Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 24 de noviembre de 2013 Num: 977

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El Premio FIL a
Yves Bonnefoy

José María Espinasa

Artigas en el cuarto
de los espejos

Alejandro Michelena

El asesinato de
Roque Dalton

Marco Antonio Campos

Cambio de armas
Esther Andradi entrevista
con Eva Giberti

La aventura artística
de Philip Guston

Eugenio Mercado López

Philip Guston,
del muralismo
al cartoonism

Gonzalo Rocha

Diego y Frida,
una pareja mítica

Vilma Fuentes

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Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
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Foto: quickiwiki.com

Cambio de armas

entrevista con Eva Giberti

Esther Andradi

Se llama Eva, y se rebela, como su nombre lo indica. Como académica, en el campo del conocimiento; como madre, en la búsqueda de justicia para su hijo, preso político por más de una década; como mujer, contra la violencia de género. Desde el verano de 2006 es la Coordinadora el Programa de Víctimas contra las Violencias, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Argentina. La sede del Programa está en el corazón financiero de Buenos Aires, conocido como “la City“, donde alternan bancos y casas de cambio. Aquí se siente el vertiginoso pulso del dinero. Pero cuando una se acerca al tercer piso donde se encuentra el despacho de la doctora Eva Giberti, lo que salta a la vista es la violencia cotidiana. En una habitación contigua a su oficina funciona la línea telefónica 137, un cable a tierra atendido por cinco profesionales, psicólogas y asistentes sociales, 24 horas los 365 días del año. Y el teléfono llama todo el día. Mujeres que piden ayuda. Entre el amor y el terror. Es mi tía, dice una joven. Ella no puede hablar ahora pero me pide que te pase la dirección donde está. Es una mujer que solicita apoyo para defenderse de su conviviente golpeador. La profesional pregunta con decisión, se encarga de que la afectada pueda encontrar en su voz un refugio y, sobre todo, una respuesta pronta. Siempre en el borde entre la vida y la muerte.

“El Llamado 137 para Violencia Familiar es mi invento. Comenzamos en la ciudad de Buenos Aires y ahora estamos instalando el 137 en diferentes provincias. Antes las instituciones estaban acostumbradas a derivar los casos. Las estadísticas hablan solamente de las denuncias, que son un treinta y ocho por ciento. Pero la orientación e intervención telefónica es apenas una parte: nuestro programa incluye un equipo móvil de intervención domiciliaria. Nosotras vamos a buscar a las víctimas a la casa y nos encargamos del seguimiento de los casos para encontrar alternativas de trabajo y vivienda.”

Habíamos concertado una cita para el mediodía y me parece imposible que Eva Giberti, la psicoanalista, la especialista en género e infancia, la profesora, la que escribió seis volúmenes sobre adopción y otros tantos acerca de educación para padres (y madres), la que acaba de presentar los logros del Programa de Víctimas contra la Violencia en la Comisión Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas, haya encontrado inmediatamente un espacio para atenderme. Me recibe en su despacho con el cabello oculto tras un turbante de vivos colores “porque no tuvo tiempo para la peluquería”, confiesa sonriente esta mujer llena de energía que mañana cumple ochenta y cuatro años.

Antes de la primera pregunta, una asistente me acerca estadísticas y cifras del Programa: desde enero de 2008 hasta abril de este año la línea 137 recibió 65 mil 856 llamados de abuso sexual y violencia familiar.

“Debería estar en casa y con pantuflas cuidando nietos, pero soy Géminis y tengo un cromosoma insurreccional respecto de las injusticias. Este programa es la consagración de lo que he hecho toda mi vida en muchas áreas, divulgando el psicoanálisis, escribiendo en los medios de comunicación.”

Y más cifras: el equipo móvil de víctimas de violencia familiar atendió a 17 mil 653 personas de octubre de 2006 a abril de 2013.

–En febrero del año 2006, el entonces presidente Néstor Kirchner me convocó a una reunión para avanzar en estrategias de poder y atacar de raíz las violencias contra las mujeres. “Queremos invitarla a usted y a su equipo”, me dijo. Como profesora universitaria había estado vinculada siempre a muchos grupos, como terapeuta a numerosas instituciones, como feminista a la militancia... ¡pero yo no tenía un equipo!

–Y tuvo que formarlo para iniciar el programa...

–No fue fácil. Las psicólogas y asistentes sociales estaban preparadas para el consultorio, para trabajar en instituciones, eran especialistas en Lacan... ¡pero en su vida habían estudiado ni se habían confrontado con lo que significa una víctima de violación! Hicimos muchas entrevistas... y aprendimos. No bastaba con la voluntad política ni con la proclamación de nuevas leyes. Era necesario formar a la gente, y con gran resistencia, porque veníamos del neoliberalismo. No había ninguna experiencia, porque una cosa es trabajar en los organismos y otra, trabajar en la calle. Y mucho menos con la policía. Entonces creamos los “móviles” para trabajar junto con la policía. Y con recíproca resistencia por parte de la policía.

–De allí surge la ley 26.485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, sancionada en 2009. ¿En qué consiste el “móvil”?

–Hay un equipo móvil de intervención domiciliaria y seguimiento en casos de violencia familiar. Si la mujer está de acuerdo, el equipo va a la casa, se informa de la situación en general, si hay armas, qué tipo de violencia sufre, si hay violencia psicológica, económica, violencia en la pareja...

–Pero también ha creado una Brigada de base, que se ocupa de delitos contra la violencia sexual.

–Logramos que el Jefe de la Policía, ante cualquier víctima de violencia sexual, solicite la presencia de la Brigada, un equipo de psicólogas y trabajadoras sociales que acompaña a la víctima. Antes, tres médicos hacían una revisión, ahora sólo el médico legista. Y cuando el juez la cita a declarar, si ella lo desea, puede ingresar junto con una de nosotras. Hemos logrado que cadetes, oficiales y suboficiales que aspiran a ascender en la Policía Federal tengan que aprobar un curso de introducción en temas de violencia. Mucho se puede hacer, siempre que haya una voluntad política, decisión e imaginación para hacerlo. Estamos hablando de tabúes, de violación en el matrimonio, de violencia obstétrica. Por eso el Programa se llama Las Víctimas contra las Violencias. Es lo opuesto a lo que siempre se hizo con las mujeres. Contra introduce la idea de emancipación de las víctimas. Nuestro trabajo es empoderarlas. Para que asuman sus derechos, que sepan cuál es la obligación del Estado. Que nunca se resignen.