Opinión
Ver día anteriorViernes 15 de noviembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ruta Sonora

Ringo Starr

Joaquín Sabina

T

odos queremos a Ringo, el más simpático Beatle, el alivianado, el de la batería flotadita, el del maravilloso solo de Strawberry Fields Forever (toma alterna). No por ser el de perfil más bajo del cuarteto de Liverpool, Richard Starkey, mejor conocido como Ringo Starr, deja de generar cariño, admiración y ganas de cantar con él alegres tonadas, para lo cual echa mano de una pequeña ayuda de sus amigos, es decir, su All Starr Band, que cambia de integrantes por gira.

Si no le ha visto en vivo, y piensa verlo en las fechas que restan en México, tras dos llenos de Auditorio Nacional antier y ayer, es importante que sepa qué es lo que va a escuchar: pocas canciones beatles y muchos temas de sus músicos invitados, donde Ringo se vuelve convidado de lujo. Amén de que tampoco toca demasiado la batería (no lo hace todo el tiempo, quizá para no cansarse; hay que cuidarlo: tiene 73 años).

Este año le acompañan en requinto Steve Lukather (Toto), en guitarra Todd Rundgren (Nazz, Utopia), en teclados Gregg Rolie (Santana, Journey), en bajo Richard Page (Mr. Mister), en sax y percusiones Mark Rivera, en batería Gregg Bissonette, todos magníficos músicos, capaces de entretejer espléndidos jams. El más aplaudido: Lukather y sus rechinidos virtuosos, aunque quien escribe se queda con Rolie y sus hammonds, la calidez vocal de Rundgren y el sax de Rivera.

Sin embargo, mucho del repertorio desencaja con el espíritu Beatle que anima a los asistentes a pagar boleto. Los hits ochenteros de Toto y Mr Mister suenan bien pero desentonan, aunque se ve que están ahí porque agradan a Starr. Si el espíritu del show rondara aun más los años 50, 60 y 70, vendría más al caso con el baterista de marras y su público. Por ello cuando más se disfruta a Ringo es cuando canta temas propios (It don’t come easy, Wings, Photograph, Anthem) y beatles (Whit a Little help of my friends, Yellow Submarine, I wanna be your man, Don’t pass me by y un pedacito de Give peace a chance, de John Lennon), o cuando canta y toca covers de Carl Perkins, Buck Owens y The Shirelles: se le ve más a gusto y en forma (setlist:). Incluso cuando Rolie se refina temas de Santana, la paz y el amor que enarbola Starr se sienten en mismo aire. Pero oír Rossana, Africa y Hold the line llega a sacar de quicio; ya ni hablar de los éxitos de Mr. Mister: entre ambos, uno se siente en el Eighties Weekend de Universal Stereo, y no en un concierto de Ringo Starr. Más interesante, cuando traía a Edgar Winter en sax y teclados, y al fino Billy Squire en guitarra: nada que ver con el mal gusto de Lukather, que requintea metal-ochenteramente hasta en los rockabillies.

Así que advertidos están. Ya si gustan disfrutar de dicho perfil, todo bien. Después de todo, lo que más gratifica es ver a Ringo en persona, leyenda y figura, enterísimo, alegre y encantador cual ha sido siempre.

Aparte de su presencia (no musical) en un acto por la paz para niños en el Zócalo capitalino mañana sábado a las 10 horas, Ringo Starr dará más conciertos el 16 de noviembre en Guadalajara (Auditorio Telmex); el 18 en Monterrey (Auditorio Banamex) y el 19 en el Auditorio Nacional.

Sabina: cierre hoy en Puebla

Tras casi un mes por México, hoy actúa por última vez en 2013 sobre este territorio, el cantautor español Joaquín Sabina, quien con la gira Canciones para una crisis, trajo un espectáculo modesto, pero muy directo, con más guitarras que atmósferas, con sus usuales poemas en voz alta, pero sobre todo con más intimidad, y sólo a ciudades donde rara vez se había presentado (Ciudad Juárez, Tijuana, Hermosillo, Oaxaca, Pachuca, entre otras). “Quise hacer una gira más doméstica, más familiar, más cercana… Porque uno sigue siendo siempre el mismo niño, uno canta siempre la misma canción…”, dijo en Toluca el domingo pasado, en un Teatro Morelos atiborrado. Luego de uno de sus mejores shows, en León, Guanajuato, donde no hubo butacas, la capital mexiquense hizo de las suyas con sus casi 2 mil 700 metros de altura: sin embargo, a pesar de las dificultades respiratorias, y de recortar un poco el setlist, no dejó de entregar su corazón. Con temas hace tiempo en descanso (Viridiana, 7 Crisantemos, Quién me ha robado el mes de abril, Corre dijo la tortuga), Sabina recordó: “Se nos fueron J.J. Cale, Lou Reed… y yo me identifico más con los muertitos; sin embargo, ¡esta canción no la hice de luto, sino para celebrar la vida intensa y disparatadamente vivida de Chavela Vargas (Por el boulevard de los sueños rotos), quien me cantaba al oído las canciones de José Alfredo (Jiménez) como nadie!” Entero de salud (luego de una falsa alarma de dolor cardiaco en Tijuana), amoroso y deschavetado como es, no deja nunca de ofrecer entrañables veladas. Láncense hoy a Puebla: Complejo Cultural Universitario (Vía Atlixcáyotl 2499, Cholula, Puebla), 20 horas, $500 a $1500 (más recomendaciones).

Twitter: patipenaloza