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Nadie dudaba de que fuera avalada, sólo aguantaban los discursos del sol azteca

El rechazo a la reforma energética, como hablar a la pared, deploran perredistas

Los más descalificados fueron los panistas, a quienes acusaron de vendepatrias y entreguistas

 
Periódico La Jornada
Martes 10 de diciembre de 2013, p. 7

Senadores patriotas, ha dicho César Camacho, presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), para referirse a sus compañeros de militancia que votaron en comisiones la reforma energética.

Pero el senador duranguense José Rosas Aispuro (PRI) no quiso que a nadie le quedara duda. Pudoroso o ingenuo, propuso que en la exposición de motivos del dictamen –es decir, sin validez legal–, se añadiera el texto siguiente: Es importante señalar que los cambios que se proponen no implican ninguna forma de privatización ni de Petróleos Mexicanos, ni de la Comisión Federal de Electricidad...

Sus compañeros de partido y los panistas votaron en contra.

¿Por qué aclarar si blanquiazules y tricolores insisten al hartazgo en que la privatización es una mentira de los nostálgicos de los mitos?

Bueno, pues la del duranguense fue una de las poquísimas ocasiones en que un senador ajeno a las filas de la izquierda habló más de tres minutos.

Porque los reformadores callaron. Unos más que otros, claro. En la primera ronda del rosario de votaciones, el líder petrolero Carlos Romero Deschamps apenas levantó la mano, pese a que el resto de los legisladores votaron uno por uno y en voz alta. Después hizo mutis y se convirtió en una de las comidillas de la jornada porque los panistas soltaron que su sindicato saldrá del consejo de administración de Pemex, aunque el punto no está en el dictamen.

Salvo algunos intercambios durante varios sainetes, el resto de los senadores del PRI, el PAN y el Verde sólo repitieron dos palabras durante largas horas: En contra. Así fueron rechazadas una por una las peticiones de discutir las reservas presentadas por los perredistas y el petista Manuel Bartlett.

Nadie ponía en duda la aprobación de la reforma energética. La preocupación de panistas y priístas era cuánto tiempo tendrían que aguantar la solitaria oratoria perredista.

El Partido de la Revolución Democrática (PRD), como se sabe, tomó durante unas horas la tribuna, pero la dejó luego de que algunos senadores, encabezados por Dolores Padierna, obtuvieran el compromiso de sus contrapartes del PRI de que la ley reglamentaria que incluye la figura de la consulta popular sería discutida de inmediato en la Cámara de Diputados.

A Padierna le ha tocado encabezar al grupo parlamentario del PRD en ausencia de Luis Miguel Barbosa, quien se recupera de una complicación diabética, pero que hoy tuvo silla, vacía, al lado de Cuauhtémoc Cárdenas.

Acompañado de su hija Camila, Cárdenas vino a decir –un poco tarde, se dijo afuera, en la protesta de las cucharas de Morena– que esta reforma provocará un desastre en el país, y que debe señalarse a sus autores y votantes porque nos lleva a una situación que existió en la época porfirista.

Cárdenas también tuvo una expresión que parece indicar que el sol azteca no tiene todos los huevos en la canasta del plebiscito: (los legisladores del PRD) están ya considerando otras medidas de carácter jurídico y legal para buscar que estas reformas no pasen, buscando otros recursos por las vías legales y constitucionales, para que no fuera la consulta el único mecanismo que nos quedara al frente.

Tiempo, senador, dijo el ex gobernador Enrique Burgos, dueño de la mesa de los debates. Veintidós grados, medio nublado, respondió al uso del micrófono el senador Alejandro Encinas. Sarcasmo hijo de la impotencia, de la soledad de los oradores perredistas que, como expresó el tabasqueño Fernando Mayans, a ratos parece que le hablan a una pared.

¡Cobarde, respete al presidente!, se indignó el cacique magisterial sinaloense Daniel Amador Gaxiola.

El intercambio sigue, pero no pasa a mayores. Y esos escarceos hacen que se olvide por momentos el fondo del debate.

Encinas aborda un ángulo cuando cita a Peña Nieto, quien alguna vez le dijo: el arte de la política es saber conservar el poder.

Entró entonces el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal en una disquisición sobre el poder económico (el petróleo, la electricidad) que ha apuntalado el poder político de los presidentes mexicanos: es abdicar también del poder del Estado, y vaya que resulta estúpido renunciar.

Tarde y noche de ofendidos. Los panistas parecieron los más despreciados, por el calificativo de vendepatrias, porque resultaron los más entreguistas en los discursos amarillos. Los priístas aguantaron mejor los adjetivos, excepto cuando se llamó cobarde a Enrique Peña Nieto. Se esconde en este momento, aseveró el senador tabasqueño Adán Augusto López, en referencia al viaje a Sudáfrica.

En otro sainete, el tabasqueño Mayans acusó a David Penchyna, presidente de la Comisión de Energía, de agredirlo verbalmente hasta con mentadas de madre.

La denuncia fue aprovechada por Pablo Escudero (pevemista, aunque es yerno de Manlio Fabio Beltrones) para decir que el día anterior los perredistas aplaudieron cuando Layda Sansores los instó a privatizar a la puta madre que los parió.

Ya entrada la noche, Manuel Bartlett recordó el compromiso de que no se debatiría de madrugada. Pero todos los grupos parlamentarios, incluyendo el PRD, anunciaron: seguiremos trabajando aunque la sesión dure dos días.

No hay prisa de nada, escribió Padierna, aunque casi al mismo tiempo su colega Mario Delgado anotó: quieren mantener la sesión para que mañana se presente la primera lectura en el pleno. ¡Les urge pasarla!