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Los recursos para la ciencia en 2014
E

l gasto del gobierno federal en ciencia, tecnología e innovación para 2014, aprobado la semana pasada en la Cámara de Diputados, aumentó en 11 mil 466 millones de pesos respecto de 2013. Será de 81 mil 861 millones el año entrante, lo que representa un incremento de 12 por ciento en términos reales. Es la segunda ocasión que se produce un aumento de los recursos para la ciencia en la administración del presidente Enrique Peña Nieto, pues también el presupuesto en el año que está por concluir, creció en casi 9 mil millones respecto al de 2012.

Que los recursos para la ciencia y la tecnología en nuestro país aumenten, siempre será una buena noticia. Hubo quienes dudaban que lo planteado en la propuesta original del Ejecutivo se mantuviera, pues los daños causados por los huracanes Manuel e Ingrid, podían llevar a ajustes importantes, los cuales se realizaron en el presupuesto general, pero no tocaron para nada lo previsto para estas áreas, incluso, como veremos adelante, los diputados dispusieron un pequeño incremento adicional a la propuesta del Presidente y su secretario de Hacienda.

¿Es mucho o es poco? La respuesta depende de con qué parámetro se le compare. Dos puntos en una gráfica son muy pocos para proyectar una tendencia de crecimiento o una función, pero si la meta es alcanzar el 1 por ciento del producto interno bruto al final de la actual administración se puede decir desde ahora que el crecimiento es muy tímido y no se logrará el objetivo. Los más optimistas opinan que una tendencia de crecimiento lineal podría aumentar su velocidad repentinamente y transformarse en algún momento en una función exponencial… Hasta ahora se trata sólo de especulaciones.

Como sea, el presupuesto de ciencia, tecnología e innovación para 2014 aprobado en la Cámara de Diputados, es de 81 mil 861 millones de pesos, según se asienta en la Gaceta Parlamentaria del 13 de noviembre de 2013 (Anexo 11, pp. 11-13). Esto representa un incremento de 51 millones de pesos respecto del proyecto presentado por el Ejecutivo. Pero este leve aumento introducido por los diputados es muy engañoso, pues se acompañó de una modificación –que no puede considerarse menor– en la estructura presupuestaria del sector.

Una de las consecuencias más preocupantes de este reacomodo fue la reducción del presupuesto originalmente proyectado para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en 500 millones de pesos. Este pellizco sirvió para incrementar el ramo de las Previsiones Salariales y Económicas en 361.2 millones; y el de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación en 142. 5 millones (todo respecto de la propuesta original del Ejecutivo).

El recorte al Conacyt no se traducirá en reducciones o cambios en los presupuestos proyectados originalmente a los centros de investigación que dependen de este organismo, sino que se reflejarán en su propio gasto. Pero no hay que olvidar que éste incluye las becas y los posgrados, el sistema nacional de investigadores, la creación de nuevas plazas para investigadores jóvenes y programas de fomento a la innovación, así habrá que ver cuáles de ellos y en que medida se podrían ver afectados por el cambio señalado.

Al revisar los datos del presupuesto de 2014, tropecé con un tema que me parece importante. El presupuesto aprobado está conformado por dos elementos: Por un lado los recursos fiscales, que son los que la federación destina para el fomento de la ciencia, la tecnología y la innovación, y, por otra parte, los recursos propios, que son aquellos generados por las propias entidades que realizan actividades de investigación o relacionadas con la misma. Del total presupuestado para el próximo año, 14 mil 293 millones de pesos corresponden a recursos propios, es decir, 17.5 por ciento, cifra que no es en modo alguno despreciable y si se analiza con cuidado puede llevar a encontrar caminos interesantes.

Como ejemplo, una de las entidades que generan más recursos propios se encuentra en el sector energético. Se trata del Instituto Mexicano del Petróleo (al que algunos quisieran ver desaparecer), el cual es completamente autosuficiente, pues obtiene por sí mismo la totalidad de sus recursos, que en 2014 ascienden a 6 mil 072 millones de pesos. Le sigue el Conacyt, mediante varias entidades que quedan bajo su cobijo, como la Corporación Mexicana de Investigación en Materiales, la cual es completamente autosuficiente y obtiene mil 036 millones; el Fondo de Información y Documentación para la Industria, igualmente autosuficiente (708 millones) o el Centro de Tecnología Avanzada, que aunque no es totalmente autosuficiente genera al año 445 millones de pesos. En tercer lugar se encuentra el sector Educativo, por medio del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (920 millones) y la Universidad Nacional Autónoma de México (574 millones). En el sector salud hay organismos autosuficientes, como los Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (21 millones).

Cito estos ejemplos no porque crea haya que relevar al gobierno federal de su obligación de aportar recursos fiscales suficientes para la investigación científica, tecnológica y la innovación, sino porque estas instituciones son en sí mismas casos de éxito –o hay en su seno casos que son exitosos–, que merecen ser analizados con atención, ya que su experiencia puede ser aprovechada por otras instituciones nacionales.