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Mucho ruido y pocas nueces
E

s ya lugar común que los dirigentes de los países y los organismos internacionales relacionados con el medio ambiente se ocupen de los grandes desafíos que representa el calentamiento global del planeta. Los medios destacan sus declaraciones cuando se celebran días mundiales: del agua, el árbol, las montañas, la biodiversidad. Al fin que motivos no faltan para mostrar que están interesados en resolver los principales problemas que agobian a millones de personas, comenzando con las más pobres. Ahora los gobernantes seguramente están muy atentos a los nuevos reportes de los científicos en los que ofrecen datos nada alentadores sobre los efectos del aumento de las temperaturas en el mundo.

Por ejemplo, que de cada siete habitantes de la Tierra uno vive ya en zonas donde escasea gravemente el agua. Y que el incremento de la población ahora está más que antes unida al de la temperatura media, fenómeno que se verá agravado en las próximas décadas. Aun si los gobiernos toman medidas para enfrentar los efectos negativos del cambio climático. En pocas palabras, se han tardado tanto en actuar, y lo han hecho tan mal, que la escasez de líquido es inevitable en nuevas regiones del planeta, lo que será origen de conflictos por controlarla y más agudos los existentes en las que ahora ya la padecen.

En efecto, estudios recientes sobre el tema advierten que de aumentar 2 grados centígrados la temperatura media a finales de siglo, otros 600 millones de habitantes tendrán escasez o menos agua que hoy. Precisamente una de las metas internacionales de los gobiernos es que la temperatura no sobrepase esos 2 grados. De lo contrario, más de mil millones las personas se sumarían a la escasez, afectando entonces a una cuarta parte de la población mundial.

Los especialistas que trabajan para Naciones Unidas en el tema del cambio climático plantean un escenario extremo, donde la temperatura media se eleva 5 grados, con consecuencias desastrosas para miles de millones de habitantes. No solamente en cuanto a disponer de agua, sino por la transformación de los ecosistemas actuales. Todos ellos sufrirían cambios: desde la selva amazónica y el sureste de México hasta los bosques de Canadá o el norte de Europa. Destacan los que registrarían países situados en el norte de África, Oriente Medio y el Mediterráneo. El agua aparece como el elemento rector en todos los casos, por ser fundamental en la producción de alimentos, por ejemplo. Y por los efectos que tendrá el aumento del nivel del mar sobre la franja litoral, donde se ubican ciudades, actividades industriales, servicios diversos, el comercio mundial y la producción agropecuaria. Y como siempre, serán los pobres los más afectados en su calidad de vida, especialmente en cuanto a disponer de comida.

Tanto por lo que toca al agua, como en los demás asuntos vinculados con el cambio climático, México es uno de los países más vulnerables, con mayores riesgos de sufrir desajustes de todo tipo. Por eso mismo los especialistas buscan con sus estudios, entre otras cosas, que los funcionarios, los legisladores y la población estén conscientes de los efectos que ya causa en el territorio nacional el aumento de las temperaturas. Para que oportuna y rápidamente se tomen medidas que permitan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Y, en paralelo, que se elaboren programas de adaptación a los cambios esperados.

El gobierno federal ha anunciado medidas con tales propósitos. El becario de Harvard hasta premios recibió en el exterior por sus iniciativas. Pero la realidad muestra que no se cumplen y son insuficientes. Esto se comprueba al observar el consumo y derroche de hidrocarburos, la pérdida de bosques y selvas, la mala calidad del aire, el fracaso de los programas de reforestación, la contaminación y mal uso del agua, la falta de planeación de los centros urbanos y las actividades económicas. Se crean comisiones relacionadas con el cambio climático, pero no se cuenta con recursos públicos ni privados suficientes que permitan hacer realidad las propuestas que hacen. Mucho ruido y pocas nueces.