jornada


letraese

Número 210
Jueves 9 de Enero
de 2014



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate




Eva Alcántara e Ivonne Szasz*

La sexología mexicana

En México, la sexología ha consolidado su posición y ampliado su papel. Los sexólogos la consideran como una ciencia, como una profesión y como una red de organizaciones.

La institucionalización de la sexología comenzó en la década de 1970. Durante la década posterior, las organizaciones sexológicas comenzaron a multiplicarse como resultado de considerables tensiones internas por el liderazgo en el campo, la búsqueda de prestigio, los conflictos presupuestales y los compromisos ideológicos.

Dentro de la sexología moderna en México existen dos áreas de trabajo claramente definidas: la educación sexológica y la sexología clínica. En esta última está surgiendo una clara diferenciación entre las terapias sexuales clínicas y las prescripciones médicas de drogas para la mejora sexual. Con frecuencia, los sexólogos comienzan como educadores y algunos se mueven en dirección a la práctica clínica. Otros son capacitados como sexólogos clínicos sin haber tenido formación o experiencia como educadores. La capacitación clínica se enfoca principalmente a los médicos y psicólogos, pero a veces también se aceptan otros profesionales. Varias instituciones ofrecen capacitación en sexología con diferentes enfoques metodológicos basados –en mayor o menor medida– en el paradigma biomédico. Con los fármacos para la mejora sexual, el campo de la medicina sexual surgió principalmente entre los urólogos, quienes no necesariamente están capacitados en sexología o sexualidad o, incluso si lo están, no se identifican a sí mismos como sexólogos.

También existe una relación entre la sexología y el ámbito jurídico. Una nueva área de trabajo que combina cuestiones de sexología y transexualidad ha comenzado a emerger y está ganando importancia en México como resultado de los cambios legislativos producidos por la aprobación de una ley que permite que las personas transgénero cambien legalmente su sexo y nombre en el Distrito Federal. Es todavía demasiado pronto para adelantar conclusiones sobre el alcance de los efectos políticos que estos cambios pudieran tener sobre la sexología.

Con la excepción de las relaciones personales, la relación entre la sexología y los movimientos feministas es más bien débil. La perspectiva de género no se ha incorporado plenamente a la sexología porque la noción de género que prevalece entre los sexólogos mexicanos se basa principalmente en el paradigma naturalista biológico donde el eje gira en torno a identidades fijas.

Actualmente, los procesos de globalización apuntan hacia una homogeneización de discursos determinados y éste es el caso para el discurso científico sobre el sexo. Un ejemplo es la tendencia a unificar el léxico de los expertos en materia sexual. Términos como "derechos sexuales" o "salud sexual" han permeado el campo sexológico en México. Al usar estos términos, la sexología forma parte de una extensa red que socializa e introduce este lenguaje en el país. Más allá del alcance político y el uso estratégico de este lenguaje, es necesario tener en cuenta que la sexualidad y el erotismo se enmarcan por contextos locales. Es evidente que en el ámbito de la vida cotidiana, de las prácticas locales en contextos específicos, la terminología adquiere un significado y una dinámica particular.

La sexología en México tiene algunas características específicas. Una de ellas es la fuerza de sus vínculos internacionales: desde el principio se ha caracterizado por un fuerte proceso de internacionalización. Desde la década de 1990, la presencia internacional de sexólogos mexicanos ha tenido dos aspectos. Por un lado, un miembro de la segunda generación de sexólogos mexicanos, Eusebio Rubio, y la organización que fundó (AMSSAC) han sido fundamentales para la vinculación entre un grupo de sexólogos médicos y un conjunto más numeroso de médicos de la industria farmacéutica que no se identifican a sí mismos como sexólogos. Por otro lado, la mayoría de los sexólogos mexicanos se han unido en la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología (FEMESS), que mantiene un fuerte vínculo con la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS) y otras organizaciones internacionales como la Federación Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual (FLASSES).

Otra de las características es el interesante compromiso de la sexología mexicana con los movimientos sociales y políticos a la diversidad sexual. Varios activistas LGBT se encuentran entre los expertos en sexología en México, y muchos sexólogos mexicanos simpatizan con las demandas para obtener derechos sexuales. Estos vínculos no son compartidos por todos y han generado algunas tensiones, pero en general existe un intento de trasladar la sexualidad desde el campo exclusivamente médico y farmacológico hacia el espacio más amplio de los derechos humanos y la ciudadanía. Los enlaces son considerablemente más débiles con los grupos feministas y los grupos que defienden el derecho a decidir. Esto posiblemente se deba a las tensiones existentes entre la visión naturalista y esencialista de género y sexualidad que predomina en el campo de la sexología científica, y las visiones feministas críticas que ubican las identificaciones dentro de los procesos fluidos y versátiles de la experiencia personal y la lucha social y política.

Finalmente, otra característica importante de la sexología mexicana, altamente concentrada en el Distrito Federal, es su diversidad interna. Por un lado, varios miembros de la primera generación de sexólogos mexicanos, incluyendo a Esther Corona, Rafael Mazín y Anamelí Monroy, establecieron fuertes compromisos con las políticas gubernamentales para la reducción de la fertilidad y la educación sexual científica en las décadas de 1970 y 1980. De esta manera, la sexología se vio beneficiada por recursos públicos para su desarrollo inicial. Por otra parte, una organización, el Instituto Mexicano de Sexología (IMESEX), ha logrado un amplio reconocimiento de los especialistas en sexología a nivel de posgrado, beneficiándose de sus vínculos con el mundo académico, en particular con la Facultad de Psicología de la UNAM. Esta autorización, otorgada con estudios de maestría y otros programas de posgrado, ha producido el reconocimiento oficial de la formación en sexología como una especialización profesional, así como el reconocimiento de las terapias sexológicas como una actividad profesional legítima. Otro grupo de sexólogos, sobre todo aquellos con formación médica y que son parte de AMSSAC, permitió la entrada de una nueva corriente clínica, la medicina sexual, fuertemente ligada a la industria farmacológica. La sexología farmacológica comenzó a desarrollarse en paralelo con la terapia sexológica tradicional, generalmente ofrecida por profesionales no médicos. La medicina sexual, a su vez, está limitada al campo médico, donde va más allá del pequeño grupo de médicos mexicanos identificados como sexólogos.

Para completar este panorama de la diversidad en el campo de la sexología mexicana, es importante mencionar el trabajo de la Red Democracia y Sexualidad (DEMYSEX), una organización que tiene como objetivo promover la identificación entre los profesionales de la sexología con los movimientos a favor de la democracia y la ciudadanía sexual. Por último, deben mencionarse los vínculos incipientes de un puñado de sexólogos con el movimiento feminista y con el importante trabajo académico del estudio de la sexualidad desde una perspectiva socio-histórica.

_____________________________

* Fragmento traducido y editado del artículo "Between the Local and the Global: Chronicles for Understanding the Field of Sexology in Mexico", International Journal of Sexual Health, 2013.
Traducción no oficial de un artículo abierto bajo los derechos de Taylor & Francis and Routledge, aparecido en una publicación de Taylor & Francis. Taylor & Francis no ha respaldado esta traducción.

 


S U B I R