Opinión
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Aritmética de la pobreza

Michoacán y la Cruzada

¿Comidas de 3.29 pesos?

L

o que en un principio parece ser, por el monto económico involucrado, un gran apoyo a las nobles causas sociales, rápidamente se convierte en mucho ruido y pocas, muy pocas nueces, que si bien sirve para hacer filigranas políticas en nada ayuda a la solución del problema que, se dice, será atendido. Casos y cifras hay muchos, pero el más reciente contribuye a entender de qué se trata. Va, pues.

Con bombo y platillo, la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, dio a conocer una estrategia integral para fortalecer el combate a la pobreza y recuperar el tejido social en Michoacán, que contempla como prioridad la incorporación de 29 nuevos municipios a la Cruzada Nacional Contra el Hambre, incluidos los 17 de Tierra Caliente y 12 de la Meseta Purépecha, con una inversión superior a los 3 mil millones de pesos, de acuerdo con el boletín oficial de la Sedesol, divulgado ayer.

Dicho texto señala que la funcionaria federal explicó que en los 29 municipios a incorporar en la Cruzada Nacional Contra el Hambre, en apoyo a la Estrategia para el Desarrollo Integral de Michoacán, habitan un millón 246 mil 459 personas, de las cuales 776 mil 993 se encuentran en condiciones de pobreza (62 por ciento), y en ellos habita 29 por ciento de la población de la entidad, en 46 por ciento de la superficie estatal. Se trata, redondeó, de dar una atención integral a todos los michoacanos que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, destacando entre ellos a quienes viven en la Meseta Purépecha y Tierra Caliente, es decir, en la mera zona de los cocolazos entre Templarios y autodefensas, con la venia gubernamental.

Esos 3 mil millones de pesos se destinarán (versión oficial) a incorporar a los citados municipios a la Cruzada Nacional contra el Hambre (¡sonríe: toma Pepsi!); por medio del Fondo de Apoyo a la Infraestructura Social Municipal se apoyará la mezcla de recursos con los presidentes municipales para realizar acciones de drenaje, agua potable, electrificación y calidad en la vivienda, y a través de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas se fomentarán proyectos de infraestructura social básica.

Ese sería el fin de la nueva carretada de recursos públicos a inyectar en Michoacán, para atender, si se atienden, los fines descritos, los cuales, sin duda, son nobles y dignos de atención. Sin embargo, el problema comienza cuando se desmenuza el monto a gastar y su distribución por habitante, la cual resulta verdaderamente raquítica en cualquiera de los casos (reparto en todo el estado o sólo en los 29 municipios recién incorporados).

Desde tiempos inmemorables, el gobierno federal en turno (sin olvidar los estatales y municipales) recurrentemente anuncia voluminosos apoyos financieros, inconmensurables inyecciones de dinero para tal o cual actividad económica, recursos públicos a manos llenas para atender uno u otro problema social, pero nunca detalla cuál es el inventario de presuntos beneficiarios, a cuántas empresas o a qué tantos millones de personas les llegará el Maná del erario.

Sin embargo, en esta ocasión parece que la Sedesol, vía su titular, cometió el error (para efectos gubernamentales) de dar detalles de más. Veamos: si los 3 mil millones de pesos que Rosario Robles anunció ayer se destinan a todo lo que dijo que se canalizarían y a todos los michoacanos en pobreza (unos 2.5 millones, de acuerdo con el Coneval), entonces a cada uno de ellos le tocaría 3 pesos con 29 centavos por día (algo así como mil 200 pesos anuales).

Si, en cambio, ese aparente río de billetes sólo se orienta a los 29 municipios incorporados a la Cruzada (¡Ah, cómo les gusta ese término!) a partir de ayer, entonces el reparto de la riqueza se incrementaría a 10 pesos con 58 centavos cada 24 horas (cerca de 3 mil 861 pesos al año), toda vez que el universo a atender sería de 776 mil 993 personas.

Como parte de su discurso, Robles anunció que a la Sedesol le corresponderá instalar, en tres meses, 400 comedores comunitarios, con una inversión de 453 millones de pesos, que permitan el acceso a la alimentación de alrededor de 40 mil personas en las localidades más alejadas y en las zonas de pobreza y de marginación en las ciudades de Michoacán.

De lo anterior resulta que cada comedor comunitario tendrá un costo de un millón 132 mil 500 pesos. Cada uno de los 400 comedores que se habilitarán atendería a cien personas, pero lo que no precisó es si el citado sólo es el presupuesto de instalación o si ese monto incluye las tres comidas que, es de suponer, se servirán. Cabe la posibilidad de que ese dinero sea exclusivo para la alimentación, de tal suerte que cada una de las tres comidas diarias, en promedio, costaría 10 pesos con 34 centavos, de tal suerte que surge otra duda: ¿alguien puede alimentarse, sana y nutritivamente, con 31 pesos con 2 centavos cada 24 horas? Ni al más entrenado de los faquires le alcanzaría.

Sin duda, 3 mil millones de pesos son muchos billetes, pero depende a qué se destinen y sobre todo a cuántas personas se destinen, y dada la aritmética de la pobreza lo que parece un titipuchal de recursos se reduce a meras migajas. Entonces, la pregunta es si con esa partición de los panes presupuestales alcanza para comer tres nutritivas veces al día y, además, estrenar drenaje, agua potable, electrificación, calidad en la vivienda e infraestructura social básica. De nueva cuenta, la magia del discurso oficial se topa con la cruda realidad.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría y las instituciones del sector salud; “el pasado 8 de enero mi hija, de un año y cuatro meses de edad, y con buena salud, recibió el refuerzo de la vacuna contra la influenza. Fue en el Centro de Atención en la Alvaro Obregón; dos días después, y en crítico estado, la tuve que internar en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, donde le diagnosticaron neumonía. Sorpresivamente, tres días después la dieron de alta, y me encargaron una serie de análisis clínicos para ‘darle seguimiento a la salud de la niña’. Pero me pregunto: ¿cuál ‘seguimiento’?, si el médico que la atendió fijó para el próximo 10 de marzo la cita ‘para ver cómo está la pacientita’, es decir, dos meses después de que la interné en el INER. Por eso pido ayuda para que mi bebé pueda ser atendida de inmediato, y no dos meses después”. Entonces, si algo de sensibilidad queda en el sector salud allí está la petición. Los detalles los tiene México SA.

Twitter: @cafevega