Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 13 de octubre de 2013 Num: 971

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Lichtenberg: sobre
héroes y estatuas

Ricardo Bada

La palabra, el dandi
y la mosca

Edgar Aguilar entrevista
con Raúl Hernández Viveros

Antonio Gamoneda: sentimentalidad oscura
José Ángel Leyva

El caso de la mujer azul
Guillermo Samperio

El rival
Eugenio Aguirre

Tecnología y consumo:
el futuro enfermo

Sergio Gómez Montero

Cárcel y libertad
en Brasil

Ingrid Suckaer

Máscara
Klítos Kyrou

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Felipe Garrido

Marina

Aquel era un puerto y nosotros niños. Papá trabajaba en un hotel muy grande, sobre el malecón; mamá era maestra; mis hermanas eran más chicas que yo. En las tardes íbamos por sopes, tamarindos y pescados. Todavía iban saltando cuando los ponían en la canasta: pámpanos, pejepalos, chujchíes... Postas de pescado, frijoles, chile, tortillas, eso comíamos. A mí me interesaban más otras cosas: pulpos, erizos, estrellas de mar –lejos se veían barcas–, los ojos crueles y los dientes incontables del tiburón. La casa tenía al frente una gran escalera de piedra que bajaba a la playa. Con la marea alta, llegaba a las olas. Bajábamos y nos metíamos al agua con mi papá y mi mamá. Lejos se veían unos veleros. Luego se iban encendiendo luces. Luego la luna dibujaba un camino por encima del agua. Luego, si me quedaba yo solo, la veía salir, toda de blanco, escurriendo agua... Yo me iba en seguida. No llores, ángel mío, me volverás a ver..., oía yo que cantaba.