Opinión
Ver día anteriorViernes 15 de noviembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La Muestra

La casa de la radio

F

ilmar el sonido. El realizador francés Nicolas Philibert propone en La casa de la radio (La maison de la radio) la exploración a lo largo de una jornada de las actividades de Radio France, desde el punto de vista de quienes participan directamente en las emisiones radiofónicas. Se trata de incursionar –sin el recurso a la voz en off, sin comentarios explicativos, sin los asideros de un guión– en las entrañas y el funcionamiento de una institución cultural, como antes lo había ensayado el director en su inmersión, a la manera de reportaje, en un museo nacional en La ciudad Louvre (La ville Louvre, 1990) o en un salón de clases en la provincia francesa (espléndido documental Ser y tener, 2002). Lo original esta vez es la destreza con que el cineasta es capaz de transitar de un mundo donde el sonido está totalmente ausente (El país de los sordos, 1992) a otro donde el sonido es omnipresente: ese país de la radio, con periodistas y meteorólogos cuyo rostro rara vez conoce el radioescucha, pero cuyas voces adquieren con el tiempo y la frecuentación asidua, una familiaridad casi entrañable.

Philibert explora la actividad diaria de la institución, el entrenamiento de los periodistas nuevos, los sucesos cotidianos que suscitan la curiosidad o el pasmo de los radioescuchas, las catástrofes climáticas y los reportajes sobre el campo o la actualidad citadina; también la manía del experto en música perdido en sus montañas de discos compactos, eligiendo lo mejor, lo más novedoso. Este mundo capturado en sus ritmos frenéticos y su entusiasmo renovable, tiene un regusto de tradición anacrónica de cara a la proliferación de imágenes televisivas y a la amenaza de un futuro muy próximo dominado por el fenómeno cibernético. Philibert no elige el tono elegiaco para imaginar ese crepúsculo cercano de la tradición radiofónica, ni tampoco lanza advertencias apocalípticas. Intenta compartir el entusiasmo de su vieja adicción de radioescucha, mismo que será mejor apreciado en Francia, pero que no podrá dejar indiferentes a públicos de otros países, donde la radio ha elaborado durante largas décadas la crónica de nuestra historia y sus registros cotidianos.

Cineteca Nacional, Sala 2: 12, 16:30 y 21 horas.