Opinión
Ver día anteriorMiércoles 29 de enero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Astillero

Fraude electoral tolerado

TEPJF no anula, convalida

Ganan los más cínicos

El coordinador Sales

Clase Política

Labor antisecuestros

Julio Hernández López
Miguel Ángel Rivera
Dinero

Oxxo: sobreviviendo a un asalto

Amparo contra el IVA fronterizo esta semana

Denuncian a Ingenia Muebles

Bajo la lupa

Dólar de EU contra mercados emergentes y los BRICS

Enrique Galván Ochoa
Alfredo Jalife-Rahme
México SA

Cumbre de la Celac

AL en la misma mesa

Trasnacionales arrasan

De nuestras Jornadas

Inseguridad y grupos de autodefensa

Carlos Fernández-Vega
La Jornada Morelos
Isocronías

La tristeza de la tribu

Celac: por la equidad regional
L

a segunda cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) arrancó ayer en La Habana, Cuba, con la participación de 31 jefes de Estado y la presencia, en calidad de invitados, de los secretarios generales de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, y de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.

Ricardo Yáñez
El Correo Ilustrado

Cuestionan financiamientos del Conacyt

L

as autoridades del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología deben explicar por qué financiarán el 100 por ciento de los estímulos económicos que otorga el Sistema Nacional de Investigadores a quienes laboran en las instituciones privadas de educación superior, mientras se expulsa del SNI a investigadores de universidades públicas, sin motivos fundados.

La prometida modernidad
D

esde hace ya unas dos, mejor dicho tres décadas, varios analistas, académicos e intelectuales han insistido, una y otra vez, en aconsejar a los detentadores del poder cambiar el actual modelo de acumulación vigente. Lo proponen volteando a ver sus efectos en la sociedad que, sin duda alguna, han sido terribles casi en todos los órdenes de la vida personal y organizada en común. Enfocan sus baterías sobre los líderes visibles del oficialismo y de ellos esperan que oigan sus desinteresados y sólidos consejos. A pesar de los oídos sordos que han encontrado, no cejan en sus afanes. Con reciedumbre inigualable continúan hasta este inaugural tiempo sexenal de abierta y hasta feroz continuidad en su cometido redentor. En el transcurso de los años se han armado con herramientas no sólo económicas, o las sociales acostumbradas, sino que han recurrido a la historia y a la mismísima filosofía política para ensanchar sus argumentos. Pero todo ha sido en vano. El grupo rector, bien encaramado en las cúspides decisorias no cede ni un solo milímetro y hasta arrecian y endurecen el paso, como sucede hoy día. Las alarmas sobre posibles violencias por venir tampoco han surtido efecto.

Luis Linares Zapata
Los vidrieros de San Luis, seis años resistiendo
E

l 26 de enero de 2008 la empresa Industria Vidriera del Potosí, filial de Grupo Modelo, despidió a más de 300 obreros de manera injustificada, como se ha venido probando en cada juicio laboral y trámites administrativos y hasta en procesos penales. La empresa multinacional argumentó una baja en sus ventas para reducir su plantilla laboral de aproximadamente 800 a 500 obreros. La caída en ventas fue parcial y breve, y cuando la empresa se repuso y creció aún más no recontrató a los despedidos.

De la pastoral del consuelo a la guerra justa en Michoacán
L

uego del frustrado atentado contra el párroco Gregorio López, llamado padre Goyo, donde murieron sicarios, éste convocó a una concentración masiva en el centro de la ciudad de Apatzingán, frente al palacio municipal, donde expuso que la Iglesia no puede seguir hablando a un pueblo de Dios cuando están matando a sus fieles. Yo mismo no puedo seguir hablando de Dios cuando aquí apesta a muerte. Esto aconteció el pasado sábado 18 de enero. Hasta la fecha, y fruto de la violencia en la región, han sido asesinados cinco sacerdotes. Días después, en conferencia de prensa en Morelia, el arzobispo Suárez Inda demandó al párroco agredido sosegarse, señalando: Hemos conminado para que actúe de manera más sensata; se le ha aconsejado fraternalmente para no ser protagonista. Necesitamos ayudarle a que se serene, dijo acompañado del obispo de Apatzingán, Miguel Patiño, donde está incardinado el padre Goyo. Cabe decir que pese al acto, Patiño ha lididado en la última década con el culto paramístico, cuasi cristiano, promovido por los líderes de Los caballeros templarios y su predecesora, La familia michoacana. Declaró también que existe un Estado fallido y que la entidad es hoy el botín de los delincuentes.

Guillermo Luévano Bustamante*
Bernardo Barranco V.
Gelman: poesía, política, revolución
B

uenos Aires. El poeta Juan Gelman murió y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner decretó tres días de duelo nacional, con las banderas a media asta. En los días siguientes, con una sensación térmica de 40 grados sostenidos desde hace un mes, los medios publicaron comentarios, ditirambos, elegías. Más de cien, en la primera semana.

Muda de piel en el neoliberalismo maduro
L

as crisis del capitalismo son como el cambio de piel de una serpiente. Cuando el animal ha crecido, la vieja piel que estorba debe ser abandonada. En los ofidios, la capa córnea de la epidermis es abandonada como un manto viejo que conserva la forma de su último ocupante. Pero la operación es regulada por cambios hormonales endógenos. La vieja camisa queda atrás como vestigio de una etapa de crecimiento mientras, emerge un animal revestido de una nueva y más eficaz envoltura.

José Steinsleger
Alejandro Nadal
La ética de la responsabilidad
J

osé Emilio Pacheco fue muchas cosas –narrador, traductor, guionista...– pero, sobre todo, una: poeta. Y de los grandes. Escribir era para él el cuento de nunca acabar, la tarea de Sísifo, pues, como Valéry y Juan Ramón, no aceptaba la idea de texto definitivo: “mientras viva –decía– seguiré corrigiéndome”. Y así ha sido porque se negó a capitular ante la avasalladora imperfección y, partidario del duro y exigente labor limae, continuó reescribiendo y reescribiéndose siempre, porque lo que buscaba era la iluminación que producen determinados momentos perceptivos en los que el poema capta la epifanía del instante, al convertir la sensación del tiempo en voz : Vuelve a mi boca, sílaba, lenguaje/ que lo perdido nombra y reconstruye./ Vuelve a tocar, palabra, el vasallaje/ que con tu propio fuego te destruye./ Regresa, pues, canción hasta el paraje/ en donde el tiempo acaba mientras fluye./ No hay monte o muro que su paso ataje:/ lo perdurable, no el instante, huye. Su obra –que él vivió y sintió como work in progress– nunca estuvo acabado del todo sino, como los relojes, en estado de marcha y tan en marcha que me cuesta creer que su cuerda se haya detenido ya. Durante años –nos conocimos en Viena a comienzo de los años ochenta– he asistido maravillado a esa sucesión y simultaneidad de sus registros: simbolismo, culturalismo, surrealismo, coloquialismo, minimalismo... todo se daba a la vez en él, porque, como muy pronto supo ver Vargas Llosa, José Emilio fue, desde sus inicios, un creador perfectamente formado, con una visión lúcida y personal de la realidad, y dotado de facultades expresivas nada comunes. Por influjo de Juan José Arreola, empezó escribiendo prosa, pero se le impuso la poesía a la que nunca dejó de serle fiel. Excelente conocedor de la música popular rimada, supo encontrar un espacio entre el realismo coloquial de Sabines y la antipoesía de Nicanor Parra, creando esa antipoesía conversacional latinoamericana que ha descrito muy bien Daniel Torres. Pero, conocedor de la alta cultura y la gran tradición en el sentido fijado por Eliot, reconoció sus deudas con todos sus maestros (Gorostiza, Paz, Cernuda, Cardenal) porque, en su opinión, un poeta debe tanto a los poetas que lo precedieron como a sus contemporáneos y a los que vienen después. Su concepto del libro era menos mallarmeano que simbolista: agrupaba sus unidades de dicción en secciones y sin ironía consideraba que Tarde o temprano era su primer libro que había tardado veinte años en escribir. Heraclitiano en su uso de la paradoja y el oxímoron, también lo fue en su idea de lo temporal: nada persiste contra el fluir del día. Próximo al haiku de Tablada, llamó al mar espejo roto/ de la luna desierta y vio en él el cotidiano nacimiento del mundo. La dicotomía fue para él –como para Quevedo– la base de su estructura mental: su forma mentis. Y, como Borges, ni supo ni quiso decir no a los virgilianismos tan abundantes en su obra: desde Vuelan como palomas/ los instantes./ Y otra vez/ cae el silencio hasta su título El silencio de la luna (1994). No me preguntes cómo pasa el tiempo, escrito entre 1964 y 1968, recoge algunos de sus mejores poemas de madurez, entre los que destacan su interpretación de su país en Transparencia de los enigmas y Manuscrito de Tlatelolco, Alta traición, Ya todos saben para quién trabajan, que es una excelente muestra de la mejor poesía social, Venecia, Pompeya, Conversación romana... Veía y vivía cada poema como un ser vivo que también envejece y en Irás y no volverás (1969-1972) todavía le dio a su obra una vuelta de tuerca: Contraelegía puede verse como su poética, aunque Pacheco tuvo muchas más –entre otras ésta: No tu mano:/ la tinta/ escribe a ciegas/ estas pocas palabras. No hay un José Emilio Pacheco sino muchos y varios que se completan y autocorrigen los unos a los otros sin cesar: Islas a la deriva (1973-1975) ensaya uno; Desde entonces (1975-1978) otro; y el de Los trabajos del mar (1983) otro más. En Miro la tierra (1986) ensaya el poema solidario; en Ciudad de la memoria (1989), la magia de la crítica; en La arena errante, la mirada del otro con ese gran poema, Ulan Bator, dedicado al síndrome de Down. Defensor como Pedro Salinas, abogó por la eñe en Siglo pasado (desenlace) (2000), y en La edad de las tinieblas (2009) optó por el poema en prosa en un cruce de Conrad y Valente. Como dice Noé Jitrik, sus poemas no dejan dormir porque son insomnes; y hacen pensar, porque son pensamiento ellos mismos. El último Pacheco era un poeta ético, con un sentido colectivo del texto, que nos hacía ver el otro lado de los seres y de las cosas y apostaba por una ética de la responsabilidad política, social y ecológica. Sin él nuestra lengua ha perdido muchas de sus modulaciones, pero ni uno solo de los contenidos que él supo forjar.

Jaime Siles*