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La izquierda promovió a Valdés y lo despide con reclamos

Tres horas de evocaciones que por momentos alcanzan tintes de epopeya
 
Periódico La Jornada
Jueves 31 de octubre de 2013, p. 10

Fueron casi tres horas dedicadas a la nostalgia, las evocaciones del fin de una época. Halagos mutuos a los que obliga el protocolo que conllevan las despedidas, pero que por momentos alcanza tintes de epopeya democrática para los consejeros salientes. Unas veces sonriente, otras con el rostro adusto, Leonardo Valdés cosechaba, en el ocaso de su presidencia al frente del Instituto Federal Electoral, parabienes de colegas y representantes de los partidos.

Promovido en el cargo bajo los auspicios de la izquierda, fue esa misma izquierda que se sintió agraviada la que además de regatearle un halago lo despide con estridencia:

Doctor Leonardo Valdés, se puede actuar con impunidad electoral y ser aplaudidos en los círculos del poder presidencial y en las nomenclaturas partidistas, pero no hay impunidad frente a la historia y el pueblo de México; usted traicionó a la democracia, le dice el diputado Ricardo Mejía Berdeja, de Movimiento Ciudadano.

Valdés frunce el ceño, en medio de prolongado silencio. Fue uno de los escasos discursos a los que no sigue el estruendoso aplauso de un saturado salón de sesiones del IFE, en el día en que dejan el cargo el propio Valdés, Francisco Guerrero, Macarita Elizondo y Alfredo Figueroa.

Horas de elogio al avance democrático en el quinquenio de Valdés. Peculiar sesión polarizada en la que se apela a la historia según el saldo obtenido en una elección. Desde la izquierda se advierte, parafraseando la sentencia de Fidel Castro, a los consejeros salientes: la historia los juzgara; para otros, la frase opuesta: se los reconocerá.

En su discurso, Valdés reivindica no sólo su conducción electoral, sino su gestión institucional que sienta las bases, dice, de una excelencia administrativa. Una reivindicación que le fue devuelta con rudeza por la izquierda, que no respeta el último día de su investidura como consejero presidente ni el ritual de la despedida.

El petista Pedro Vázquez le dice que hay una percepción de que el IFE es una institución cara y sobre todo que gasta mal, como muestra el estudio de Deloitte, que pese al costo de 16 millones de pesos se determinó reservarlo. Mejía Berdeja pasa de recordar la desfachatez de Monex y las irregularidades de financiamiento, a reprochar a Valdés que México tenga una autoridad electoral rica y una democracia pobre, en alusión al resultado del estudio reservado.

Promotora de su candidatura, la izquierda no ahorra en descalificaciones. De ungirlo como su carta fuerte para presidir al IFE, Valdés concluye en agria relación pública y privada con el PRD.

La condena que hace la izquierda contrasta con las exaltaciones de sus colegas y de la mayoría de partidos que no ahorran elogios.

Ejerció una presidencia sin estridencias, le dice la consejera María Marván; una gestión siempre celosa de la legalidad, considera el priísta José Antonio Hernández; una conducción con templanza y sensatez, afirma Lorenzo Córdova. Una gestión firme, ante los influjos del poder, define Marco Antonio Baños.

Pero es el consejero Benito Nacif el más enfático al elogiar la gestión de quien con sobriedad ha sabido dirigir este instituto. La prudencia y la templanza han sido el sello de su presidencia, que supo conducir a esta institución por las aguas turbulentas de la lucha por el poder.

Mesurado, imparcial, apegado a la legalidad… Todo eso y más le prodigaron a Valdés en su despedida. Elogios que también alcanzan el desempeño de Guerrero, Elizondo y Figueroa, hasta que concluye la sesión en medio de un prolongado aplauso y el silencio de los representantes de la izquierda.

Poco más de una hora después, acompañado de su joven esposa, Valdés Zurita sale del edificio central del IFE, se quita el fistol del instituto, lo guarda, sube a su vehículo particular y sale conduciendo él mimso. No más chofer ni camioneta blindada. Tampoco tensiones y sobresaltos propios del encargo. A diferencia de su antecesor, concluye su gestión en tiempo y forma.