Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 15 de septiembre de 2013 Num: 967

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Herman Koch:
dosificar el conflicto

Jorge Gudiño

Federico Álvarez:
Una vida. Infancia
y juventud

Adolfo Castañón

A la sombra de
la hechicera

Juan Manuel Roca

Tres poetas

Belisario Domínguez:
política con dignidad

Bernardo Bátiz V.

Una topada de
huapango arribeño

Guillermo Velázquez, el León de
Xichú y Juan Carreón, el Diablo

Zona muerta
Aris Alexandrou

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La topada (fragmentos)
El León de Xichú:

Si no me la quieren creer
allá ustedes, pero es cierto:
de pronto y a campo abierto,
pardeando el atardecer,
Satanás se me hizo ver
y tal como se los digo,
con desplantes de enemigo
me espantó vociferando:
“ya tenía mucho buscando
una topada contigo”.

Como que temblé de grima
(pero fue sólo un instante)
“¡no me asusta tu desplante!”
le dije ya en verso y rima,
la noche se echaba encima
pintaba la cosa fea
pero enraizado en la idea
de saberme trovador
afinando en Sol Mayor
me dispuse a la pelea.

En el fuego vivo inmerso
y en eso tienes razón,
pero es el de la pasión
por la palabra y el verso:
mi destino, mi universo,
mi don, mi numen, mi voz...
falla en mi tallo tu hoz,
ni en la vanidad me acuno
ni bebo brebaje alguno
que me haga creer que soy Dios.

El Diablo:

Yo en brasitas no me quemo
y continuemos porfiando
poco a poco iré adentrando
la pregunta como el remo,
y aunque tu caso es extremo
con tu huapango y tu flor
me contarás de tu amor,
la tradición, las raíces,
tus no pocas cicatrices,
tu andar limpio, sin rencor.

Como Juan en el desierto
clamas, Guillermo, en tu canto,
juglar de fiesta y quebranto
lo sabes y yo lo advierto:
pocos valoran por cierto
que tú pelees con tu canto
te me haces a veces santo
otras juegas con las notas
y hacen que muevan las botas
los hijos del desencanto.

Si no defiende su casa
frente a lo injusto y atroz
si el pueblo no alza la voz
merece lo que le pasa;
sin levadura la masa
no va a fermentarse sola
ni entre las patas mi cola
me llevo, y menos me ganas,
¡vente a las fiestas paganas
que las diablas andan solas!

Una topada
de huapango arribeño
Una topada
de huapango arribeño

Guillermo Velázquez, el León de Xichú y Juan Carreón, el Diablo

Mas allá de mitologías y pensares papinianos, insurrecciones contra la monarquía en el cielo o la tierra, el Demonio y la Muerte son antagonistas en un sin fin de tradiciones verbales y literarias que van desde los Vedas, el Popol Vuh, la Odisea y la Comedia, hasta el ánima de Sayula. Son nutridas las historias de duelos entre seres infernales y músicos, trovadores y aventureros, que esperan y retan, entre cuatro caminos, al señor o señores del averno, buscando ganar gloria, fama o fortuna, o son víctimas secuestradas del diablo envidioso, arrebatados y obligados a defender el alma o la vida utilizando los instrumentos musicales o la poesía para ganar la contienda: “Ya tenía mucho buscando/ una topada contigo.”

Sin lugar a dudas, Guillermo Velázquez es el máximo representante del huapango arribeño en el mundo y uno de los guardianes de poesía decimal. Hombre de convicciones, humilde y claro (él lo niega, pero invicto). Fui a buscarlo. Me recibió junto a su camioneta en los albores de una topada en el pasado mes de julio, en mi ciudad, Querétaro, Qro. Guillermo es protagonista de una de las dos obras de teatro decimal que incluí en mi libro Los sueños de Jacinto Craken, donde precisamente Velázquez (huapanguero) combatía con Satán en las formas de “fundamento” y “aporreón”. Le pedí la entrevista para La Jornada Semanal y me dijo: “Sí, pero síguele como el diablo: ‘pero enraizado en la idea/ de saberme trovador/ afinando en Sol mayor/ me dispuse a la pelea’.”

Las topadas duran más o menos entre diez y doce horas. Arriba de “tarangos”, “bancos” o tapancos (torre de madera en que sube cada bando, separados por el tablado) trovan su saludo, cumplen con el tema obligado o de “fundamento” y se trenzan en el aporreón. Los músicos también se enfrentan armados con “quinta huapanguera” jarana o vihuela y dos violines de un modo simétrico, pero nunca igual.

Es deshonra bajar de la torre en la controversia en lo más álgido de la topada, cuando el trovador contesta su ”bravata”. La topada termina al rayar el alba o entrada la mañana, según sea lo apalabrado entre los poetas.

J. C.

Décima y controversia: topada

No tenía el gusto de conocer a Juan Carreón, pero gracias al azar maravilloso –del que soy un firme creyente–, de buenas a primeras supe de él y de su ser en el mundo como poeta y compositor. Me congratulo y lo agradezco. El talento es el talento y el diablo es el diablo; al primero lo reconocí tan pronto tuve a la vista de mis ojos y al alcance de mis o ídos su libro de poemas y sus discos, y al segundo cuando me planteó una entrevista en décimas. Una de las obras de Juan (Duelo en Bernal) y la familiaridad que, como juglar de fiesta y quebranto, tengo con el famoso “patas de cabra” que le ha dado pabilo a divertimentos varios que se me han ocurrido, me llevó a proponerle la idea de desarrollar la entrevista a manera de contrapunto, inspirado en el arquetipo que, con sus propios matices, se repite lo mismo entre los payadores de Argentina y Uruguay que entre los trovadores llaneros de Venezuela, y en muchos otros países de nuestra Latinoamérica. La décima y la controversia, topada le decimos en la Sierra Gorda, siguen a la orden del día a principios del siglo XXI –y que el diablo me lleve si no es cierto lo que digo.

G. V.