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También muestra las esperanzas, invita a sentir emociones, dice el escritor israelí

La literatura, herramienta para comprender al otro: Etgar Keret

Asiste en México a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde Israel es el país invitado este año

Presentará sus textos Los siete años de abundancia y Keret en su tinta

 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de noviembre de 2013, p. 4

Hasta el momento no he visto que un libro detenga una bala, dice el escritor israelí Etgar Keret. Sin embargo, subraya, son los libros, la literatura, los que dan las herramientas para entender al otro, para ponerse en los zapatos del otro y comprenderlo.

Keret se encuentra en México para presentar tres nuevos libros, dos de ellos este miércoles en el Foro Shakespeare, Los siete años de abundancia y Keret en su tinta, que también forman parte del programa de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, al que se suma el libro para niños Cachorro peludo de niño gato, que publica Alfaguara Infantil.

La literatura muestra las esperanzas: cuando escribo, te invito a sentir, a mostrar alguna emoción, pero para que eso funcione tienes que querer hacerlo. Vivo en una región donde la mayoría de quienes quieren compartir emociones son los que quieren la paz. Los otros no leen, son los que se quieren matar. Si les doy un libro te golpearán la cabeza. Siempre he pensado que la literatura es como un susurro, si lo intentas con ganas puedes escucharlo, pero si te importa un carajo jamás lo escucharás, dice el escritor israelí, quien muy pronto se convirtió en uno de los autores favoritos dentro y fuera de su país y México, por supuesto, no podía ser la excepción.

Hoy recuerda sus inicios, hace 26 años, cuando escribía una historia e imprimía tres copias: para sus dos mejores amigos y otra para su hermano. Me gusta cuando la gente ama mis libros, y esto era cierto cuando tenia tres lectores.

Habla muy rápido. En inglés. Pero muy rápido. Para frenar un poco su jet-lag buscamos un lugar donde haya un poco de sol. Hasta ese lugar llegará, a mitad de la entrevista, un remolino a rayas: su hijo de ocho años. Viene feliz del museo. Toma algunas fotos y se va con su mamá. Es precisamente con el nacimiento de su hijo con el que comienza la serie de textos que se publican en Los siete años de abundancia.

–¿Qué significa hablar hoy de literatura israelí?

–Usualmente pareciera un lugar muy simple, el conflicto palestino-israelí, Irán, el tema nuclear, pero Israel tiene muchas dificultades y problemas dentro de su sociedad. Creo que pasa lo mismo cuando alguien de México sale y le dicen “¡Ah, México! El narco. La corrupción”, pero hay más problemas que esos. Esta es una buena forma de aprender de un país, no lo que se ve en CNN, sino lo que realmente siente un país. Cómo se siente un país.

–¿Hasta qué punto influye el conflicto en la literatura?

–Cuando crecí la literatura era sólo del conflicto y el holocausto. Si querías escribir algo que no fuera el holocausto y el conflicto entonces no sabías tu profesión. Ahora hay gente que escribe directamente del conflicto o el holocausto, pero hay otros como yo: yo no escribo de eso directamente, pero está siempre ahí. Siempre está la ansiedad de holocausto, la agresión, algunas veces ese no ver al otro. Todas esas cosas en verdad siento que conflicto y holocausto, pasaron de estar al frente a estar en segundo plano.

“Si vas a una calle israelí y ves dos taxistas gritando, te puedo decir que discuten sobre el conflicto, porque esos dos taxistas fueron soldados y si estuvieron en el ejército le gritaron a los palestinos o les dispararon, y después regresan a sus casas y se gritan entre ellos. Eso está dentro del sistema. No está separado el conflicto. No es decir este es conflicto y esta es la realidad. Estamos hablando de un país donde todos los que tienen 18 años van al ejército por tres años, y toman algo de regreso con ello, afecta la forma en que ven la realidad. Es algo que los hace más desesperanzados y desesperados, los coloca en un lugar agresivo, afecta a la gente de manera individual, pero es vivir en un país con un futuro cierto.

Foto
El escritor, durante la entrevista con La Jornada en un hotel de la ciudad de MéxicoFoto María Luisa Severiano

“¿Podrías imaginarte un país donde no se hable ya español? Cuando vives en Israel sientes que es algo que podría pasar el próximo año. Creo que nadie se da cuenta de lo que significa vivir ahí. Es como estar dentro de un reality show donde la gente te quiere fuera del programa.”

–Sería inocente pensar que no habrá manifestaciones contra Israel.

–Creo que es algo legítimo. Si hay un país que ocupa y no le da derechos, creo que es algo natural que la gente quiera protestar contra eso, pero al mismo tiempo es gracioso ser el escritor que escribe contra los puestos de control y ser al que le gritan asesino de niños. Al final son los escritores y los académicos el blanco de esas protestas. Las protestas no son frente a las casas de los empresarios. Pero así es la vida, somos seres humanos.

–¿Hay lugar para los libros en países como Israel y México que viven sus propios conflictos y violencia?

–Tiene un lugar muy importante, lo que siento es que un libro es un punto de encuentro entre dos conciencias: cuando escribo un libro y tú lo lees, sientes de alguna forma y por un momento lo que es ser yo. Creo que se puede hacer desde la seguridad de la literatura. Si leo un libro en el avión acerca de la migración de los mexicanos a Estados Unidos, y llego a Nueva York y tomo un taxi en el que el conductor es mexicano, no hablo de la migración con él, porque en la vida tengo miedo, porque en la vida real el otro puede ser un peligro potencial.

“Vas en la calle y alguien te dice ‘disculpe…’, le respondes ‘tengo prisa’. Escribir un libro es decir ‘Disculpe…’ y ahí sí puedes escucharme. Al igual que cuando vas al gimnasio a ejercitar los músculos cuando lees ejercitas el músculo de la empatía. Aprendes cómo se ve la vida desde otros ojos, en Israel trabajo mucho con delincuentes juveniles, y me insultan, me dicen que no leen. Les respondo que cuando leen pueden darse cuenta de cómo piensa el otro, pueden saber cómo piensa la chica que les gusta y quizás hasta obtener su número de teléfono, o saber cómo piensa el vendedor de drogas y hasta obtener un descuento.

“Leer es una herramienta de vida, es tener la habilidad de saber cómo piensa el otro y entenderlo en un momento en que vivimos en una sociedad capitalista e individualista donde a la gente no le importa un carajo lo que otra gente piensa.

Cuando alguien toma un libro y dice que es difícil de leer, ¿qué es lo difícil? Lo difícil no es leer las letras. Lo que es difícil es salirme de mi propio cuerpo y entender lo que significa ser otra persona.

Como escritor, porque también es cineasta y profesor en la Universidad de Tel Aviv, su principal temor es perder la capacidad de reflejar las cosas, no entender al otro. Escribir, al final, es acerca de comunicar. Si ser escritor es ser más inteligente que los demás no sería escritor, porque no soy más inteligente que otro. Pero si ser escritor es ser honesto acerca de las debilidades y articularlas, entonces quizá pueda serlo porque soy tan débil y estoy tan jodido como los demás.

Keret en su tinta, adaptaciones de sus cuentos a cómic por artistas mexicanos, y Los siete años de abundancia se presentan este miércoles 27 a las 19:30 horas en el Foro Shakespeare (Zamora 7, colonia Condesa).