Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 22 de septiembre de 2013 Num: 968

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Intimidad
Raymond Carver

En una plaza de Tánger
Marco Antonio Campos

La otra mitad
de Placencia

Samuel Gómez Luna

Los rostros del
padre Placencia

Alfredo R. Placencia
a la luz de la poesía

Jorge Souza Jauffred

El indio y los Parra
Vilma Fuentes

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


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Naief Yehya
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Cuatro puntos a considerar cuando
se piense en la guerra de Obama contra Siria

1. Lo que menos importa es saber quién usó armas químicas en contra de la población el 21 de agosto de 2013 o en cualquier otra fecha en territorio sirio. Lo que importa es que la línea en la arena o línea roja que marcó Obama (aunque ahora afirme que no fue él sino la comunidad internacional quien la trazó) fue cruzada por alguien, como parecen demostrar varios videos que todos hemos visto cientos de veces, comunicaciones intervenidas (que ni siquiera los miembros del Congreso estadunidense han escuchado), posteos en redes sociales (que ahora la cia parece considerar como una fuente de información válida e incuestionable) y reportajes principalmente publicados en diarios y canales de televisión financiados con dinero saudita. Así, los bandos se han dividido entre quienes creen la afirmación del gobierno de Obama de que el responsable del ataque con armas químicas en un suburbio de Damasco que supuestamente costó mil 429 vidas fue Bashar el Assad, y quienes piensan que dicho ataque fue obra de los opositores del régimen, que esperaban de esa manera obligar a eu a cumplir su palabra y atacar. Este debate se ha convertido en una distracción, ya que la verdad no tiene consecuencias para los designios imperiales y la guerra, si llega a ocurrir, se llevará a cabo sin importar quién haya o no haya sido responsable de los ataques.

2. Las pruebas que presume Obama son un documento desclasificado de cuatro páginas y otro clasificado de doce. El primero es un recuento apasionado pero imposible de verificar. Casi podríamos extrañar el trabajo de falsificación de pruebas que presentó el entonces secretario de Estado, Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad de la onu para justificar el ataque en contra de Irak por la presunta amenaza que suponían sus arsenales de armas biológicas, químicas y eventualmente nucleares. Powell mostró gráficas, fotos, caricaturas, un frasquito lleno de algo que parecía sal, pistas de audio con voces de señores y habló del famoso y completamente imaginario yellow cake (uranio enriquecido que, de haber existido, Sadam habría comprado en Níger). John Kerry, en cambio, sólo habló exaltadamente, haciendo gala de su prestigio como orador, evocó con grandilocuencia a Hitler, al Holocausto y a los 426 niños asesinados con lo que él presupone fue gas sarín. El documento de doce páginas es tan secreto que hasta los miembros del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes (quienes son parte de las pocas personas que pueden verlo) tienen que visitarlo en un sótano, cuatro niveles bajo el piso de Capitolio, donde no se permite tomar notas, se prohíbe comentarlo con nadie (ni siquiera con otros miembros de ese comité) o confirmar su veracidad (The New York Times, 7/IX/13).

3. El marketing de la guerra punitiva en contra de el gobierno sirio presenta la operación como una incursión limitada y con propósitos humanitarios, sin “botas en el terreno” con el fin de:

a) Impedir que un acto genocida grotesco quede impune.

Cuando se preparaba la primera guerra del Golfo, el 10 de octubre de 1990, una joven que se hacía llamar únicamente Nayira y decía ser enfermera, se presentó ante un grupo de congresistas a contar que durante la invasión iraquí a su país, Kuwait, los soldados iraquíes habían sacado a los bebés de las incubadoras para dejarlos morir en el piso. Esto tuvo un efecto tan emocional como efectivo, y un inmenso peso para convencer al público y el Congreso de la “inmoralidad satánica” de Hussein. Poco después de estallar la guerra se supo que Nayira era la hija del embajador kuwaití en Washington, que no había estado en su país durante la invasión y que la declaración había sido inventada por la empresa de publicidad Hill & Knowlton. Hoy se nos presentan videos amateurs de cuerpos sin vida o agonizantes. Las imágenes son impresionantes, pero en la era de YouTube están muy lejos de poder considerarse evidencias sin una verificación adicional. Susan Sontag señaló hace décadas que las fotos amateur siempre confieren un carácter de verosimilitud a un testimonio y nada es más fácil que manipular a la opinión pública con documentos conmovedores y atroces. No recuerdo haber oído amenaza semejante cuando se presentaron videos que documentaban el uso de fósforo blanco en Irak o Gaza.

b) Como una medida de seguridad nacional para evitar que otros déspotas y Estados hostiles crean que pueden usar este tipo de armas en contra de eu o sus aliados. Esto es más bien cómico y no hace falta siquiera comentarlo.

4. Lo más importante es la promesa de que la guerra de Obama no será como las otras.

Obviamente.