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La desigualdad impactó a la Casa Blanca
E

l presidente Barack Obama pronunció uno de sus más importantes discursos en materia de justicia social y económica, el miércoles pasado. “Estoy convencido –dijo– de que las decisiones que tomemos en los próximos años determinarán si nuestros hijos crecerán en un país en el que haya suficientes oportunidades”. Agregó: Aquellos que nacen en el 20 por ciento del grupo con más bajos ingresos tienen una oportunidad entre 20 de llegar a los niveles más altos; en cambio, dos de cada tres de quienes nacen en el 20 por ciento del grupo de más altos ingresos tienen la oportunidad de permanecer en ese grupo. La desigualdad en Estados Unidos, cuyo producto interno es casi el doble del de China y ocho veces mayor que México, es una lacra que se inició a consecuencia de la política económica neoconservadora iniciada en los años en que Reagan fue presidente. En la actualidad el nivel de inequidad en la distribución de la riqueza sitúa al país al lado de otros como Jamaica. Por fin, el presidente atinó a enfatizar esta grave situación, ignorando la cínica e inútil obsesión de los conservadores por reducir el déficit a costa de las redes de protección social y el aumento del desempleo, señaló Paul Krugman en su columna del New York Times.

En este contexto, no está por demás recordar lo que otro economista, Robert Reich, nos dice en su documental sobre la desigualdad: el salario de un director o gerente de empresa puede ser 185 veces mayor que 2l que percibe buena parte de quienes trabajan en esa empresa. La reacción a esa abismal diferencia es la serie de protestas iniciadas hace algunas semanas por trabajadores de diversas cadenas de servicio y alimentación. Entre ellos, los de Walmart, que en diversas ciudades se manifestaron para protestar por la precariedad de sus salarios. Lo mismo sucedió la semana pasada, cuando miles de trabajadores de cadenas de comida rápida como McDonalds, Jack in the Box y Kentucky Fried Chicken salieron a la calle para exigir un salario mínimo que efectivamente cumpla con el propósito con que fue creado: satisfacer los mínimos requeridos para que un trabajador pueda vivir dignamente.

Cuando se advierten las condiciones de desigualdad en el país y que, a pesar de ello, hay quienes insisten en eliminar las redes de protección social que atenúan esas diferencias, es necesario aquilatar en toda su dimensión lo dicho por Obama. Su intención de ignorar a los que insisten en desviar la atención de un problema tan grave como la pobreza y la desigualdad le permitirá volver al camino que extravió, obligado por las interminables batallas en contra de quienes insisten en obstaculizar sus programas, entre ellos el plan de salud.

Desafortunadamente, la desigualdad es un problema que se multiplica y tiene una cara aún más cruel en otras sociedades, como la nuestra, en la que el cinismo de unos cuantos no sólo la ignora, sino que acusa de populistas a quienes buscan la forma de por lo menos atenuarla.