Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 15 de diciembre de 2013 Num: 980

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Poesía y educación:
algo huele a podrido
en la enseñanza

José Ángel Leyva

Andanzas del
marxismo lennonismo

Luis Hernández Navarro

Albert Camus desde
esa visible oscuridad

Antonio Valle

Camus: la rebelión
contra el absurdo

Xabier F. Coronado

De aforismos, cuentos
y otras aventuras

Mariana Frenk-Westheim

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Orlando Ortiz

A río revuelto…

Si fuera un extraterrestre y llegara en este momento a México, con la misión de enviar a mi planeta información de este país, me resultaría imposible hacerlo, sobre todo si para elaborar dicho informe tuviera como referente inmediato los medios escritos y electrónicos. O tal vez acabara creyendo en la existencia de una conspiración, o, para decirlo más llanamente, la presencia de un plan con maña en la generación y difusión de las noticias, con el fin de incrementar –porque la ha habido desde siempre– la incertidumbre y el caos, lo cual redundaría en una confusión tal que llevaría hacia la apatía social.

Desencanto, indiferencia y abulia permearían la voluntad de la población, y esto permitiría a los dirigentes políticos manipular a su antojo a individuos y sociedad. Puesto así, el asunto se oye bastante maquiavélico y mundofelicista. Maquiavélico resulta leer y escuchar en los medios que la delincuencia organizada está dando sus patadas de ahogado, aunque al mismo tiempo los mismo medios –a veces en otra página, a veces en la misma pero en una columna diferente– notician el incremento en el número de secuestros, enfrentamientos brutales de bandas rivales, hallazgos de cadáveres o de fosas, emboscadas a tropa y policía, surgimiento de grupos de autodefensa, linchamientos, abusos de autoridad y “minucias” por el estilo.

Algo similar ocurre en todos los renglones de la vida política y económica. Unos dicen que vamos a crecer y otros se encargan de cada mes reducir la cifra de crecimiento pronosticada para el año; unos dicen que el dinero destinado a la educación se ha incrementado considerablemente, y las universidades se quejan de que se les ha reducido el presupuesto; unos dicen que se le ha otorgado a la cultura una suma considerable de recursos y otros dicen que sí pero que se reducirán las asignaciones en algunas de las dependencias; unos dicen que la reforma educativa ya es un hecho irreversible y otros sostienen que están en plena negociación para echarla atrás.

Hasta parece que hemos retrocedido a los años en que se afirmaba categóricamente que “eso, ni nos beneficia ni nos perjudica, sino todo lo contrario”. El problema es que ese tipo de razonamientos –paradigmáticos– han empeorado por la mentalidad pragmática y neoliberal de los más recientes gobiernos, enemigos, todos, de “gastar” en cosas improductivas –según ellos– como la educación y la cultura. Aunque no haya día sin que demagógicamente declaren que sólo elevando la calidad en la educación y fomentando los estudios de postgrado y la investigación, México superará sus problemas. La contradicción está en que se aumenta el presupuesto destinado al Ejército y la Armada, encargados del combate a la delincuencia, y se ignoran las demandas y necesidades del sector educativo. Sí, hay que combatir ese problema, impedir que crezca, pero… ¿por qué sólo cuando se habla del sector salud se hace hincapié en que es preferible prevenir que lamentar? Se pone de relieve, todos los días, la conveniencia de la medicina preventiva. Pero no se aplica cuando de salud social se trata. En este caso, se destina más –por no decir todo– al combate que a la prevención.

Para prevenir conviene estar convencidos de que la prevención no excluye el combate (inteligente), pues son acciones complementarias y necesarias si se quiere tener éxito en los dos frentes. No se trata de abandonar en la punta de los aka los territorios dominados por el narco, hay que rescatarlos, pero ofreciendo al mismo tiempo opciones para la gente, en especial para los jóvenes. Y esto, vale la pena recordarlo, es lo que la educación y la cultura pueden ofrecer: opciones.

Educación de calidad, porque ya se ha visto que la elemental y la media son insuficientes para las áreas de empleo que pueden surgir, pues en un mundo cada vez más robotizado o mecatronizado la oferta de trabajo será para ingenieros, programadores, etcétera. No sólo para profesionales, sino para los más calificados. Por otra parte, una mejor oferta cultural –no del espectáculo cultural– contribuiría a la conformación de una identidad sólida y una mentalidad abierta al ejercicio de las artes y las letras. La creatividad tecnológica y científica no es diferente a la creatividad artística, de manera que impulsar ésta equivale a propulsar la ciencia y la tecnología.

El problema es complejo y da para más; sin embargo, lo que no se puede ignorar es que la información en nuestro país es caótica; está tan revuelta que sin duda habrá “pescadores” que saldrán ganando. Espero que no sean ellos quienes tengan la última palabra.