Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 20 de octubre de 2013 Num: 972

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Marjorie Agosin:
Querida Ana Frank

Esther Andradi

El poeta viajero
Adriana Cortés Koloffon
entrevista con Cees Nooteboom

La migración en la
música popular

Raúl Dorantes y Febronio Zatarain

Migración, identidad
y lengua

De fronteras,
migraciones y lluvias

Sandra Lorenzano

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Columnas:
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Sandra Pani: Mi yo intangible

En la esencia sutil que no percibes está la esencia del enorme árbol.
En eso que es la sutil esencia, todo lo que existe tiene su yo. Eso es lo Verdadero. Eso es el Yo.

Aldous Huxley, La filosofía perenne

La pintura de Sandra Pani se origina a partir de una experiencia interior. Desde sus inicios, el  cuerpo y sus partes en un diálogo íntimo con la naturaleza han sido el leitmotiv  de un trabajo que se caracteriza por un gran aliento poético y estético. En sus obras, Pani reconoce, como en un espejo, las huellas más profundas de su yo intangible y las traduce plásticamente en el lienzo o papel en un lenguaje sutil, delicado, de una exquisitez extrema. La singularidad de estas piezas reside en la tensión entre lo que se ve y lo que se esconde, lo que surge imperceptiblemente entre los diferentes planos superpuestos que se suceden, unos a otros, con cierta timidez. O quizás convenga decir: con cierta discreción. En todo caso, con armonía y ritmo melódico.


Mi yo intangible

Pani recurre a la figura para crear obras abstractas en esencia, logrando un balance entre lirismo emotivo y gestualidad calculada. Sus cuerpos-árboles, órganos-flores, brazos-ramas, corazones-semillas, son metáforas que remiten a una búsqueda de identidad que vincula su paisaje interior con el mundo natural, conformando un todo orgánico que pertenece al orden de lo sensible y al terreno de lo posible. En su proceso creativo se deja llevar por el ritmo de la cadencia musical en un fluir sin conciencia en el que lo interno y lo externo no están demarcados por una frontera precisa. Sus pinturas están hechas de gestos pausados y ritmos armónicos que se palpan a través de los delicados velos con los que construye sus obras en papel o las capas de pintura sutilmente aplicada en los lienzos. La fineza de los trazos se combina con la delicadeza translúcida de los papeles, creando un juego semántico que propone diversas lecturas. El trabajo de Sandra Pani me remite a la tradición del haikú, donde el vacío es la parte medular de la expresión poética. Pani sabe equilibrar las formas con el vacío y en sus obras recientes reduce los elementos formales a la mínima expresión para conseguir una imagen limpia y condensada en la que el vacío se convierte en una presencia contundente. Más que buscar la representación de las presencias, la artista opta por presentar las ausencias.

Actualmente puede verse la exposición titulada Mi yo intangible en el Instituto Cultural de México en Nueva York, donde las obras son una invitación a la contemplación y requieren de la complicidad del espectador para mirar más allá de lo aparente e hilar los lazos comunicantes que hacen visible lo que se oculta entre sus capas epidérmicas. La mirada deviene un medio de conocimiento y simultáneamente se torna en el objeto de dicho conocimiento.  Al contemplar la naturaleza, el hombre se hace consciente de sí mismo. Así pues, la pintura de Sandra Pani es expansión de la consciencia a través de la cual se propicia el contacto entre el espectador y su entorno natural y tiene como resultado la fusión entre sujeto y objeto. “Antes de pintar un Bambú tiene que crecer dentro de uno”, escribe el poeta y pintor chino milenario Su Dongpo. Tal pareciera que Pani hace suya esta evocación y cultiva con delicadeza y sosiego todo un paisaje en torno a su yo interno. La suya es una mirada intuitiva al corazón mismo de la naturaleza para aprehenderla y abstraerla. La abstracción como síntesis de la esencia de lo material para alcanzar el orden de lo espiritual. Ya Aristóteles, en plena búsqueda de lo espiritual en la creación artística,  señalaba que la finalidad del arte no es copiar la apariencia sino dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas. En la búsqueda de su yo intangible Sandra Pani se adentra en sus vericuetos internos, escudriña sus paisajes interiores, los trastoca, y plasma en sus pinturas un coro de voces quietas que entonan metáforas melódicas de una música callada.