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Biblioteca cerrada

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finales de agosto del año pasado Perla Alejandra Soto Gutiérrez, estudiante de maestría de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, escribió:

Me he enterado de que quieren cerrar la biblioteca Félix de Jesús Rougier, cosa que me parece incomprensible por dos razones fundamentales: la primera, que en ella los estudiantes de letras clásicas de la Facultad de Filosofía y Letras (FFL) de la UNAM encuentran uno de los pocos espacios donde pueden llevar a cabo sus investigaciones, ya que casi no existen bibliotecas especializadas para estos temas, además de ser un espacio ideal para la traducción de textos clásicos pues ofrece la tranquilidad que los espacios universitarios no tienen; la segunda, que el acervo de escolástica, filosofía medieval y patrística es el más completo que conozco.

María Alejandra Valdés García, profesora de tiempo completo de esa misma facultad, expuso:

Recuerdo haber conocido su sede cuando aún estaba en obra negra. El padre Zesati nos mostraba con gran satisfacción la nueva fundación. Con el paso de los años la construcción fue siendo modificada, pues el acervo fue aumentando gradualmente con adquisiciones y donaciones importantes. A la par del acervo, también iba creciendo el ánimo del padre Zesati, quien con esmero explicaba siempre a los alumnos del seminario de tesis del Colegio de Letras Clásicas, curso del que me he hecho cargo durante ya seis años, el contenido de esta rica biblioteca.

Ulises Bravo López, profesor de latín en la FFL y pasante de la maestría en estudios clásicos, contó:

En mis tiempos de pasante, mientras escribía mi tesis, que el doctor Zesati me hizo el honor de dirigir, revisar y corregir, pasé largas horas al abrigo de los libros que no me había sido posible conseguir en ninguna otra biblioteca y a los que, por su elevado precio, me era imposible acceder. Durante esos meses logré apreciar la magnitud del trabajo que lleva a cabo el doctor Zesati. Pensé en las grandes bibliotecas de la antigüedad, el Medievo y el Renacimiento, en sus doctos bibliotecarios y en la invaluable impronta que han dejado en el desarrollo de la humanidad: nada tiene que pedirle a esas monumentales bibliotecas la Félix de Jesús Rougier.

Angélica Ruiz Sosa, estudiante del octavo semestre de letras clásicas, dijo:

De mis impresiones acerca de la biblioteca Félix de Jesús Rougier: las veces que fui a hacer consultas y lo cómodo y tranquilo que se trabaja allí; también reparé en la amabilidad del personal, pero sin duda, el hecho que me dejó una hermosa enseñanza y un buen recuerdo fue la primera vez que entré a esa maravillosa biblioteca. Aquella ocasión fui de visita grupal para conocer las instalaciones y en especial el acervo. El doctor Zesati nos llevó por todos los lugares de la biblioteca; iba comentando, explicando y resolviendo nuestras dudas. Al final del recorrido, entramos a una sala apartada donde, para mi sorpresa, tienen un fondo antiguo; en ese momento quedé fascinada.

Estela Reyes González, tesista de la carrera de letras clásicas, aportó este testimonio:

Yo y varios compañeros míos nos hemos visto beneficiados al hacer consulta del material bibliográfico con que ahí cuentan, mismo que no existe en otras bibliotecas, por ejemplo, la biblioteca Rubén Bonifaz Nuño del Instituto de Investigaciones Filológicas o la biblioteca Samuel Ramos de la Facultad de Filosofía y Letras.

Giuditta Cavalletti, en el doctorado en letras, señaló:

“La primera vez que entré en la biblioteca Félix de Jesús Rougier nos dio la bienvenida el doctor Zesati, quien se ocupó de darnos un recorrido: caminando por los estantes nos fue explicando el proyecto (las donaciones y las adquisiciones), y nos mostró las ‘joyas’ de la biblioteca: ediciones raras a las que normalmente no se tiene derecho ni a acercarse. Nos fue preguntando acerca de nuestros proyectos de investigación, y proponiéndonos material que nos pudiera ser útil. Desde esta primera vez he visitado la biblioteca en varias ocasiones, encontrando bibliografía fundamental para mi investigación, que no había encontrado en otras bibliotecas y, cosa más importante, he podido experimentar la asesoría atenta y experta del doctor Zesati y sus colaboradores.”

José Molina Ayala, investigador titular del Centro de Estudios Clásicos, en el Instituto de Investigaciones Filológicas (UNAM), comentó:

“Si busco el libro en griego de uno de los primeros cristianos, ¿dónde podría encontrarlo? Sin duda, en la biblioteca Félix de Jesús Rougier de los Misioneros del Espíritu Santo. Tienen allí la Patrología de Migne; la colección de la BAC (Biblioteca de Autores Cristianos), y la colección francesa bilingüe de las Éditions du Cerf, que es algo así como la francesa Colection Belles Lettres de los autores cristianos antiguos. Allí, en la biblioteca Félix de Jesús Rougier están la obras de Eusebio de Cesarea, de Jerónimo, de San Agustín, las obras de los padres apostólicos, de los apologetas, las Actas de los Mártires, etcétera. Tienen, ni duda cabe, el acervo más completo de estudios bíblicos en la ciudad de México, en la República Mexicana y acaso en toda Latinoamérica. Y esas obras y otras, referentes a tantas disciplinas como, por ejemplo, a la historia de México y a la historia del cristianismo en México, no es fácil encontrarlas en otras bibliotecas; ni siquiera es fácil el acceso a los acervos del Seminario Conciliar de México o de la Universidad Pontificia de México, por mencionar otros.”

María Fernanda González Gallardo, profesora de latín en la Facultad de Derecho de la UNAM, y pasante de la maestría en letras clásicas, informó:

Recibí la noticia de que cerrarán la biblioteca Félix de Jesús Rougier con gran asombro e incredulidad. ¿Cómo era posible que este lugar, mi primer acercamiento con un fondo antiguo y fruto de años de incansable labor de mi maestro, el doctor Carlos Zesati, fuera a cerrar sus puertas? En mi desconcierto, hablé por teléfono a la biblioteca, y la señorita que me contestó me corroboró lo que antes me habían dicho: la biblioteca cierra en diciembre.

Verónica Vega Salgado, alumna de la maestría en letras clásicas y también profesora de latín, atestiguó:

“En el acervo de la biblioteca Félix de Jesús Rougier se cuenta la obra De arte rethorica et poetica institutiones, cuyo apéndice, ‘De latinae orationis elegantiis’, escrito por el jesuita mexicano José Mariano Vallarta, constituye mi tema de tesis de maestría. El ejemplar que he estado utilizando para mi trabajo es precisamente uno de los dos que alberga esta biblioteca, de modo que su cierre implica la imposibilidad de cotejar el texto.

El 31 de agosto Carlos Zesati Estrada falleció y unas semanas después la Orden de los Misioneros del Espíritu Santo cerró la biblioteca creada por él. La asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (Adabi) se manifestó en estos términos:

Este repositorio bibliográfico no sólo funcional sino envidiable, hoy en día corre peligro de desaparecer por la falta de apoyo e interés de sus actuales custodios.

Queda la duda de qué harán los Misioneros del Espíritu Santo con el acervo: ¿venderlo al kilo para reciclaje de papel? Y el local, situado en Abasolo 75, entre Moneda y Allende, en el centro de Tlalpan, ¿será convertido en salón de fiestas, o tal vez en un McDonald’s? ¿Tiene derecho una institución, religiosa o secular, a destruir una biblioteca?

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