Opinión
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Dentro de algunos años
U

n día no lejano habremos de revisar los sucesos de este 2013. A la distancia, confirmaremos la trascendencia de sus secuelas y todo lo que estaba en juego tras esta maraña de noticias y opiniones enmarcadas por la tradición de nuestros políticos profesionales a pontificar más que a reflexionar e interpretar con rigor y sentido histórico. Para dimensionar el alcance de todo lo que está en juego este aciago 2013, conviene revisar algunos aspectos centrales que subyacen en el conflicto educativo. Revisemos brevemente cinco de ellos.

1. Con su reconfiguración neoliberal, el Estado mexicano ha desatendido cada vez más sus responsabilidades educativas; esto es, uno de sus más altos compromisos sociales. De la educación entendida como un valor social fundamental, que garantiza el pleno y armónico desarrollo del individuo y le da sustento a las normas democráticas de convivencia, se pasa a una visión economicista de costos y rendimientos. Se pretende llevar a la educación del ámbito público al mercantil, y desmantelar con ello el marco institucional del compromiso educativo del Estado.

Por ello, culpar a los maestros de la situación que guarda la educación en los niveles obligatorios y traspasar parte de los costos operativos de las instalaciones escolares a los padres de familia es una actitud tan cínica como ruin por parte del Estado mexicano.

2. Se pretende perpetuar la hegemonía neoliberal y reforzar su predominio ideológico a través de una concepción educativa maniquea que convalida la noción simplificadora de la realidad que la caracteriza. Su objetivo no es educar ciudadanos, propiciar el desarrollo pleno de sus capacidades individuales y asociativas, su integridad emocional e intelectual, arraigar en ellos el sentido de identidad nacional y pertenencia social para que sean individuos autónomos e íntegros capaces de trabajar y desenvolverse libremente. Se trata, en cambio, de formar consumidores y empleados sumisos y obedientes, con una mentalidad individualista y una vocación de alta competencia que se identifiquen con la misión de las empresas y sus marcas comerciales. Para ello no se necesitan las ciencias de la educación y maestros, bastan la ingeniería económica y la mercadotecnia, los medios de comunicación y algunos instructores.

3. Desmantelar al magisterio como comunidad educativa representa el mayor despropósito de la contrarreforma. Socavar la integridad gremial de los profesores y el sentido de cuerpo docente forjado a lo largo del siglo XX no es sólo ignorar la epopeya histórica que significó crear el componente subjetivo del patrimonio educativo y cultural de México, sino también tirarlo por la borda y condenar a las próximas generaciones a no contar con las condiciones indispensables para educarse. El magisterio mexicano no es la suma de profesores, es una fuerza creativa que ha sostenido el proceso educativo del país durante décadas. El propósito de atomizarlo para fines administrativos y laborales no atenta únicamente contra tal o cual profesor sino debilita y desnaturaliza al conjunto de esa fuerza creativa.

La educación es el resultado de la actividad creadora de una comunidad del saber, con valores asociativos y responsabilidades compartidas. Como suma de individuos, atomizados y divididos, esa comunidad no existe, y el proceso educativo tampoco. Lo mucho que debe mejorar la educación sólo puede alcanzarse fortaleciendo el magisterio como comunidad de educadores.

Con la satanización del sindicato –evidentemente indefendible y producto del sistema político mexicano– se pretende desacreditar todo tipo de organización de los trabajadores.

4. Se ha dicho, con razón, que la contrarreforma tiene un carácter administrativo y laboral, mas no educativo. Pretende, ante todo, establecer una nueva relación salarial entre el Estado y los profesores, donde los derechos laborales sean restringidos o cancelados, con inestabilidad en el empleo y degradación y abaratamiento salarial. Donde opere la gestión gerencial de los programas escolares, y los profesores sean ajenos a su materia de trabajo.

5. Para enfrentar el proyecto educativo neoliberal y avanzar hacia una transformación educativa de gran calado a favor de su desarrollo integral, nuestro país tiene en la CNTE uno de sus principales baluartes. Su surgimiento, al despuntar los años 80, coincide con la crisis de la deuda y el inicio de la regulación monetarista. Es decir, la coordinadora ha combatido desde sus orígenes al neoliberalismo y el proyecto educativo que enarbola. Con avances y retrocesos, es una organización curtida en una lucha que en diferentes etapas la ha llevado a enfrentar a seis administraciones federales y al SNTE con todo su corrosivo poder económico y político. Sobrevivir y mantenerse en pie de lucha es uno de sus grandes méritos, al que se le suma la creciente convocatoria gremial y la renovada capacidad organizativa mostradas en esta última etapa de su lucha. Además, producto de la reflexión y el análisis sistemático, cuenta con un proyecto alternativo que sus detractores y los medios de comunicación masiva han tratado de escamotear y desconocer.

Por eso, más allá de la necesidad de consolidar su posición negociadora e interlocución con los gobiernos federal y estatales para fortificar diques de contención suficientes para bloquear la implantación de la contrarreforma, la CNTE se prepara para una lucha de largo aliento a favor de la educación nacional. Es imprescindible que la sociedad mexicana entienda, a contrapelo con la propaganda maniquea, que la CNTE es uno de sus principales activos.

Estos puntos permiten apreciar que, al igual que la energética y la laboral, la cuestión educativa que hoy se dispu­ta en México involucra al conjunto de la sociedad. Independientemente de los sectores, organizaciones o personalidades que las encabecen, son luchas que nos convocan a todos y a las que nadie debe sustraerse. Así, dentro de algunos años, cuando revisemos los sucesos que ahora corren, nos podremos sentir orgullosos de haber sabido defender nuestro patrimonio y ganar nuestro futuro.

* Profesor-investigador de la FES Acatlán, UNAM