Economía
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México SA

Minisalario: infinitesimal

Conasami: oootra vez

Pesotes de a 20 centavitos

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Trabajadores que participaron en la construcción del distribuidor vial San Antonio, en la ciudad de MéxicoFoto José Carlo González/archivo
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or enésima ocasión, la autoridad responsable de garantizar y hacer efectivo el mandato constitucional en materia de salarios mínimos incumplió de forma por demás holgada. De nueva cuenta, el pomposamente denominado Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) se pasó por el arco del triunfo el artículo 123 de la Carta Magna y para 2014 aprobó un aumento de 2.53 pesos para el área geográfica A, y de 2.39 para la B, de tal suerte que el promedio nacional es de 2.46 pesotes por día (89.79 anuales).

Décadas hace que al rincón más lejano y olvidado de la Conasami fue enviado tal mandato constitucional, que a la autoridad obliga: Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. Para 2014 (igual que en cuando menos las tres décadas previas) el Consejo de Representantes (integrado por patrones, gobierno y líderes obreros) consideró que el aumento por él autorizado resulta más que satisfactorio, aunque, de entrada, el incremento no alcanza, siquiera, para comprar una caja de chicles, que cuesta cinco pesos, mínimo.

Pero en la Conasami están más que orgullosos de su decisión. De acuerdo con su versión, el sempiterno presidente de la institución, Basilio González Núñez, informó que los sectores obrero y patronal, que integran el Consejo de Representantes, hacen un público manifiesto que la resolución que emiten fijando los salarios mínimos que entrarán en vigor el primero de enero de 2014 representa una decisión unánime de contribuir a fortalecer la agenda de reformas transformadoras instrumentadas durante el presente año, que han creado expectativas de que México supere el largo periodo de bajo crecimiento y logre una actividad económica sostenida e incluyente que contribuya de manera decidida a la creación de empleo e incremente el poder adquisitivo de los mexicanos.

¿En serio cree que con un aumento promedio de 2.46 pesotes por día se alcanzará una actividad económica sostenida e incluyente que contribuya de manera decidida a la creación de empleo e incremente el poder adquisitivo de los mexicanos? ¿Es desconocimiento de la realidad o desfachatez pura? Y, palabras más o menos, eso es lo que ha declarado cada que divulga el incremento a los minisalarios desde la creación de la Conasami, en 1986, organismo que, según él, procura asegurar la congruencia entre lo que establece la Constitución con las condiciones económicas y sociales del país, propiciando la equidad y la justicia entre los factores de la producción, en un contexto de respeto a la dignidad del trabajador y su familia.

No es gratuito, pues, que la Cepal advierta que México es un caso aparte entre los países de América Latina en política de salario mínimo, ya que desde la década de los 80 la utiliza de manera restrictiva para controlar la inflación y favorecer las exportaciones hacia Estados Unidos con el fin de competir con China. Ello pese a que el gobierno mexicano ratificó el convenio 121 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual, para fijar el salario mínimo, exige tomar en cuenta las necesidades del trabajador y su familia como factores económicos en relación con el nivel de desarrollo del país, la productividad y la conveniencia de lograr un alto nivel de empleo (La Jornada, Susana González G.)

La Cepal precisa que la OIT estipula que contar con una política activa de salarios mínimos contribuye a combatir la pobreza y redistribuir el ingreso. En cambio, una política restrictiva, con bajos salarios, asegura la rentabilidad de las empresas, aun si no hay aumento de la productividad, pero inhibe la innovación tecnológica en países donde predominan las actividades intensivas en mano de obra. El organismo especializado de la ONU “fustiga a la Conasami, al aseverar que el Poder Ejecutivo lleva la voz determinante de los incrementos con base en la inflación esperada el siguiente año, sin compensar las pérdidas originadas en errores de cálculo en la inflación del año anterior…

“El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto continúa con la tendencia al estancamiento, sin intentar siquiera una mínima recuperación, considerando que en la actualidad el salario mínimo sólo equivale en términos reales a la tercera parte del que se obtenía en 1982… El estancamiento de los salarios mínimos revela las limitaciones del tripartidismo en la Conasami por la presión de los empresarios y la subordinación de los sindicatos al gobierno, mismos que por no rendir cuentas a sus bases convierten la comisión en una correa de transmisión de los objetivos de las políticas macroeconómicas y del modelo exportador, descuidando sus objetivos sociales y las exigencias normativas… Así, el salario mínimo de México es el más bajo entre las naciones más desarrolladas de América Latina, incluso respecto de algunos países centroamericanos” (ídem).

He allí el resultado concreto de la Conasami, encargado. Desde su fundación, en 1986, el salario mínimo nominal se ha incrementado en cerca de 420 por ciento, mientras la inflación general ha sido no menor a 630 por ciento. Y ya entrados en gastos, de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto el poder adquisitivo del salario mínimo se ha desplomado cerca de 80 por ciento, es decir, actualmente los pesos valen, en términos reales, 20 centavos, si bien va.

Como plantea el Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, si la Conasami hubiera cumplido con el mandato constitucional a estas alturas el salario mínimo diario tendría que ser no menor a 190 pesos, y eso sólo para adquirir la canasta alimentaria recomendable (CAR), definida y construida por el Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán. Pero como no ha sido así, para que el poder adquisitivo recuperara la pérdida acumulada en 26 años se tendrían que congelar los precios de los productos que comprenden la CAR durante 49 años y aumentar año tras año sólo el salario mínimo diario 4 por ciento. De esa forma, para el año 2062 el salario mínimo sería de 192.15 pesos y el precio de la CAR debería ser para ese mismo año de 188.99 pesos. En resumen, tendrían que pasar prácticamente 10 generaciones de trabajadores mexicanos para que con un salario mínimo y sin incremento en los precios de la CAR se pudiera recuperar el nivel de compra que el salario tenía en 1987.

Las rebanadas del pastel

Felices fiestas, un abrazo y nos encontramos el próximo jueves en este espacio. ¡Salud!

Twitter: @cafevega