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Final de un dirigente defenestrado
Murió La Quina

Fue considerado uno de los símbolos del caciquismo sindical

Joaquín Hernández Galicia tenía 91 años

Estuvo preso entre 1989 y 1997 tras enfrentarse a Salinas

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En los días felices, el recién extinto dirigente, acompañado por Salvador Barragán Camacho y Carlos Salinas Foto La JornadaFoto La Jornada
Reportera y corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 12 de noviembre de 2013, p. 2

El dirigente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) por casi 40 años, Joaquín Hernández Galicia, La Quina, falleció la madrugada de ayer en Tampico, Tamaulipas, dejando tras de sí una parte de la historia del sindicalismo mexicano, la cual incluye que después de liderar los destinos de este gremio desde la década de los 50, en enero de 1989 fue encarcelado por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.

La Quina fue considerado representante emblemático del caciquismo sindical, porque perteneció a una camada de líderes gremiales que influía en los gobiernos en turno, proponía autoridades estatales y municipales e incluso imponía jefes policiacos.

Llegó a amasar una de las fortunas más importantes del país. Abrió decenas de empresas del gremio petrolero y logró detentar el control del sindicato más grande de México.

Años más tarde la fortuna cambió, pues su abierto enfrentamiento con el gobierno salinista lo llevó a la cárcel.

A los 91 años, el ex dirigente murió ayer alrededor de las cinco de la madrugada en el Hospital de la Beneficencia Española –donde estuvo internado desde el 30 de octubre–, víctima de padecimientos del colón y de la falta de potasio, según informaron personas cercanas al ex dirigente, quienes confirmaron que incluso ayer mismo fueron cremados sus restos, sin ser velados. Así lo pidió a su esposa e hijos.

Llegó a poseer y controlar ranchos, 30 edificios en Tampico, ganado, negocios, propiedades en diversas ciudades y países, más de 130 tiendas populares y una flota de 15 barcos.

A la par, promovió por conducto del sindicato más de 70 granjas de camarón, pollo y cerdos, así como huertos familiares para que los trabajadores no tuvieran hambre, fábricas de ropa y de jabón, gasolineras, funerarias, cines, establecimientos de venta de materiales de construcción, balnearios y hoteles, entre otros negocios.

En 1989 fue acusado por la Procuraduría General de la República (PGR) –junto con Salvador Barragán Camacho, José Sosa y José Cruz Contreras– de acopio y almacenamiento de armas para uso exclusivo de las fuerzas armadas –las cuales, se señaló, habrían sido sembradas en su domicilio de la colonia Unidad Nacional, de Ciudad Madero–, así como de introducción ilegal de aeronaves con valor superior a 10 millones de dólares, evasión fiscal, ataque a la seguridad nacional y asesinato. Fue detenido en un aparatoso operativo en el que participaron militares y que fue conocido como El Quinazo.

Antecedentes

Los antecedentes fueron varios. En primer término se dice que La Quina habría patrocinado la publicación del libro ¿Un asesino en Palacio?, que habla del asesinato de una sirvienta por parte de integrantes de la familia Salinas de Gortari. Incluso unos días antes de la detención, en una asamblea de la sección uno, afirmó que ya le había dicho al entonces presidente de la República que no permitiría que un solo milímetro de la industria petrolera se entregara a particulares; iremos a la huelga si se intenta entregar a la iniciativa privada nacional o extranjera los recursos de la nación.

Otro de sus allegados, José Sosa, había advertido al presidente saliente, Miguel de la Madrid: si se hunde Pemex se hunde México, se hunde usted.

Así, apenas unos días después de la toma de posesión de Salinas, Hernández Galicia fue detenido.

Fue condenado a 30 años de prisión. El mismo día de su aprehensión dejaron de laborar casi 90 mil petroleros en diversos estados, quienes acuñaron la frase “ni gas, ni gasolina, libertad para La Quina”.

En 1997 obtuvo su preliberación con la condición de que no regresara a Ciudad Madero, por lo que durante dos años tuvo su residencia en Cuernavaca, Morelos. Años después, por gestiones de sus hijos Joaquín y Juan Hernández Correa, ambos ex alcaldes de esa urbe tamaulipeca, lograron que su padre pudiera vivir ahí, aunque no era originario de esa entidad, sino de Veracruz, donde inició su liderazgo petrolero.

Durante su dirigencia en el sindicato petrolero la opinión de Hernández Galicia era tomada en cuenta para que el Partido Revolucionario Institucional designara candidatos al gobierno de Tamaulipas. El último mandatario estatal en favor de quien expresó su consentimiento fue Américo Villarreal Guerra.

La caída

A la caída de Hernández Galicia, Sebastián Guzmán Cabrera tomó el mando del sindicato, y según consta en actas gremiales, pidió a los trabajadores petroleros que apoyaran al régimen salinista.

Este mandato fue transitorio, pues tras un proceso electoral muy cuestionado, tomó su lugar Carlos Romero Deschamps, quien ha sido relecto cuatro veces en comicios que han sido impugnados incluso legalmente por supuestamente violar los estatutos. El actual dirigente además se ha visto inmerso en escándalos de corrupción, como el Pemexgate.

La Quina no sólo cuestionó el liderazgo de Romero Deschamps, sino que lo calificó de traidor. Era mi chofer, decía, y emprendió querellas judiciales de tipo penal y civil.

Recientemente Hernández Galicia dijo a este medio, cuando fue detenida Elba Esther Gordillo, ex dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que esa acción “no era un quinazo, sólo justicia”, y que el siguiente en la lista de los dirigentes que tenía que ser detenido por corrupción y porque ha hecho un millonario manejo fraudulento de los fondos sindicales de Pemex y del erario es Romero Deschamps.

Sostuvo entonces que no se puede comparar la detención de Gordillo con su encarcelamiento. Lo mío fue un acto de índole política, lo de la profesora es por corrupción, insistió.

Ayer Joaquín Hernández Correa dijo a la prensa: mi padre dejó de existir la madrugada de este lunes. Estuvimos muy al pendiente de su salud. Él sabía perfectamente que estaba en el hospital y que su esposa y sus hijos estuvieron con él, que lo acompañaba su familia. Murió en paz.