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Fuera de su literatura es un ciudadano y ha de expresar lo que piensa del mundo, sostiene

Para Sergio Ramírez, el escritor no debe acallar su sustancia ética

El autor nicaragüense participó por segunda ocasión al Hay Festival, que concluyó ayer

Prepara un libro de memorias que se publicará en 2014 por los 50 años de Alfaguara

Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 7 de octubre de 2013, p. 8

Xalapa, Ver., 6 de octubre.

El escritor tiene el deber de no callarse, puede ser que sus ideas políticas se filtren o no en su literatura, pero fuera de ella es un ciudadano que debe expresar lo que piensa acerca del mundo, dice el escritor Sergio Ramírez (Masatepe, 5 de agosto de 1942), en una breve entrevista realizada en el hotel donde se hospedan los invitados del Hay Festival, que concluyó este domingo.

Ramírez participó el sábado en dos mesas redondas: Literatura e impunidad, y Nicaragua, tierra de creadores. Esta es la cuarta vez que el escritor nicaragüense visita esta ciudad. La primera vez fue en los años 70. En el Hay Festival ha participado en dos ocasiones.

–¿Cuál es la responsabilidad ética del escritor en América Latina?

–Todo escritor tiene una sustancia ética, la exprese o no en los libros, creo que uno siempre termina manifestándola. Sus posiciones frente a la vida, a la sociedad, los desencantos del momento, los de siempre, las esperanzas, lo que uno quisiera que fuera el mundo, todo eso pertenece al universo de la mente del escritor y se refleje o no en los libros es algo que uno nunca puede abandonar, por lo menos desde mi perspectiva.

Eso que llamarían la sustancia ética la adquirí en la adolescencia; sabía por lo que quería pelear en el mundo, lo que quería que fuera mi vida en la escritura dentro y fuera de ella, y me alegro de conservarla siempre.

Acerca de si los escritores deben tener un papel en la sociedad o dedicarse nada más a escribir, Sergio Ramírez pone un ejemplo un tanto extravagante: el de Muhammad Alí.

“Era un gran boxeador, quizás el mejor de todos los tiempos, y le hubiera bastado con eso, habría pasado a la historia con ser un gran boxeador de los pesos pesados, pero a parte de eso, él tenía una sustancia ética, y la expresaba, y era escuchado, porque era Cassius Clay.

“El tenía su posición frente a la guerra, la paz; mucho lo adversaban por eso, se volvió polémico, porque era capaz de decirlo todo. Bien se pudo haber callado, no se calló, y eso es lo que creo que pasa con el escritor: un escritor puede ser ajeno a la política en su literatura, puede ser un gran escritor de novelas de amor, o de novelas de misterio, de novela negra, y la vida o lo que piensa de la vida se filtra o no en la escritura, pero fuera de ella se comporta como un ciudadano.

Uno además de ser escritor es ciudadano y expresa lo que piensa, porque uno sabe que desde la posición de escritor que tiene lectores, tiene un público que lo sigue, tiene un altavoz, lo van a escuchar mejor, y puede decir lo que piensa con una mayor resonancia. Entonces uno tiene el deber de no callarse; me parece que es importante para un escritor no callar.

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Muhammad Alí era un gran boxeador y le hubiera bastado con eso, pero tenía una sustancia ética que expresaba, y era escuchado, porque era Cassius Clay, señaló en entrevista el autor de Flores oscurasFoto Sergio Hernández Vega

Habrá quienes opinen que los escritores sólo deben dedicarse a escribir, y eso está bien. Es lo que decía de Muhammed Alí: no metía sus ideas políticas al cuadrilátero, simplemente se dedicaba a ganar el combate, a noquear al otro. Yo quiero noquear al lector y expresarme fuera del ring.

El ring de pelea de Sergio Ramírez es muy amplio: su blog, Facebook y Twitter (@sergioramirezm). Su experiencia en redes sociales “ha sido muy buena, porque es una forma de comunicarme con los lectores. Siempre me están siguiendo, me gusta mucho, porque sé que la gente retwittea lo que escribo, lo copia, lo manda a otro; es un termómetro, lo mismo Facebook. Escribo y contesto a los seguidores y a quienes me escriben a la página de correspondencia de Facebook.

Soy un escritor de tiempo completo en ese sentido. En la mañana escribo lo que estoy haciendo: una novela, un libro de cuentos, escribo artículos los fines de semana, escribo mi blog, escribo mis tuits, entro en mi página en Facebook y, además de eso, escribo conferencias, ensayos, hago antologías. Ya hice una antología del cuento centroamericano para el Fondo de Cultura Económica, otro de poesía, otro ahorita, para una editorial alemana de cuento centroamericano. Disfruto mi oficio, porque es muy polifacético, y en la escritura caben muchas cosas.

Aunque sí, reconoce que a veces se cansa, pero después del almuerzo que termino de escribir, me voy a recostar un ratito, pero siempre estoy con la inquietud de que a las tres tengo que estar de regreso como cualquier empleado, como cualquier trabajador funcionario o lo que sea, a las tres tengo que estar otra vez en mi estudio y ahí me quedo hasta las siete de la noche. En la mañana es la escritura creativa, por la tarde ya no, porque la escritura tiene una parte administrativa: la correspondencia con tu agente, correcciones, pruebas, contratos, correspondencia que es muy abundante, hay muchas cosas alrededor de la escritura.

En la parte de la escritua creativa, estaba haciendo la secuela de su novela El cielo llora por mí, pero ahora se dedicará a terminar un libro de memorias que se publicará el próximo año con motivo del 50 aniversario de la editorial Alfaguara.

Es un libro de mis memorias de escritor, más o menos desde que entré a Alfaguara, donde cuento al lector mi relación con autores, amigos como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, José Donoso, Eliseo Alberto, de cuando nos ganamos el premio (de novela). Es una memoria ilustrada con fotografías y amena. Es hablar de mi vida de escritor y los amigos que han muerto, por eso se vuelve un libro sentimental.