Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 8 de diciembre de 2013 Num: 979

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Dos fines de semana
en Austin City Limits

Saúl Toledo Ramos

La restauración agónica:
el primer año de EPN

Gustavo Ogarrio

La taquería
revolucionaria

Juan Villoro

Luis Villoro:
nueve décadas y más

Isabel Cabrera

Los búhos de papá
Carmen Villoro

Los Bronces de Obregón
Leandro Arellano

Encuentro
Dimitris Doúkaris

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Poesía
César Cano Basaldúa
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

Jorge Moch
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Twitter: @JorgeMoch

Gracias, Pepe Gordon

José Gordon es un escritor y periodista, creador y conductor del mejor programa de explicación de temas científicos que se haya hecho en México, La oveja eléctrica –el título de la serie es, claro, un guiño a la emblemática novela futurista de Phillip K. Dick– que felizmente sigue al aire en su séptima temporada ya, en la barra de Canal 22 (los martes a las 20:30 hrs., con retransmisiones los viernes a las 13:30 y a las 17:30), sobreviviente televisora del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), que sigue afortunadamente allí a pesar del alud pragmático y neoliberal a ultranza que hoy parece arramblar toda expresión de gobierno en México.

La oveja eléctrica se ha convertido en siete años, y en contraste con la basura que producen a raudales las televisoras privadas, en raro ejemplo de que cuando se quiere hacer televisión de calidad para el intelecto del público todo es posible. Engalanada con un magnífico diseño visual –son dignas de mención sus cortinillas de introducción y corte a espacios promocionales, realizadas estupendamente, según explicó a este aporreateclas el productor del programa, Froylán López, por el despacho de diseño creativo Tono y más recientemente por Maribel Martínez– La oveja eléctrica tiene además una virtud especial: hace más llevaderos y digeribles trasuntos científicos de complejidad específica –cuando explica por ejemplo el Bosón de Higgs o qué diablos se cocina en las entrañas del laboratorio que alberga el inmenso acelerador de partículas subatómicas de la Organización Europea para la Investigación Nuclear, allá en Suiza– quitándole a la ciencia un poquito de su característica arrogancia ante los legos como bien refleja esta afirmación del mismo Gordon: “De la misma manera en que uno no necesita ser novelista para disfrutar de una buena novela, tampoco necesita ser científico para disfrutar de lo asombroso que son los relatos de la ciencia.”

Pepe Gordon echa mano de su don de conversación y trae a cuento un amplio abanico de temas, desde la maldad como resultado de sumas y restas bioquímicas en el cerebro humano hasta cómo funciona un telescopio orbital, con amenas entrevistas a algunos de los más encumbrados científicos que lideran igualmente variadas disciplinas, desde las neurociencias hasta la astrofísica y ello incluye a varios premios Nobel. Pero es de particular importancia que difunde el trabajo de notables científicos mexicanos como Gerardo Herrera y Ranulfo Romo.

Lejos de convertirse en un mamotreto enciclopédico de impenetrable espesura, La oveja eléctrica se hace cargo, en distintas secciones, de los asomos de la ciencia en lo cotidiano y busca a menudo establecer un vínculo fascinante entre arte y conocimiento. Breves espacios en formato de cápsula, distintos en cada episodio quedan a cargo de otros conductores, como Silvina Espinosa de los Monteros (la autora de Ciudad de tinta) con sus Supersabios o Myriam Moscona cuando expone –su sección se llama juguetonamente Veo, veo– sorprendentes sucesos científicos que abren la puerta a despliegues visuales propios de artes plásticas, o allí las afortunadas, divertidas intervenciones del prestigioso ajedrecista Manuel López Michelone, mejor conocido por su apodo de la Morsa (y quien, casi nada, además de Maestro fide de la Federación Internacional de Ajedrez, es físico egresado de la Facultad de Ciencias de la UNAM, con una maestría en Inteligencia Artificial por la Universidad de Essex), cuando elabora acerca de las matemáticas complicaciones de las mágicas escaleras de Escher.

Para redondear el paquete, el año pasado la editorial Sexto Piso publicó al alimón con Conaculta la historieta La oveja eléctrica y la memoria del universo, escrita por el mismo Gordon y con dibujo del estupendo ilustrador Ricardo García, quien firma con el seudónimzo de Micro.

Es tranquilizador por decir lo menos que en un país como el nuestro, sumido en la barbarie y la rebatinga del robo institucionalizado aún hay ciudadanos que se preocupan por lo verdaderamente importante –el arte, el conocimiento– y son capaces de salvar escollos presupuestales y politiqueros para llevar a los hogares mexicanos televisión de calidad, que siembre en nuestros niños y jóvenes la avidez por el conocimiento y no solamente la moda pasajera o la vocinglería emergente de balazos y sirenas.

Por eso, Pepe, Morsa, Myriam, Silvina, Froylán y todos los que de cualquier manera contribuyen a la confección y la vigencia de La oveja eléctrica, muchas, muchas gracias.