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Penultimátum

Ocaso de Il cavaliere

S

i viviera, Federico Fellini se ocuparía de plasmar en una película la tragicomedia protagonizada por Silvio Berlusconi. Otro director, Dino Risi, despiadado a la hora de mostrar con humor en sus películas las flaquezas del pueblo italiano, llamaría a Alberto Sordi para que le hiciera de Il Cavaliere y mostrara el lado patético de un político que se niega a reconocer que terminaron sus días de impunidad.

Todo indica que concluyeron el pasado miércoles 27, fecha que ha entrado en los anales de la historia de Italia. Ese día, en medio de un silencio sepulcral, el presidente del Senado anunció la expulsión de Berlusconi. Como parlamentario estuvo los recientes 20 años. Desde hace tiempo había motivos suficientes para expulsarlo y ocupara en cambio un sitio en un reclusorio. Pero esta vez solamente uno prevaleció: el haber sido condenado por fraude a cuatro años de cárcel. Una ley establece que del Poder Legislativo italiano no puede hacer parte quien haya sido condenado de manera inapelable a más de dos años de prisión.

Berlusconi entró en el Parlamento en 1994. Desde entonces siempre fue relegido como diputado. En los comicios de la primavera pasada se convirtió por primera vez en senador. También fue tres veces primer ministro. Aunque luego de ser expulsado, Berlusconi que ya carga a cuestas 77 maquillados años, prometió seguir en la política en calidad de líder espiritual de la derecha.

Dignas de película son sus frases finales en medio de la derrota, acompañado de su novia, de 27 años cumplidos: Hoy la izquierda brinda porque han conseguido llevar a su enemigo ante un pelotón de fusilamiento. Está eufórica. Pero nos volveremos a ver. Aquí seguiremos. Hoy es un día de luto para la democracia de este país. A los magistrados que lo condenaron los acusó de abrazar las ideas extremistas del grupo terrorista Brigadas Rojas.

Por su parte su hija Marina, quien figura como su posible sucesora política, aseguró: Este país y esta democracia deben de avergonzarse por lo que está soportando mi padre.

En tanto, las senadoras del partido que fundó el también zar de la televisión italiana se presentaron en el Parlamento vestidas de riguroso negro y algunas llevando incluso un brazalete negro en señal de duelo. Hasta calificaron la expulsión del líder de golpe de Estado. Hoy se expulsa a la democracia.

La clase política italiana, acostumbrada a protegerse a sí misma, dejó finalmente al empresario más rico del país en manos de la justicia que, aseguró en una sentencia, padece una irrefrenable tendencia a delinquir. Espera condenarlo por otros delitos económicos y por inducir a la prostitución a menores de edad. En cambio, Il Cavaliere convoca a los suyos a una próxima campaña por la libertad. La suya, por supuesto.