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Comunicación con epítetos

U

n enredado comunicado oficial del gobierno del estado generó un mayor espacio para la especulación y las sospechas en la investigación del levantón y posterior homicidio del joven cantante Gibrán David Martiz Díaz y un menor de edad; ambos fueron sacados a la fuerza de su domicilio por una patrulla de policía, según refirieron familiares y amigos desde el pasado 7 de enero, primer día de su desaparición.

De no ser por la visibilidad que otorgó a Gibrán su participación en un programa televisivo, el asunto pudo haber quedado en uno más de los que suelen comentarse –por desgracia con mayor frecuencia– en voz baja en reuniones familiares y tertulias.

El caso es que, al margen de la indignación de la familia de Gibrán –el padre comentó indignado ayer en el noticiario de MVS, que conduce Carmen Aristegui que su hijo fue objeto de violencia extrema y presentaba tiro de gracia–, el asunto resulta relevante por la implicación que fincó la Procuraduría de Justicia a siete policías en el homicidio del muchacho, circunstancia que pone en duda la efectividad de las labores de limpieza de personal que desarrolla la Secretaría de Seguridad Pública.

Aunque es cierto que se trata de una tarea de nunca acabar, falta mucho por hacer en ese aspecto en una entidad cuya prédica oficial es presumir que las cosas son bien hechas. Es el mismo caso del boletín del 21 de enero que dio cuenta del abatimiento de los presuntos asesinos y la detención de los elementos de seguridad, pues en ningún momento aparece el delito de secuestro imputado a los policías; a éstos sólo se les encuentra probable responsabilidad en cuanto al incumplimiento de un deber legal, abuso de autoridad y coacción, cuando el leitmotiv de todo esto fue el rapto.

La otra vertiente es el flanco abierto que representa la aparente incapacidad gubernamental de comunicar y sobre todo convencer a la ciudadanía de que, en efecto, existe una estrategia de combate el crimen; que se aplica con transparencia y justicia el gasto público y que en los últimos tres años realmente Veracruz es otro.