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Penultimátum

¿Cardenal homófobo?

E

s arzobispo emérito de Pamplona y tiene 84 años, nueve más de los que fija la Iglesia para retirarse. Sin embargo Fernando Sebastián Aguilar ya es cardenal, el único español entre los 19 recién nombrados por Francisco. Lo consideran un teólogo brillante ninguneado por quienes ahora manejan los asuntos de la Iglesia española. Su nombramiento se interpretó, por tanto, como un homenaje y un aviso de que a ese país deben llegar vientos renovadores en asuntos religiosos.

Pero el nuevo cardenal tropezó al afirmar en una entrevista que la homosexualidad es una deficiente sexualidad que se puede normalizar con tratamiento. Indicó que es una manera deficiente de manifestar la sexualidad, porque ésta tiene una estructura y un fin, que es el de la procreación. Y que una homosexualidad que no puede alcanzar este fin está fallando. Eso no es un ultraje para nadie. En nuestro cuerpo tenemos muchas deficiencias.

Y para muestra, Sebastián Aguilar confiesa padecer hipertensión pero que en vez de molestarse cuando se lo dicen, lo entiende como una deficiencia que tengo que corregir como pueda. Por lo que el señalar a un homosexual una deficiencia no es una ofensa. Por el contrario es una ayuda pues cuando una persona tiene un defecto, el buen amigo es el que se lo dice. Y muchos casos de homosexualidad se pueden recuperar y normalizar con tratamiento adecuado.

Estas afirmaciones tuvieron pronta respuesta. María Gámez, dirigente del Partido Socialista en Málaga, dijo que No son asuntos de la fe éstos sobre los que habla el cardenal que se convierte en intérprete del propio Papa, que parecía alejado de estas tesis retrógradas e insultantes. Por su parte, la mayor agrupación de gays y lesbianas de España lo denunció ante las autoridades judiciales porque sus declaraciones fomentan el odio, la violencia y la discriminación contra personas por su condición sexual, lo cual está penado en la ley. Agregó que el enfermo es él, pero podemos curarle. Sufre de homofobia.

Otro tratamiento utilizan en muchos países de África para combatir la homosexualidad. En Nigeria, donde más de 80 millones de personas no tienen acceso al agua potable ni a la luz eléctrica, una nueva ley castiga con 14 años de cárcel a las parejas del mismo sexo y más de 10 a los que las ayuden o les faciliten un lugar para reunirse. O si establecen un club para personas homosexuales.

Según las autoridades, la ley va en línea con las creencias culturales y religiosas del pueblo. En cambio protege la poligamia de los hombres y no sanciona la pedofilia. En el norte de Nigeria, islámico, se aplica la sharia, que prevé la muerte por lapidación para los hombres casados que tengan relaciones homosexuales. Decenas de activistas por la igualdad están en la cárcel.