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Decidían candidaturas, fijaban cuotas y hasta colocaban personal

Chinicuila, otro ayuntamiento con ‘‘asesoría’’ de templarios
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Cada alcalde debía aportar 10 por ciento de las participaciones federales que recibiera, 60 mil pesos en salarios para personas que no iban a trabajar y contratar obras con empresas ‘‘autorizadas’’ por los narcosFoto Víctor Camacho
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Periódico La Jornada
Miércoles 5 de febrero de 2014, p. 5

Tierra Caliente, Mich., 4 de febrero.

A Justo Virgen no lo querían de alcalde. Se lo dejaron claro Los caballeros templarios de Chinicuila luego de una asamblea donde se presentó como precandidato del PRD a la presidencia municipal, en junio de 2011. ‘‘Me jalaron aparte y me dijeron que ni le buscara, que yo no iba a ser presidente municipal porque el PRI iba a ganar en todo el estado’’.

Justo inició campaña una semana después que su adversario priísta. Sólo lo hizo cuando el jefe de plaza de los templarios, Alejandro Mendoza Alvarez, El Flaco, volvió a llamarlo para decirle que ‘‘siempre sí’’ podía participar en los comicios y que ellos no se iban a meter.

La campaña no fue tersa. Un sicario conocido como El Tejón le reclamó que anduviera diciendo en campaña que pediría la instalación de un cuartel militar en el municipio (cosa que asegura nunca hizo). ‘‘Te va a cargar la verga, a ti y a tu familia si sigues planteando eso’’.

El actual alcalde de Chinicuila cuenta que lo dejaron participar sólo porque calcularon que el PRD no tenía forma de vencer. ‘‘Me querían de tapadera’’.

A los templarios no les salieron las cuentas. ‘‘Dejaron libre la cabecera porque siempre ha sido priísta, pero la gente mayor se rebeló harta de tantos abusos’’.

La diferencia fue de apenas 130 votos y para Justo Virgen el comienzo de un calvario.

‘‘Te tienes que alinear’’

Apenas le dieron su constancia, lo mandaron llamar. Como no acudió, fueron por él. El Flaco lo encaró: ‘‘No se pudo contigo, pero ahora te tienes que alinear’’.

De entrada, le dio el nombre de la persona que quería como director de seguridad pública (‘‘no quedó porque no pasó los exámenes’’) y le exigió ‘‘otros puestos más pequeños’’. También ‘‘me mandaron una mujer que estaba relacionada con uno de los jefes. Si se necesitaba algún artículo de oficina, ella iba a la papelería de la esquina y lo traía, ya con el respectivo 10 por ciento adicional. Y ni siquiera me daba factura’’.

Un conocedor de la región, que ha escuchado la misma historia de varios alcaldes, dice que ‘‘sabían todo de ellos: sus direcciones, sus ingresos, los nombres de sus familiares y dónde vivían’’. Si algún dato le falta al cártel, lo obtenía directamente en los ayuntamientos: ‘‘Cuando llegaban a las oficinas abrían todo, las computadoras, los archivos’’.

Según un funcionario del gobierno estatal, las prácticas que han padecido los alcaldes michoacanos se extienden a la administración de Fausto Vallejo.

En mayo de 2012, Justo Virgen fue convocado por los templarios a una nueva reunión, esta vez en un hotel que se ubica a un costado de la presidencia municipal de Apatzingán. La cita fue un día entre semana, a las cuatro de la tarde, y ahí se encontró con otros alcaldes de la región.

Los trajeron dando vueltas durante horas, hasta que los recibieron a las tres de la madrugada en un rancho a media hora de la cabecera municipal. Había ahí varios jefes del cártel y también empleados de la tesorería de Apatzingán –incluido el tesorero municipal, Vicente Sánchez Plancarte– encargados de la contabilidad de los templarios.

Comenzaron con el discurso político. Con la elección presidencial en puerta, los operadores del cártel informaron ‘‘que tenían el acuerdo de echarle la mano a Enrique Peña Nieto, que él debía ganar en todo el estado, y también nos dijeron que teníamos que ayudar para que un pariente de Kike Plancarte ganara la presidencia del Frente Juvenil Revolucionario del PRI’’ (la dirección nacional de ese partido, dicho sea de paso, suspendió esa elección).

El perredista Virgen se negó. Dijo que él no tenía por qué meterse en una elección de otro partido. ‘‘No entiendes, presidente. Te ayudaremos cuando haya elecciones en tu partido’’, le respondieron. Enseguida pasaron a los negocios. ‘‘Sabemos cuánto reciben, y el plazo para entregar el porcentaje es de tres días, en cuanto reciban los recursos’’, dijo otro de los jefes.

La cláusula de garantía fue simple: ‘‘Si se pasan de listos van a tener un regalo afuera de sus presidencias’’. Cada alcalde debía aportar 10 por ciento de las participaciones federales que recibiera, 60 mil pesos en salarios para personas que no iban a trabajar y contratar toda obra pública con las empresas ‘‘autorizadas’’ por los templarios.

Las citas con los alcaldes eran periódicas. En cada una se añadían órdenes. Como decirles que sólo podían comprar cemento a una empresa que ellos eligieron. El ayuntamiento debía, además, pagar las facturas que muy seguido le llevaban de diesel, herramientas y refacciones automotrices.

‘‘Calculo que medio millón al mes’’, responde Justo, cuando se le pregunta cuánto terminó entregando a los templarios.

‘‘Las autodefensas somos el pueblo’’, dice Rafael García Zamora, alcalde de Coalcomán, donde las autodefensas recibieron el respaldo de un acta de cabildo. Como su vecino de Chinicuila, García Zamora entregaba 30 mil pesos quincenales ‘‘de la nómina’’ a empleados que no laboraban en el ayuntamiento.

García Zamora también acudió a las reuniones donde les leían la cartilla a los alcaldes. Dice que las comandaban tres personajes a quienes identifica como El Fish, don Javier y el contador Vicente.

‘‘Ellos presumían que los presidentes municipales éramos parte de la ‘Empresa’, pero yo nunca recibí nada de esos hijos de la chingada’’.

El alcalde García Zamora culpa de la situación actual a los templarios, pero también al gobierno. No sólo por ineptitud en el combate al crimen, sino también por ‘‘el abandono del campo. Por eso floreció la delincuencia’’, se queja.

García Zamora dice que si su municipio ha contado con algunos apoyos adicionales es ‘‘por gestiones de diputados del PRD’’, pero de los gobiernos federal y estatal, nada. ‘‘Contamos con cero proyectos productivos… hasta por escrito nos han dicho que no’’.

‘‘Vallejo nos negó ayuda porque teníamos vacas’’

Chinicuila y Coalcomán fueron incluidos en un nuevo listado de municipios que se suman a la Cruzada Nacional contra el Hambre, adelanto de Rosario Robles a los 45 mil 500 millones de pesos anunciados por el presidente Enrique Peña Nieto este martes, en una estrategia que evoca al ‘‘Todos somos Juárez’’ de Felipe Calderón.

Justo Virgen ya había intentado que tomaran en cuenta a su municipio, pero el gobernador (Fausto) Vallejo le dijo que no sería considerado en la cruzada –pese a ser ‘‘de alta marginación’’–, porque ‘‘tenemos vacas’’. Y es que, efectivamente, una de las principales fuentes de ingresos de Chinicuila es el ganado: ‘‘Pero es ganadería extensiva, así que en tiempo de secas hasta las vacas están flacas’’.

La otra fuente son las remesas que envía la mitad de los chinicuilenses que viven en California, Washington y Oregon. Ahora, esos migrantes mandan cajas repletas de radios, tiendas de campaña, trajes para la lluvia y otros objetos para las autodefensas. Y armas, claro. ‘‘Las pagan allá y se recogen en Colima’’, dice un policía comunitario que ha participado en choques con los templarios.

Mientras en Michoacán se preguntan qué porcentaje de la millonaria cifra dada a conocer por el Presidente terminará en las arcas templarias, Chinicuila ya está en la lista de la Sedesol, así sea por obra y gracia de las autodefensas. Justo Virgen mira el nombre de su municipio en la lista y ríe: ‘‘¿Ya ve cómo sí sirve que la gente se movilice?’’