Opinión
Ver día anteriorLunes 9 de diciembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
Peregrinar esperanzador
E

n la noche decembrina mi pensar recordaba la poesía desmayada que generó una forma de periodismo de mi entrañable Carlos Payán y sus inolvidables rayuelas. En esta semana que la Universidad de Guadalajara le concedió el doctorado honoris causa.

El toreo como el periodismo es búsqueda interior, expresión natural, sencilla, nacimiento artístico: un decir que singulariza. Decir mexicano, lento, lánguido, desmayado, arrastrador de muleta que remata y da pie al siguiente y es diferente a dar sólo pases aislados que terminan por aburrir a la clientela. Tarde aburrida la de ayer en que solo toreaban mariposas en la mente. Las complicaciones de las reformas que nos afectarán a todos lo que vivimos en este país. No aparecieron las faenas ligadas que llenan de emoción, geometrías en fiesta mexicana, temblor de tierra.

La corrida siguió la pauta de casi la mayoría de los carteles; toros débiles, sin clase, sin transmisión y sosos. Algunos peligrosos al sosear. Regaló un toro el sevillano Daniel Luque de la ganadería de Xajay y ¡oh sorpresa! tomo tres puyazos y aun le falto otro. Acostumbrados a los toros débiles el matador fue puesto a prueba por el toro que se comía la muleta y no humillaba y terminó perdiendo los papeles. Necedad de andar regalando toros. Máxime que había cortado una oreja por una estocada defectuosilla pero espectacular y mostrado finura en su quehacer torero. En la misma forma Fermin Espinola, cortó otra oreja por similar estocada. Total ya se acercan los regalos de Navidad.

Noche con imágenes sacudidas por sonidos negros, peroleros, trasparentes, memoria de sobrevivencia de nuestra sociedad matrilineal que expresa nuestro toreo en los arrullos a los toros. Magia de rumores, de viejos amores, faenas imborrables, burbujeo de pájaros, zumbido de insectos desesperanzar lento del arte mexicano, canto de ruiseñores a la morena de los labios húmedos, cabellos juegos de luz, ojos foros eternos, canto y danza de aves con lento rimo de verónica que se duerme en el ruedo. Gota de tinta sangre emparentada en la noche sublime de la mano excelsa guadalupana que nos da identidad.