable espectáculo. No me cansaría de recomendarlo y aunque ignoro a dónde será la gira que se va a emprender, y aunque no se tenga la delicia del nuevo Foro, vale la pena seguir con atención una obra y una escenificación de primera categoría.