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Ingresó para operación de vesícula; le dañaron la aorta y le amputaron una pierna

Estudiante de enfermería, víctima de negligencia médica en el Issste

Le hicieron 36 transfusiones por la formación de un trombo y contrajo endocarditis bacteriana

Con ayuda de compañeras acudió a su graduación

Padre pide pensión y ayuda para prótesis

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Alondra Álvarez dice que está lista para reincorporarse a sus labores en el Hospital General de Tepic, Nayarit. En la imagen, después de haber sido dada de altaFoto La Jornada
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 24 de septiembre de 2013, p. 31

Tepic, Nay., 23 de septiembre.

Alondra Álvarez, de 28 años de edad, ingresó por su pie al hospital regional del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) en Tepic el 22 de mayo, con un diagnóstico de piedras en la vesícula.

Entró a quirófano y 17 días después despertó de un coma inducido para descubrir que por negligencia médica, durante la cirugía le lastimaron la vena aorta y sufrió una trombosis, lo que hizo necesaro amputarle la pierna izquierda debajo de la rodilla; además contrajo endocarditis bacteriana debido a que le hicieron 36 transfusiones de sangre para lavarle el cuerpo de los trombos que se le formaron.

Alondra fue dada de alta la semana pasada. Durante los cuatro meses que estuvo en el hospital pudo hacer un paréntesis para acudir a su graduación de enfermera.

Su padre, José Alfredo Álvarez, narró que el día de la intervención pasó el tiempo que me dijeron que tardaría la cirugía, pasaron las horas, y nada. Supe que algo no estaba bien. Salió el médico (Ignacio Parra Ibarra, jefe de turno el día que intervinieron a Alondra) y, cortante, me dijo que habían trozado la vena aorta, que por eso a mi hija se le formaron coágulos, que era necesario amputar porque si no se moriría, y me dio a firmar unos papeles. Yo no entendía lo que me decía, sólo que mi hija podía morir en unas horas.

Recordó que Parra Ibarra, sin empatía alguna, le exigió firmar los papeles. Le preguntó desde dónde sería amputada la pierna de Alondra, a lo que replicó desde arriba, pero al final no fue así.

Cuando la paciente despertó, comenzó a convulsionar debido a la infección bacteriana y fue enviada al Centro Médico de Guadalajara, Jalisco, donde permaneció tres días en la sala de urgencias, hasta que la subieron a piso.

Ahí le solicitaron a José Alfredo Álvarez conseguir donadores de sangre tipo B positivo para su hija. Recorrí estaciones de radio y televisoras, fui al cuartel de bomberos. Nadie donó ni una gota de sangre. El tiempo pasaba, yo no conozco a nadie en Guadalajara. Me apoyaron en la Secretaría de Salud de aquí (Nayarit), nos pusieron un vehículo y pude llevar amigos y familiares para que donaran, pero a todos los rechazaron por uno u otro motivo. Alondra seguía mal, hasta que volvió a convulsionarse por las altas fiebres y así la atendieron: le pusieron dos unidades de sangre y plasma que un niño paciente ya no requirió, dijo.

Alondra dice que parece una muñeca de trapo por tantas suturas que le hicieron. No deja de sonreír, sentada en una silla de ruedas en su casa, donde uno de sus hermanos amplía el baño para que entre y salga con facilidad.

Cuenta que las enfermeras del Issste en Tepic fueron sus cómplices. Estando así me gradué de enfermera. Me vistieron, me pusieron mi media blanca, mi uniforme y me permitieron ir a la graduación el 15 de junio, cuando todavía no la habían dado de alta.

Sus ojos se iluminan cuando recuerda que al llegar al lugar de la ceremonia me estaban haciendo valla todos los maestros; mi capa estaba sobre mis piernas y avancé en la silla hasta adentro. Ahí bajaron a ponerme la cofia. Las enfermeras me habían peinado y pintado. Bien emocionante para mí.

Su padre, trabajador pensionado, presentó una queja ante la Comisión Estatal de Arbitraje Médico la semana pasada. Alondra no ha podido ir a ratificarla.

Aseguró: “A ella no la operó el doctor que dice ser el responsable; la operó un practicante –sospecha que funda en dichos del médico Ignacio Parra–. Me dijeron que habría todo el apoyo de la institución a mi hija, pero no ha sido cierto, no hay nada. Hoy lucho por que le den una pensión de por vida a mi hija y le compren su prótesis. Aquí en mi hogar hace falta todo, quedamos con deudas, pero aquí tenemos a nuestra hija”.

Alondra trabajaba en el Hospital General de Tepic de secretaria de la subadministración, área donde se lleva a cabo la mayor parte de las gestiones de los solicitantes. No ha dejado de recibir su salario y con eso solventa gastos médicos y de alimentación. No se desanima y dice que pronto estará trabajando, porque me encanta ayudar y sé que lo hago bien.