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De 2005 a 2010 la zona de tolerancia de Las Violetas fue sitio fantasma, por la inseguridad

Resurge la actividad nocturna en Aguascalientes
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 12 de enero de 2014, p. 24

Aguascalientes, Ags., 11 de enero.

La noche esta solona, pero a ver si al rato se compone, dice animada Jenni a Camila, sexoservidoras que esperan clientes en el bar Paricutín, uno de los 13 abiertos –de un total de 27– en la zona de tolerancia Las Violetas. El reloj marca la 1:27 de un viernes que se supone es buen día para tener mucha clientela. Pero ahora está pegando la crisis, comenta Toño, cantinero con tres años de laborar en el bar MC, con capacidad para 200 personas, pero que en ese momento apenas tiene siete parroquianos viendo los bailes en la pequeña pista de table dance.

De finales de los 80 al primer lustro de este siglo, la zona de tolerancia tuvo gran auge, con afluencia hasta de 2 mil parroquianos los fines de semana en los 22 establecimientos, donde se ofrecen desde alimentos hasta bebidas alcohólicas y servicios sexuales.

En su época dorada, en la zona de tolerancia llegaron a trabajar hasta 350 sexoservidoras en un fin de semana. En esos días de gloria incluso había cuarteras: mujeres que rentaban pequeñas habitaciones con una cama y un lavabo.

De 2005 a 2010 la zona prácticamente se convirtió en un sitio fantasma por la inseguridad. En esos años violentos sólo 80 o 90 muchachas se animaron a quedarse.

Actualmente están 170, lo que hace creer que la zona parece resurgir. De 27 establecimientos que subsisten, 13 operan de martes a sábado, donde laboran, además de las chicas, 130 personas entre meseros, cantineros, empleados de seguridad y del aseo.

Pedro Delgado, propietario del bar La Carreta, recuerda que a principios de 2011 había de 85 a 90 mujeres; ahora tenemos 140 porque han regresado muchísimas y los fines de semana hasta 170. El punto es que cada vez regresan más.

Son las 3:53. El requinto de Carlos Santana con el clásico Samba pa ti retumba en La Carreta mientras Maddy realiza su rutina de baile ante cuatro clientes y Delgado se queja: “Aquí hay seguridad, sanidad y reglamentos, pero las licencias son muy caras; por la inseguridad que hubo cerraron muchos negocios y no dan chance de abrir para tener empleo (una licencia para un giro de cuesta entre 400 y 500 mil pesos).

Nos están dando en la torre, los de Reglamentos vienen y cierran, ¿querrán que llevemos la prostitución a la avenida López Mateos y a la presidencia municipal?, pregunta.

José Juan Mireles, con 13 años de mesero en El Touch, bar con 30 chicas, comenta: Se fue la gente, se fueron las muchachas porque estaba muy dura la inseguridad, pero ahora ya se empieza a poner mejor. Ahora, gracias a Dios, ya está tranquilo y no se ha visto nada de problemas, cada quién hace su trabajo como debe de ser.

Tatiana, sexoservidora del bar Paricutín, uno de los más concurridos, comenta: Yo vine a trabajar por primera vez aquí hace seis años y a los seis meses me fui porque empezaron a pasar cosas muy feas.... mataron a varias compañeras, aún hay una está desaparecida y yo me regresé a mi tierra, pero apenas tengo año y medio que regresé porque ya está otra vez bien y se puede trabajar a gusto.

Con 11 años en este trabajo, Mariel labora en el bar Golden Palace y rememora: Estuve aquí poco antes de que comenzara la inseguridad, por ahí de 2005 dejó de venir la gente y muchas chavas nos tuvimos que mover del estado.

Añade: “Yo he trabajado en Guanajuato, Nayarit, Jalisco, San Luis Potosí, Zacatecas, Querétaro, y he visto que en Aguascalientes piden muchos requisitos sanitarios para trabajar.

“Sin embargo, aquí, si un cliente se empieza a poner medio agresivo tienes la libertad de decir ‘ya me voy’ y tienes protección de los meseros, de las compañeras de trabajo, y si una grita rápido llegan y te ayudan.

Y eso, a diferencia de amigas que trabajan fuera de aquí, que lo hacen, pues tienen muchos riesgos, las han golpeado, las han violado, no les pagan. Yo hacía salidas pero dejé de hacerlas por ver lo que les pasaba. Pero aquí la diferencia es que tenemos seguridad sanitaria y física.

Son las 5:20 horas, Manuel Ramos, empleado del bar Excesos, recibe con sonrisas y caravanas a los clientes: Pásenle, dice y acompaña la invitación con su brazo izquierdo, dirigiéndose a la entrada al lugar donde hay 20 chicas y unos 60 clientes. Está movidito, expresa al verificador de Reglamentos Municipales, Rigoberto Enríquez.

De lo que se perdió Omar!, dice un joven a su compañero a las 9:19 de la mañana del viernes cuando abandonan el bar Dandy y caminan hacia el estacionamiento, donde está su vehículo. Se acabó la fiesta.