Opinión
Ver día anteriorLunes 27 de enero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Una conciencia generosa
C

ómo alienta expresarse bien y con toda la boca de una persona. En tiempos de estas bárbaras naciones en que la degradación es el signo del momento, en que los sustentos morales nada valen y surge voraz el apetito por el poder, el dinero y la impunidad.

Cómo necesitamos a muchos Carlos Payán. Cuántos ejemplares como él quedan y cuántos maestros de la dignidad necesitamos. Cómo hacen falta, cómo escasean. Del Carlos que está en mi memoria inmemorial, no recuerdo el primer encuentro, sólo recuerdo que a principios de 1984 vendía litografías para la fundación del periódico.

Los encuentros sucesivos fueron en aquel curioso inmueble de Balderas. Él en su modestísimo despacho, Socorrito al mando y tras ello el reposet, la tv y un camastro, o bien lo recuerdo comiendo con los cuates, Wimer y Víctor Flores Olea en el Passy o con don Chon.

Por esos días me conectó con Carmen. Ella terrible, incisiva y valerosa reportera interesada en Chiapas y los refugiados guatemaltecos. Ante ella me definí favorable y asequible sin faltar a mis deberes de funcionario. Fue otra iniciación venturosa.

El Payán de aquel tiempo siendo tan generoso en sus bondades desde siempre, con los años se ha decantado en un ser nobilísimo, grato, benefactor espiritual de sus amigos. Inolvidables serán las tertulias en su peculiar casa de San Francisco, en Contreras, o las comelitonas de Tlayacapan precedidas del gran concierto por la banda de Brígido Santamaría. Más inolvidable es Cristina que reinaba sobre todo aquello.

Pero sobre tanta belleza humana, de él refulge la conciencia mexicana y periodística. Él que, seguido de una gran tropa, brincó de uno a otro medio hasta aterrizar en lo que indiscutiblemente es el refugio de los progresistas, de los rebeldes que quieren presumirse de demócratas, que son convencidos de que la transformación es posible.

Dirigió la formación de este periódico, el que desde el primer momento declaró su postura ideológica y editorial. Nunca ha vivido ambigüedades. Irremediable poeta y cuentista irónico, ratificó en Guadalajara: Sí, yo no vengo del periodismo, vengo del Partido Comunista, que le dio sentido a mi vida y una ética para enfrentar el futuro. Y es que, como se decía a mediados del siglo XX, quien no era comunista es que no tenía corazón. Todo eso, ya se sabe, a nadie le importa ya. Estábamos equivocados aunque teníamos razón.

Él y su tropa realizaron aquel proyecto que no fue bien recibido por el gobierno ni por el poder económico. Para ellos una propuesta con sentido democrático y social, veraz y honesta resultaba una amenaza comunista. En la secretaría de Gobernación de Miguel de la Madrid aquella novedad se masticaba, pero no tragaba.

Para el pueblo y particularmente el estudiantado fue el abrir una ventana, una arena para la deliberación popular, abrir el mundo grande a los hombres. Si el diario mismo en sus interiores era la pluralidad, sus convocados eran igual. Había lugar para todos, había sed de un medio de esa especie.

Y aquí están Payán y La Jornada. Éste, convertido en su exterior físico en un patriarca cinematográfico y en sus efluvios anímicos en un lenitivo para quienes pueden acceder a su amistad en medio de estas tormentas de dolor civil.

Su línea es simple: No pervertir la profesión usándola para mentir, calumniar. No ocultar lo que pasa con fines aviesos. Estar del lado de las víctimas, de los ofendidos, de los pobres de la tierra, y que ahí donde hay violencia, despojos y atropellos, ahí debe estar el periodista, sabiendo que con su acción, hará ceder la represión y la violencia. No cejar en la lucha por la libertad de expresión y la democracia. No prevaricar con la profesión.

Ya es posible decir que transmitió a generaciones la valoración de un sistema democrático, justo, equitativo como forma deseada para la vida nacional; que reconociera y respetara los derechos individuales y colectivos; que promoviera la participación reflexiva de los sectores sociales en los deberes y los derechos, en los procesos de creación y promoción de ideales y en la colectividad de las decisiones. En síntesis dio conciencia del poder del ciudadano.

Su presencia debe ser proclamada, sus beneficios para el periodismo capitalizados, el bien nacional creado por sus cuadrillas se exige que sea acrecentado. ¡Qué bueno que por aquí ande Payán gozando e irradiando belleza anímica en su otoño dorado!

[email protected]