jornada


letraese

Número 207
Jueves 3 de Octubre
de 2013



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

Desastre natural

A los forasteros les intriga nuestra obsesión respecto al estado del tiempo. Las empresas televisoras conocen esta compulsión de los regiomontanos. Diariamente y cada media hora nos recetan pormenorizados análisis atmosféricos y, faltaba más, las tres grandes cadenas hasta nos ponen a cuadro voluptuosas damas que te dicen cuándo y por dónde va a entrar el frente frío y la hora precisa del chubasco. Habrá heladas matutinas, predice la damita vestida con mínimos atuendos, cuya imagen contrasta violentamente con el augurio de los termómetros desplomados. La alerta de ciclón pasa a segundo plano porque la señorita que lo está describiendo tiene que mostrar un par de tetas rellenitas y su glorioso culo encima del mapa satelital que ilustra la magnitud del cataclismo que inexorable se acerca por el Golfo.

La guerra por la audiencia es la batalla librada sobre el cuerpo femenino. Todo por capturar la atención de algún señor clavadísimo con las vestales y doncellas de linda carita y caderas artificiales. La saludable costumbre del ciudadano precavido que desea saber si saca su paraguas o se unta completo el tarro de crema protectora de rayos UV antes de salir a la calle, se ha transformado en un mísero espectáculo misógino. Porno suave y anticlimático. Por una de estas sesiones de malvados escotes y piernones depilados me fui a enterar que un fenómeno del cielo nos haría papilla en plenos jolgorios patrios. Septiembre es un mes llovedor, es cosa que aquí ya sabe un bebé de pecho, como conoce perfectamente que febrero es ventoso y julio, canicular. Mientras que enero siempre nos obsequia con tres o cuatro días de fríos siberianos que obligan a los ricos a sacar sus visones y a los pobres a cubrir las rendijas de sus chozas con cartones. Pero esa sabiduría no sirve para nada en ciertas temporadas. Ejemplo: de marzo hasta abril el clima transita desde el extremo glacial a los calorones saharianos, pasando por lluvias torrenciales y granizadas apocalípticas. Eso ha hecho del regiomontano un ser desconfiado y adicto del pronóstico matutino de las nalgonas de la TV.

¿A dónde iba esta crónica? Ya me perdí. Creo que por atender el escandaloso vestuario de la chica deschichada del canal 12, me distraje de lo esencial: me di una remojada con lo que nos asediaba desde el Golfo mexicano. Se aproximaba nada menos que doña Ingrid, ora tormenta tropical (no es nombre de grupo cumbanchero), ora ciclón categoría X con vientos arrachados, bailoteando en las cachondas aguas del Atlántico. Yo me quedé en la pendeja, en el viboreo de aquella escultura femenina que advertía con malicia ensayadita que aquel fenómeno nos llegaría por las costas tamaulipecas. El meteoro arrasaría lo poco que el corrupto gobierno ha reconstruido después del Alex, un malvado huracán con nombre de marica.

Pero aquel pronóstico traía también buenas noticias, si viera usted la sequía de varios años sin tregua. Nomás que junto con la Ingrid, nos la arrimó el ciclón Manuel por el Pacífico, y yo que me debatía entre fiebres nocturnas por una infección respiratoria. Dale entre el diluvio al servicio de urgencias. Que llego y que me atienden y todo bien. Ya ha salido el sol de nuevo. Sobreviví a los monstruos. A lo que aún no le hallo el modo es a ese disfraz de puta esquinera con el que chafean a las pobres muchachitas del clima.

 


S U B I R