19 de octubre de 2013     Número 73

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Freno judicial al maíz transgénico: triunfo de la sociedad

Por decisión de un juzgado federal, deberán suspenderse desde ya las siembras de maíz transgénico en México que están en marcha, ya sea en etapa experimental o piloto, y las que están en proceso de análisis y autorización, las cuales implican también planes de siembra comercial.

El Juzgado Federal Décimo Segundo de Distrito en Materia Civil, en el Distrito Federal, emitió una medida cautelar en la que ordena esta suspensión a las Secretarías de Agricultura (Sagarpa) y de Medio Ambiente (Semarnat). Ello, como una medida cautelar en tanto se resuelve el juicio de demanda colectiva, la cual fue presentada el pasado 5 de julio por un grupo de 53 organizaciones y personalidades, con la petición de detener la siembra de maíz transgénico en México, pues ésta atenta contra los derechos humanos a la alimentación, la salud y el medio ambiente.

En conferencia de prensa el 10 de octubre, Adelita Sanvicente, representante de los demandantes y de la Fundación Semillas de Vida, AC, dio a conocer esta decisión judicial, junto con el representante legal de la demanda, René Sánchez Galindo; Víctor Suárez Carrera, director de la Asociación Mexicana de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC); el padre Miguel Concha, del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, y Mercedes López, de Vía Orgánica (asociación de consumidores).

Se congratularon de la decisión judicial; dijeron que era la primera de su tipo en la historia de largas luchas sociales contra el maíz transgénico, y consideraron que la resolución final debería ser la suspensión total de las siembras de este grano en México, pues ponen en riesgo de contaminación y daño, a los maíces nativos. Precisaron que el juez aún no ha podido notificar a las empresas dueñas de esta tecnología y las principales interesadas en su siembra en México y el mundo: Monsanto y Pionner, entre otras; no han sido notificada debido a estrategias comunes que utilizan las empresas en este tipo de asuntos judiciales, pero la notificación ocurrirá sin falta.

Consideraron que los promotores de la demanda colectiva –la cual está en posibilidad de ampliarse con más adherentes- son personas con autoridad moral y científica para exigir el freno del maíz transgénico. Entre ellos están científicos como Antonio Turrent y Víctor Manuel Toledo, el antropólogo Julio Glockner, el doctor Raúl Hernández García Diego, la organización campesina Tosepan Titataniske de Puebla y el Grupo Vicente Guerrero de Tlaxcala. Entre los demandantes están académicos, campesinos, apicultores, activistas, asociaciones civiles y demás.

Víctor Suárez destacó la importancia de frenar el maíz transgénico en los campos de México, pues los científicos “han demostrado que no es posible contener este maíz y que su acumulación progresiva e irreversible de los paquetes transgénicos actuales y futuros pudiera rebasar el umbral letal de la tolerancia de la planta e impedir su sobrevivencia, afectando gravemente al maíz y la condición única de México como centro de origen y diversificación continua.

Monsanto, ávido por maíces transgénicos, se adueña
de tierras en Nayarit

Lourdes Rudiño

El excelente clima, la alta calidad del suelo, y la vastedad de agua han hecho que Monsanto, la trasnacional líder en transgénicos, coloque sus ambiciones en la región de El Tizate, en el municipio de Santiago Ixcuinta, Nayarit, donde ya desde 2010 cuenta con su Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Sorgo –el más grande de su tipo en Latinoamérica y el tercero a escala global, según la propia empresa- y donde enfoca hoy sus baterías a la adquisición y renta masiva de tierras, en medio de la indiferencia y/o complicidad de autoridades locales y federales.

La trasnacional -que por ahora está bateada por la decisión judicial de frenar cautelarmente cualquier siembra de maíz transgénico en México- desarrolla una estrategia de debilitamiento de la economía campesina, para poder hacerse de las tierras de los productores:

Desde el ciclo otoño/invierno 2010-11 Monsanto ha venido estableciendo, como en ningún otro lugar del mundo, contratos de compra de semillas híbridas con precios fijos a niveles inferiores de lo que el mercado global marca, afirma Federico Langarica Chavarín, quien ha representado a los productores en el conflicto.

Agrega: al mismo tiempo –lo cual parece un mecanismo concertado- la Financiera Rural (Finrural), las cajas de ahorro y préstamo y los agiotistas, están ejerciendo presión sobre los campesinos por carteras vencidas: “les han metido cientos de demandas y amenazan con embargar sus tierras”, situación que convierte a los productores en carne de cañón para la compañía que no oculta sus ambiciones por acaparar tierras en El Tizate, zona privilegiada con temperaturas idóneas y agua a más no poder. “Finrural ha apretado tanto que ni siquiera tiene acreditados ya en la región”, comentó Langarica.

“En el Registro Público de la Propiedad no nos querían dar información, pero con amigos hemos investigado y vemos que Monsanto está comprando mucha tierra, al precio que sea, además tiene rentadas más de mil hectáreas, pues paga 13 mil pesos de arriendo por año y hace contratos por tres años. Ante eso, ¿qué hacen los productores, qué hace por ejemplo una campesina viuda con hijos y tres hectáreas, pues renta, recibe 39 mil pesos juntos y no se molesta en sembrar ni se preocupa si va a llover o no”, dice Langarica. En la zona, en las márgenes del río Santiago, ya está en proceso un canal que va a servir de riego a unas 70 mil hectáreas. “Monsanto está tomando tierras allí. La mayoría es de pequeña propiedad, pero también compra predios ejidales”.

El trasfondo está en el interés explícito de Monsanto de potenciar su Centro de Investigación “una vez que el gobierno federal permita la producción y comercialización de maíz transgénico”, según la expectativa expresada al periódico Milenio, en marzo de 2010, por el presidente de la empresa para América Latina Norte, José Manuel Madero (www.milenio.com/cdb/doc/impreso/8729411).

Según esa nota, publicada con motivo de la inauguración del Centro mencionado, que implicó una inversión de 70 millones de pesos, Monsanto pretende impulsar la producción semillas del Centro de Mejoramiento, “para exportar a todo el mundo (…) México tiene la capacidad para convertirse en un centro de producción y exportación de semillas biotecnológicas, o transgéncias, para lo cual deben cumplirse los requisitos de la legislación mexicana”, dijo, según el texto de Milenio.

Ya en octubre de 2012, La Jornada publicó información de compras de tierra de Monsanto en El Tizate. Entonces se hablaba de una compra de más de mil 800 hectáreas en las márgenes del río Santiago. El alcalde, Pável Jarero Velázquez, dijo entonces que “los labriegos venden sus tierras porque los acaparadores de granos, en especial los de Sinaloa, les ofrecen precios irrisorios por sus cosechas, en especial las de frijol. Jarero detalló que las tierras agrícolas altamente productivas que Monsanto está adquiriendo se encuentran en las localidades de Sauta, El Papalote, Valle Zaragoza, San Isidro, La Presa, Ejido de Villa Hidalgo, Miguel Hidalgo, El Solorzeño y Patroneño” (jornada.unam.mx/2012/10/03/estados/036n1est).

Y ¿cómo reacciona la autoridad? Emeterio Carlón Acosta, quien fue delegado de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa) en Nayarit hasta hace seis meses y durante dos años, “se dio cuenta del problema (de los contratos amañados con precios injustos); escuchó las quejas de los productores, ofreció interceder y luego no nos volvió a atender. Ahora es el titular de Agricultura del gobierno de Nayarit. El delegado actual de Sagarpa, Sergio Mendoza Guzmán, no nos quiere recibir, no quiere saber del tema. El gobernador (Roberto Sandoval) es amigo de Monsanto, pues la empresa le regala todos los esquilmos de su maíz para que él obsequie pacas de pastura a los ganaderos. No tenemos apoyo del gobierno”.

El viacrucis de los campesinos de Nayarit con la trasnacional comenzó en 2010. Ya Monsanto había realizado sin problema contratos de habilitación para compra de semilla con productores desde hacía unos pocos años atrás en El Tizate y desde más de 20 años en Bahía de Banderas. Los contratos respetaban el precio que corría en el mercado. En 2010, sin embargo, actuó como no lo había hecho antes “ni en ningún país del mundo, ni con algodón, soya o cualquier otro cultivo”: pactó con los agricultores un pago de 2.70 por kilo, sobre una superficie de más de dos mil hectáreas en ambos municipios, a sabiendas que al momento de la cosecha el precio sería mayor (pues la lonja de Chicago avizoraba un nivel de cuatro pesos).

“Fue una acción, ventajosa, premeditada y con mucha alevosía”. Los productores se vieron en una encrucijada pues sus costos de producción resultaron de tres a 3.5 pesos por kilo en promedio, o sea que salían perdiendo.

Ante ello, viendo que el contrato era leonino y anticonstitucional, en los dos municipios “fuimos a pláticas con Monsanto, pero los gerentes nos dijeron ‘háganle como quieran’ y no aceptaron subir el precio”, recordó Langarica.

La situación derivó en la toma, por parte de los productores de la planta de Monsanto en Bahía de Banderas y del Centro de Mejoramiento de El Tizate, la cual duró varios días. El entonces senador perredista Javier Castellón Fonseca gestionó a favor de los productores, y Monsanto al final decidió concertar una compensación de precio la cual fue pagada en el ciclo del año posterior, 2011-12. Productores que habían emprendido demandas legales contra Monsanto fueron comprados y se desistieron, y además las demandas no procedían porque los contratos establecían que cualquier conflicto debía dirimirse en la Ciudad de México, situación para la cual los campesinos no estaban preparados.

En el ciclo 2012-13, que corresponde a la cosecha actual, Monsanto generó “nuevos contratos fraudulentos”. Pagan la semilla de maíz a 3.635 el kilo, cuando el mercado mundial marca que el precio debería ser de 4.2 a 4.40. Los agricultores han realizado reuniones para inconformarse y definir estrategias, pero enfrentan acciones intimidatorias de representantes de la trasnacional. “Llegan a su casa a amenazarlos de que si siguen organizándose, la empresa no entregará la habilitación (dinero para la siembra, parte de los contratos)”.

Langarica comenta que la situación es grave, que los juzgados están llenos de campesinos que están siendo demandados por las entidades financieras y por los agiotistas, y que todo parece encaminado a que Monsanto se adueñe masivamente de tierras. Pero los productores, dice, tienen también herramientas para defenderse, y una de ellas podría ser la siembra de maíz amarillo que contamine los maíces que se siembran para la trasnacional. Esta es una historia que apenas comienza.

El maíz: dramática dependencia
de las importaciones

Ignacio Lazcano Martínez

Dobla un arco hasta su límite y desearás haberte detenido a tiempo
Tao Te Kin

México exportó durante 1964-1969 grano de maíz blanco por 5.4 millones de toneladas métricas, cuyo valor fue de 303 millones de dólares (con un tipo de cambio de 12.50 pesos por un dólar).

Ahora México importa aproximadamente 12 millones de toneladas del grano al año (principalmente amarillo) con un valor de cuatro mil millones de dólares (tipo de cambio equivalente comparable al de 1964-1969 de 12 mil 500 nuevos pesos por dólar; recuérdese la eliminación de los tres ceros).

En el lustro de referencia la producción del maíz blanco per cápita fue de 193 kilos; ahora, 45 años después, es de 183 kilos, e importamos 105 per cápita, es decir 57 por ciento de lo producido en el país y 37 por ciento del consumo total del grano nacional (humano, pecuario, industrial).

Esta es la cuenta del maíz grano, blanco y amarillo, pero en realidad importamos mucho más sólo que ya transformado en fructosa, glucosa, carnes, leche, huevo, sólidos de destilerías (DDG´s), etcétera, etcétera, fabricados, producidos, con maíz, por ejemplo:

México importó en 2012 de Estados Unidos, principalmente para la industria refresquera, 1.3 millones de toneladas métricas de fructosa que demandaron de aproximadamente 2.4 millones de toneladas de maíz amarillo para su fabricación.

Al sumar los 12 millones de toneladas de maíz grano importado ahora con el contenido del grano de las compras al exterior de los productos que lo conllevan implícitamente, resulta que nuestra dependencia del maíz del exterior se aproximó a 19 millones de toneladas métricas.

Estas impresionantes importaciones de maíz se explican parcialmente, al conocer que la superficie sembrada con el grano en el país disminuyó de 1995 a 2012 de 9.1 a 7.7 millones de hectáreas, con una clara tendencia descendente, lo cual contrarrestó el aumento en el área y en la productividad de superficies de riego completo en el cultivo del maíz, principalmente en los distritos de Sinaloa, cuyos agricultores mostraron su capacidad al elevar de forma sostenida sus rendimientos de maíz blanco, al pasar de 6.88 a 10.45 toneladas por hectárea entre 1995 y 2010.

Así, se hace evidente que el grave descuido en la producción del maíz se ha propiciado en la agricultura de temporal. De seguir así las cosas, ¿qué nos depara el futuro? Obviamente más dependencia, pues para el año 2023, seremos aproximadamente 15 millones más de habitantes en el país que demandarán de 4.3millones de toneladas más del grano.

Pero además, como si no tuviéramos suficientes problemas con el maíz implícito en otros productos, revisemos el caso de las dramáticas importaciones de gasolinas. ¿De las gasolinas? Pues sí, de las gasolinas. Veamos:

Por razones de salud y del cuidado de nuestros recursos naturales como el agua potable, Pemex debe oxigenar sus gasolinas con bioetanol carburante, lo cual está intentando desde hace varios años con nulos resultados, entre otras causas porque en México no producimos este alcohol anhidro.

Si por las razones mencionadas, Pemex que ahora importa algo más de la mitad de la gasolina que nos vende, imitara a Estados Unidos mezclando sus gasolinas al diez por ciento en volumen con bioetanol, entonces consumiría al año cuatro mil 400 millones de litros de bioetanol carburante, el cual se produce de maíz, y así estaríamos importando del grano implícito en este alcohol 10.6 millones más de toneladas de maíz por año.

Post datas: a) Entre 2000 y 2011, en Estados Unidos la producción de bioetanol carburante derivado del maíz creció en 22.8 por ciento anual hasta alcanzar los 55 mil millones de litros, utilizando 133 millones de toneladas de grano de maíz es decir, el 39 por ciento de su producción nacional del grano.

b) Aun tratándose de maíz este texto, permítaseme informar aquí que Brasil, que produce aproximadamente 22 mil millones de litros de bioetanol carburante por año, utilizando caña de azúcar, mezcla por norma toda su gasolina al 25 por ciento en volumen con el alcohol carburante. Allá, en aquel país no se vende gasolina sin bioetanol de caña.

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