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Xantolo y Picón

E

n la población de Tantoco, Veracruz, como en otras de la Huasteca, el Xantolo, que es el ciclo dedicado a la fecundidad de la tierra y a los muertos, se inicia el 29 de septiembre, día de san Miguel Arcángel; culmina entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre, época en que se recoge la cosecha de maíz.

Este ciclo abre con la ofrenda del picón, platillo ceremonial que describe con detalle Amaranta Arcadia Castillo en su artículo, El picón y sus interconexiones: apuntes sobre las relaciones de un alimento ritual con otros elementos del sistema cultural.

Se trata de un caldo de pollo al que se agrega aceite y masa de pipián, que es la pepita de una variedad de calabaza. Casi al final del cocimiento se le agrega chile piquín fresco y hierbabuena. Esta calabaza se siembra el 3 de mayo, día de la Santa Cruz.

Las pepitas de la calabaza se secan al sol por varios días; luego hombres y mujeres las limpian quitando la cáscara, para después tostarlas en el comal. Las mujeres las muelen en metate o en molino de mano, hasta convertirlas en una harina gruesa de color verduzco.

El polvo se mezcla con el caldo de pollo hasta formar una masa tan maleable como la que usamos para hacer tortillas. Es interesante señalar que conforme se va manipulando la masa de pipián, ésta va soltando un aceite de color rojo. A esta acción se le llama hacer sangrar el pipián.

Las mujeres que la llevan a cabo deben tener sentimientos amables, no estar tristes ni enojadas ni experimentar deseo sexual. Usualmente la realiza la mujer de mayor edad en la familia, siempre que haya tenido hijos. Esta sangre se separa en una jícara y la masa se mezcla con más caldo hasta formar una pasta homogénea que se echa en la olla donde están el caldo y el pollo.

Se añade la hierbabuena y la masa se pone a cocer en el caldo. Al final se añade la sangre del pipián. Este platillo se acompaña con tortillas recién hechas; se sirve a las 12 del día en cuatro platos que se ponen en las cuatro esquinas de una mesa colocada frente al altar de la casa. Se agregan cuatro velas de cera de abeja y las tortillas hechas a mano que van en el centro; también se colocan las bebidas.

Se invita al rezandero a oficiar. Él rocía con agua bendita las imágenes de la casa y la ofrenda. Luego los presentes vierten en el piso un poco de aguardiente. Después la familia comparte en otra mesa el picón sobrante.

Esta ceremonia tiene numerosas implicaciones simbólicas relacionadas con el ciclo de la milpa, que son fruto de la visión del mundo de la rica cultura huasteca. Amaranta Castillo las analiza cuidadosamente. Le agradecemos mucho su información.