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De nada valieron súplicas y gestiones en México y EU

Duró 17 minutos la ejecución de Tamayo
 
Periódico La Jornada
Jueves 23 de enero de 2014, p. 3

Huntsville, Texas, 22 de enero.

El mexicano Édgar Tamayo fue ejecutado anoche por el asesinato de un oficial de policía de Houston, ocurrido en 1994. De nada valieron las súplicas y la presión diplomática del gobierno mexicano, del Departamento de Estado y de organismos internacionales defensores de derechos humanos.

Tamayo recibió una inyección letal y demoró 17 minutos en fallecer en la Cámara de la Muerte de la prisión de Huntsville, luego de que la Corte Suprema de Estados Unidos rechazara las apelaciones de la defensa del morelense, cuya agonía se prolongó casi cuatro horas, después de que se aplazó la hora de su muerte, mientras los ministros de la corte decidían su suerte.

Durante años, tribunales y funcionarios texanos rechazaron los argumentos de la defensa del mexicano, que denunció que el proceso judicial en su contra estuvo viciado de origen, porque no recibió asistencia consular de México y que, como último recurso, solicitó la conmutación de la pena capital con el argumento de que no era mentalmente capaz y por tanto no era elegible para la ejecución.

‘‘Estoy listo’’

Antes de ser trasladado a la prisión de Huntsville, Tamayo dijo que no rendiría una última declaración, que estaba listo ‘‘para irse’’, que 20 años (en la cárcel) ‘‘¡ya era mucho!’’ Sin embargo, vivió casi cuatro horas con la esperanza de que la Suprema Corte de Estados Unidos resolviera favorablemente los últimos recursos que presentó su defensa para detener la aplicación de la pena capital.

El Departamento de Justicia Criminal de Texas informó que el prisionero de 46 años de edad –acusado del homicidio de un oficial de policía de Houston– pidió chuletas de puerco, arroz, vegetales verdes, café y té para su última cena y que sus últimas horas en la penitenciaría de Walls las pasó hablando por teléfono con familiares y amigos.

El gobernador texano Rick Perry se negó a conmutarle la pena capital por la cadena perpetua o a revisar el proceso penal en contra de Tamayo, cuyo juicio fue violatorio de la Convención de Viena, firmada por Estados Unidos, la cual establece que una persona detenida en otro país, que no sea el propio, debe contar con asistencia consular desde el inicio del proceso penal, lo cual no ocurrió.

Según la versión oficial, el mexicano fue detenido por sospecha de robo y mientras estaba esposado en la patrulla, sacó una pistola que no le habían encontrado y disparó tres veces en la nuca del oficial; luego escapó del auto por una ventanilla, aunque fue arrestado a sólo unas calles.

El gobierno mexicano cuestionó que a Tamayo no se le informó de su derecho a asistencia consular y lamentó su ejecución. Al conocerse la muerte del morelense, diversas organizaciones nacionales e internacionales condenaron el hecho.

Sus abogados, Sandra L. Bavcok y Maurie Levin, lamentaron que Texas demostrara ‘‘una vez más’’ su total desprecio por el imperio de la ley, por los compromisos internacionales firmados por Estados Unidos y advirtieron que la decisión socava la seguridad de todos los estadunidenses en el extranjero, ya que se violaron los derechos consulares de Tamayo,

Los padres de Tamayo Arias –quien estaba en Estados Unidos sin autorización y tenía antecedentes penales en California, donde cumplió una pena de prisión por robo y recibió la libertad condicional– se despidieron ayer por la mañana de su hijo, horas antes de que fuera conducido a la llamada Cámara de la Muerte.

Héctor Tamayo e Isabel Arias pasaron dos horas con su hijo, a fin de que las otras dos horas autorizadas para esta última visita fueran aprovechadas por las dos hijas de Édgar, quienes eran unas niñas cuando su padre fue procesado y sentenciado a muerte por el homicidio del policía Guy P. Guddys, el 31 de enero de 1994.

‘‘Está bien’’, comentó escuetamente el padre de Édgar, al salir de la visita acompañado por su esposa. Héctor Tamayo no hizo más declaraciones..

Tamayo se despidió la víspera de varios de sus hermanos y sobrinos en una prolongada visita en la que se revivieron momentos familiares de la infancia y adolescencia de Édgar en la comunidad de Miacatlán, estado de Morelos, de donde es originario.

Al término de las visitas de sus padres e hijas, Tamayo fue trasladado de la penitenciaría de Walls a Huntsville, donde sería ejecutado más tarde.

Tamayo se convirtió en el cuarto ejecutado de este año en Estados Unidos y el primero en Texas. Desde la reinstalación de la pena capital por la Corte Suprema en 1976, Texas ha sido el estado que más personas ha ejecutado en el país, con 508 prisioneros.