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Ante la alocución del autor israelí en un acto de la FIL, estalló la ovación de los asistentes

Palestina tiene el derecho natural a su soberanía: David Grossman

Tienen el privilegio como seres humanos de no sentir la cara de la ocupación, dijo

En su obra vuelca lo mejor que tiene, pero no deja el compromiso cívico que lo obliga a defender las mejores opciones, aunque sea llamado traidor, expresó Vargas Llosa, quien lo acompañó en el encuentro

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Críen ustedes a sus hijos sin el temor y sin la sombra de la ocupación, pidió el autor, en primer plano. Atrás, Mario Vargas LlosaFoto Arturo Campos Cedillo
La Jornada Jalisco
Periódico La Jornada
Lunes 2 de diciembre de 2013, p. 8

Guadalajara, Jal., 1º de diciembre.

Israel es el hogar y cobija del mundo para los judíos. El factor de protección de los judíos es Israel. Se necesita que haya paz entre nosotros y los palestinos o entre los palestinos y nosotros. Los palestinos deben tener su propio estado independiente y soberano, señaló el escritor israelí David Grossman (Jerusalén, 1954) durante la apertura del Salón Literario de la edición 27 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

En el encuentro estuvo acompañado por su colega Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936), Premio Nobel de Literatura 2010, y el periodista español Juan Cruz, quien fungió como moderador.

Cuando escribimos

En hora y media, cuando inició el decálogo de preguntas, quedó al descubierto la experiencia que desde la infancia ambos autores tuvieron con las letras, el asombro que les causa el mundo descubierto en un libro y el privilegio de ser escritores.

Cuando escribimos, nos enfrentamos a materiales muy importantes. El mundo siempre trata de inundarnos con aspectos irrelevantes; cuando uno escribe, se enfrenta con el material más relevante de uno, de su ser, de su cultura, de su país, del mundo actual, dijo el israelí.

David Grossman comparó el ejercicio que el lector hace al leer un diario y una obra literaria con un pasaje de Madame Bovary, del francés Gustave Flaubert. En esa parte de la novela de Flaubert, Emma Bovary y su amante tienen sexo a bordo de un carruaje en movimiento. Con el paso de la lectura, los habitantes señalaban al vehículo cada vez que lo veían pasar, a sabiendas de lo que ocurría adentro. Para Grossman, los medios de comunicación son lo que señalan el carruaje y los escritores se introducen en él para ver qué pasa en su interior

El autor de La sonrisa del cordero (1983) es, además de un apasionado del teatro y uno de los autores más importantes en lengua hebrea, un reconocido activista por la paz.

Durante la segunda guerra del Líbano, en agosto de 2006, al lado de los escritores Amos Oz y Abraham B. Yehoshúa, Grossman participó en una conferencia de prensa en la que los tres instaron al gobierno israelí a aceptar un cese al fuego con el fin de crear una base para una solución negociada.

Dos días después, su hijo Uri, de 20 años, sargento de una unidad de tanques, murió alcanzado por un misil durante una operación de las fuerzas armadas en el sur del Líbano. Desde entonces, Grossman ha criticado con dureza a los políticos de su país.

En un principio, Grossman rehusó hablar del conflicto entre Israel y Palestina: Tenemos que arruinar un momento tan sublime hablando de política. Quizá la cascada de palabras que soltó Vargas Llosa en torno al tema y al papel de Grossman no sólo como escritor, sino como un israelí más, llevaron al autor de La vida eterna, Más allá del tiempo, Delirio y El chico zigzag, entre otras novelas, a opinar sobre el gobierno de Israel y a defender al pueblo palestino.

Insistió en que tienen derecho a tener un estado libre, independiente y soberano. Tienen el privilegio, no como palestinos, sino como seres humanos, de vivir su vida, de que tengan una vida normal, de que no sean humillados como bloques, que no sientan la cara de la ocupación. Considero que si yo estuviera ahí, en esos territorios ocupados, mi vida sería un tormento.

Los aplausos estallaron en el auditorio donde se realizó el Salón Literario. Luego reinó el silencio. Grossman prosiguió, cautivando con sus palabras.

“No puedo tolerar el hecho de que somos capaces de interferir e intervenir en la vida privada e íntima de la gente. Críen ustedes a sus hijos sin el temor y sin la sombra de la ocupación. Yo no quiero que nadie tenga sombras en el mundo ni quiero sombras sobre mí. Mientras hay ocupación, hay sombras en nosotros y no respiramos el aire que debemos respirar.

Es su derecho natural, el de los palestinos, tener su hogar, definir su destino, su soberanía, construir su sociedad, no siempre frente al conflicto, expresó.

Israel no es un hogar

Grossman continuó: Es doloroso admitirlo, pero Israel no es un hogar. Sus fronteras se han movido cada vez que hay una guerra, cambian una y otra vez, es como vivir en una casa con paredes móviles, donde la tierra siempre está temblando bajo nuestros pies. Tener paz con nuestros vecinos nos dará un sentido de hogar.

Recordó que hace un par de días, países de la Liga Árabe presentaron un escrito para llegar a un acuerdo de paz en la zona. Quizá no estoy de acuerdo con todas las partes. Desafortunadamente, el gobierno de Israel no ha respondido a esa iniciativa para comenzar la paz. Yo critico a Israel cuando debe ser criticado. No a Israel, sino a sus gobiernos, que durante años han sido incapaces de llegar a mesas de negociaciones, concluyó el escritor.

Grossman ha tenido diálogo con palestinos. Recorrió su territorio conversando, entendiendo escuchando, polemizando, esa es la conducta cívica de un hombre como él, la encarnación de lo que Sartre decía debía ser un escritor, comprometido con su oficio y que a la hora de escribir vuelca lo mejor que tiene, pero no deja de lado el compromiso cívico, más moral que político, que lo obliga a defender las mejores opciones, incluso aunque eso signifique ir contra la corriente, aunque sea llamado por los intolerantes como un traidor, concluyó Vargas Llosa.