Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 20 de octubre de 2013 Num: 972

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Marjorie Agosin:
Querida Ana Frank

Esther Andradi

El poeta viajero
Adriana Cortés Koloffon
entrevista con Cees Nooteboom

La migración en la
música popular

Raúl Dorantes y Febronio Zatarain

Migración, identidad
y lengua

De fronteras,
migraciones y lluvias

Sandra Lorenzano

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Columnas:
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Enrique López Aguilar
Jornada Virtual
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Paso a Retirarme
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Jorge Moch
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Esclerosis

Hemos trucado futuro por atrofia. Las vías de diálogo en la sociedad se cierran con la tozuda astringencia de un régimen refractario, odioso, impositivo, mentiroso, habitado por hombrecitos que se marean cuando trepan al ladrillo de su nombramiento y solamente prestan oído a las alabanzas de cortesanos zalameros que, como en el caso deplorablemente ejemplar de las televisoras, en realidad se sirven de ellos para seguir manejando el destino de la nación de acuerdo con una particular agenda que desemboca en un solo fin: lucrar.

Es, por más históricas vueltas que le demos al asunto, inexplicable: el gobierno no es electo, la democracia es un montaje mediático –tan bien armado que logra confundir a más de uno allende fronteras, que se cree el teatro y piensa que en México elegimos a nuestros gobernantes, hecho insólitamente único, aunque luego significara enormes decepciones, en el caso del derechista empresario marihuanero Vicente Fox en 2000, porque en realidad, fuera de esa peculiar, estrambótica e inútil rareza de botas vaqueras, los mexicanos no hemos tenido a los presidentes que fueron votados mayoritariamente y de manera verdaderamente libre quizá nunca– y los grandes intereses nacionales son continuamente postergados, evadidos, simulados para atender las exigencias mezquinas y en no pocos casos o intensidades profundamente injustas, desde atentados ecológicos hasta masacre y genocidio de un puñado de poderosos que tienen en el pueblo, numeroso y mayormente pobre, ignorante, fanatizado, enajenado y dúctil, poco menos que sujeto de profundo desprecio mientras no se le pueda sacar partido: venderle comida chatarra, sentarlo a mirar anuncios publicitarios que alimentan un emporio televisivo o, redivivo y sexenal, estrujarle el voto. El resto del tiempo lo emplea la Nomenklatura en simular que se atienden las grandes demandas nacionales mientras se obtienen los mejores réditos que sea posible. Al costo que sea. Caiga quien caiga. Chínguese quien se chingue mientras no se trate, claro, de alguno de los benjamines de esa cúpula siniestra.

El movimiento magisterial de reciente ebullición, en su desespero por ser escuchado y detener reformas que no son educativas sino laborales y además terriblemente injustas, apostó a la movilización que paraliza, al bloqueo y al plantón. Quizá resulte como estrategia en algún momento justificable, pero parece estársele revirtiendo la intención. Nadie entre sus líderes parece haberse puesto a pensar que obliterar vías públicas le viene al régimen como regalo: justifica la represión, porque esclerosis es, precisamente, endurecimiento. Creo que hay casos en que la misma autoridad ha estado usando los plantones de los maestros para a su vez hacer absurdos cortes de vialidad y bloqueos que enfurecen al resto de la gente, que trastocan las circulaciones y entorpecen sus actividades. El resultado es una constante bipolaridad en la opinión pública, un radicalismo desesperado de las partes, que aquellos que apoyamos la causa magisterial también lleguemos a decir “no tienen madre, por su culpa no pasó la ambulancia”. Al final, el ganón es el podrido régimen experto en triquiñuelas, el gran perpetrador del crimen de Estado y sus cómplices. Ese falansterio de perfectos perversos hijos de la chingada tan acostumbrados a salirse con la suya.

Pero la esclerosis no es sólo del acartonado sistema educativo. Allí está el cierre del grifo presupuestal. Allí la aparente libertad de expresión mientras se articulan particulares, disimuladas persecuciones. Allí lacerante como pocas taras nacionales la inequidad en la justicia, la impunidad de los uniformes cuando roban, secuestran y asesinan con o sin patente de corso. Allí los infames atrasos en el sistema de salud mientras se tima a médicos y enfermeras en los sistemas estatales de pensiones, como en Veracruz. Allí, infamante, la permanencia en puestos públicos de verdaderos delincuentes, desde viles y habilidosos ladrones hasta depredadores sexuales y homicidas, porque son primos del cuate del gobernador, o cuñados del secretario, o hijos de un congresista. Allí, a pesar de titánicos esfuerzos de unos pocos, la cultura encallada en un arenal de vulgaridades y mediocridad, telebasura y burocratismo imbécil.

¿Qué persigue el gobierno con esta parálisis? ¿A dónde apuntan y a quién benefician a largo plazo sus omisiones y crímenes de Estado? ¿Es todo esto simple subproducto de la entropía, un concierto ominoso de azar e ineptitud?

La respuesta cifra el futuro.