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La propuesta La vida no vale nada fue presentada en el Teatro Principal, en Guanajuato

Con teatro, danza, música y mezcal rinden tributo al compositor José Alfredo Jiménez
Enviada
Periódico La Jornada
Miércoles 16 de octubre de 2013, p. 5

Guanajuato, Gto., 15 de octubre.

Una última canción a la muerte antes de cruzar el río, La vida no vale nada fue un canto a José Alfredo Jiménez. Con este título se estrenó en Guanajuato la propuesta de ficción con muchas verdades, que recorre la vida del compositor nacido en Dolores Hidalgo en 1926.

La canción será tu pago, le pidió José Alfredo a la Muerte para poder regresar al mundo de los vivos. Entonces, sonó el mariachi en el espectáculo multidisciplinario de teatro, danza y música con el que se rindió homenaje al rey de la canción ranchera, al dolor y desamor, en la edición 41 del Festival Internacional Cervantino (FIC), en el Teatro Principal.

“Deja que salga la luna, deja que se meta el sol, deja que caiga la noche, pa’que empiece nuestro amor”, se oyó el huapango con voz de soprano, entre ánimas en pena que se revuelcan y enamoran. Luego, medio centenar de artistas ocuparon el escenario, entre cantantes, actores, bailarines, el Mariachi Conquistadores de América, el grupo Son del Montón y el Salomón Maawad Jazz Quartet.

El montaje multidisciplinario, con dirección escénica de Luis Martín Solís y dramaturgia de Alfredo Román Bahena, tocó una a una las composiciones de José Alfredo, entre pasajes biográficos y de ficción. Se trata de una producción del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato.

Tiempos de la Revolución y el corrido del caballo blanco, como la gente del pueblo, luchando siempre luchando se pasa la vida fue el inicio de este retorno a la vida, donde más tarde unas notas de sax interpretaron en versión de jazz [corazón, corazón, no me quieras matar corazón.

Los amores y los desamores hicieron gala. Así, Alicia, Paloma, Lucha, María, Irma, todas las mujeres aparecieron, entre serenatas y desvelos. Incluso, una escena de amor en pleno París cuando Lucha, su gran amor, le propone: Vámonos, donde nadie nos juzgue. Ahí, en plenos años 60 donde la música de los Rolling y los Beatles triunfaban. “Te imaginas a John Lennon cantando: ‘amanecí otra vez entre tus brazos’. Incluso, el gran filósofo Jean-Paul Sartre llegó ante Octavio Paz para que le hablara de ese otro gran poeta mexicano.

No fue Lennon, pero sí toda una lista de intérpretes de sus letras de las que se apropiaron los mexicanos.

Me equivoqué contigo, soltó la amante despechada pistola en mano. Y José Alfredo le contestó, no me amenaces, con un público que se unió con la voz a desgarritar estás que te vas, y te vas, y te vas, después de un intermedio que incluyó un trago de mezcal para todos.

José Alfredo Jiménez murió en 1973, hace casi 40 años, víctima de cirrosis. Lo vimos en el hospital, donde lo reconoció desde la escena su amigo, el futbolista Antonio la Tota Carbajal, quien reveló que el compositor nunca tocó ningún instrumento, entonces componía de chiflidito, ¿no?, se burló la enfermera. No podía faltar su compañera de parranda Chavela Vargas, con quien se encontró en la cantina El Infierno. La bohemia junto a una botella, las mesas son islas donde naufragan abandono, la melancolía y la soledad.

Y de regreso a la muerte, ocurrida a los 47 años, en el teatro, se fue entre música, mucho canto y algo de mezcal, porque desde su tumba José Alfredo, la gloria de la música popular mexicana, demostró que sigue siendo el rey.

Hasta el escenario subieron José Alfredo Jiménez hijo, el director del FIC, Jorge Volpi y el rector de la Universidad de Guanajuato, José Manuel Cabrera Sixto.