Opinión
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La imagen de México en el mundo
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ace casi tres décadas México pertenecía a un grupo de seis países que formaba parte del conjunto emergente de naciones con grandes posibilidades y suficientes recursos humanos y naturales para convertirse, en pocos años, en parte de las economías mundiales más fuertes que hoy dominan el mundo. A esa organización que formaron se le llamó el Grupo que enarbolaba las banderas de la Paz y el Desarrollo. Lo integraban Rusia, China, Brasil, India, Egipto y México.

Se celebraron reuniones en diferentes momentos e incluso una bajo la presidencia de Miguel de la Madrid en Cancún, Quintana Roo. En 1986, siendo director general de la Casa de Moneda de México y presidente de la Organización Mundial de las Casas de Moneda, me tocó entregar personalmente en Nueva Delhi al primer ministro de la India, Rajiv Gandhi, una medalla conmemorativa del encuentro de Cancún, que diseñamos y fabricamos en México, y una carta personal de Miguel de la Madrid. En la larga, amable y muy interesante conversación sostenida con Gandhi, me acompañó la distinguida embajadora de México en la India, Graciela de la Lama, quien me ayudó a sensibilizar al primer ministro sobre el concurso internacional más grande en la historia de la acuñación que la India celebró para producir 2 mil millones de monedas de ese país y que la Casa de Moneda de México había ganado al ocupar el primer lugar por calidad, costos y tiempos de entrega sobre el resto de los 11 países que participaron, entre ellos los más poderosos del mundo: Alemania, Francia, Inglaterra, Canadá y otros más.

Gandhi, quien además era ministro de finanzas simultáneamente, nos despidió pidiendo él tomarse una foto con nosotros, que ambos guardamos con mucho afecto y reconocimiento. México en ese momento tenía una economía estable producto de la política de los gobiernos priístas anteriores, con una fuerte intervención y regulación del Estado sobre las más importantes actividades productivas y de servicios del país. El proceso de privatización de ese periodo apenas se encontraba en estudio y se estaban dando los pasos en esa dirección, pero todavía no se concretaban las ventas importantes de empresas e instituciones nacionales que más tarde cambiaron el rumbo del país.

Lo que sucedió a partir de ese momento, lo cual afectó y cambió el destino y la imagen de México, fue que se comenzó a adoptar un modelo neoliberal de desarrollo económico basado en esquemas introducidos desde el exterior, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, principalmente, al lado de un mayor sometimiento de los gobiernos de Salinas y Zedillo a esos esquemas contrarios al interés nacional. Después se ampliaron las entregas de las empresas y bancos propiedad de la nación, en procesos turbios y oscuros que conllevaron un gran margen de corrupción.

Los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón profundizaron ese modelo aunado a una mayor improvisación, ya que nunca estuvieron preparados para gobernar en beneficio de México y los mexicanos. Hoy las consecuencias las estamos viviendo y padeciendo dramáticamente la mayoría de la población. En primer lugar, una mayor desigualdad, explotación e injusticia. En segundo, los contrastes sociales son cada vez más exagerados, como lo demuestra el hecho de que 300 familias controlan la mitad de la riqueza nacional, mientras que casi 60 por ciento de una población total de 118 millones de habitantes vive en la pobreza. La inseguridad y el número de asesinatos y secuestros sigue al alza, el mismo tiempo que el empleo se reduce y cada vez son más los desocupados. La falta de oportunidades es evidente y, para colmo, las expectativas de un mejor nivel de vida para la mayoría de la población cada día se esfuman más. Finalmente, la economía está en recesión y en 2013 sólo creció 1.2 por ciento, uno de los más bajos de toda Latinoamérica y el mundo entero.

El resultado, la posición de México en el mundo se ha deteriorado y sus responsables permanecen en la impunidad. Ya ni siquiera formamos parte de ese grupo de naciones emergentes o en crecimiento como les gusta llamarlas a algunos economistas y politólogos. Porque ahora a ese grupo lo denominan BRICS y lo constituyen cinco países: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. A Egipto lo sustituyeron por Sudáfrica cuando entró en un grave deterioro y convulsiones internas y a México simplemente lo dejaron de invitar a formar parte del mismo ante los problemas de bajo crecimiento, desigualdad, corrupción y descomposición social interna que estamos viviendo.

Qué hacer en esas circunstancias. Con el retorno del PRI al poder se aceleraron todas las reformas que los panistas fueron incapaces de realizar, sin afirmar que sean buenas, como la laboral, la de educación, la fiscal y la reciente y flamante reforma energética. La pregunta que todos nos hacemos está en el ánimo y las expectativas de los mexicanos, es si con ese paquete México saldrá del estancamiento, el atraso y la desigualdad que estamos viviendo, o si por el contrario esta situación se agudizará.

Podrá México recuperar el lugar que tenía y el reconocimiento de su imagen y prestigio con democracia y libertad, o las condiciones se deteriorarán aún más. Ese es el reto del presente gobierno que demostró mucho interés en lograr esos cambios en un solo año. La confianza de la gente estará, como en todo, sujeta a la obtención de resultados positivos; esperemos que por el bien de toda la sociedad se logre pronto una transformación hacia una mayor justicia, equidad y dignidad. Sólo así México recuperará su tradición política y diplomática, el respeto a la soberanía nacional y su destacada posición mundial de antes.