Opinión
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Historias del bajo mundo

B

uenos muchachos es catalogada por la crítica y los cinéfilos como una de las mejores películas de Martin Scorsese. Si no es que la mejor, por encima de otros clásicos del director nacido en 1942 en el populoso barrio de Queens: Taxi Driver (en 1976 Palma de Oro en Cannes), Toro Salvaje, El color del dinero, Cabo del Miedo o Pandillas de Nueva York. Los intereses que gobiernan la adjudicación de los Óscar hizo que Buenos muchachos no lo recibiera. Pero Scorsese demostró su conocimiento y maestría para abordar con crudeza y humor negro los temas relacionados con el bajo mundo.

Nuevamente esa película se rememora porque su trama está inspirada en el del robo realizado en diciembre de 1978 a la terminal de carga de la aerolínea Lufthansa en Nueva York. Los ladrones se llevaron un millón de dólares en joyas y 5 millones de dólares en efectivo. Estas cifras convirtieron dicho hurto en el mayor registrado en la historia del vecino país y uno de los realizados con mayor limpieza y precisión. Esto interesó a Scorsese, quien llevó la trama a la gran pantalla 12 años después.

La planificación del robo fue atribuido por la policía al líder mafioso James Burke, interpretado en el filme por Robert de Niro. Burke murió en prisión en 1996 sin ser procesado por dicho delito. Entre otras cosas, debido a la misteriosa desaparición de seis personas relacionadas con el atraco. Y porque uno más, Henry Hill, quien colaboró en el esclarecimiento de ese y otros delitos a cambio de una condena benigna, nunca confirmó que Burke fuera el cerebro de la operación.

El único condenado hasta ahora es Louis Werner, el empleado de Lufthansa que le dio la idea del atraco al responsable de un negocio de apuestas al que le debía dinero. Y lo principal: describió cómo entrar en la terminal de la aerolínea alemana.

Pero la FBI arrestó recientemente al mafioso Vincent Asaro, de 78 años, hasta ahora el único acusado oficialmente del robo. También detuvo a su hijo Jerome y a otros tres integrantes del Clan de los Bonanno, una de las cinco familias italianas que controlan el crimen organizado en Nueva York.

Asaro tiene un catálogo de delitos digno de cualquier personaje de Scorsese. Entre los cometidos los últimos 50 años figuran extorsionar a dueños de burdeles, atracar un furgón, ocultar un cadáver, el incendio de un edificio en Nueva York y la orden de matar a un colega que consideraba de poco fiar. Y el principal: desaparecer en 1969 a otro gánster, Paul Katz, por encargo de Burke. Por una denuncia anónima, la FBI encontró en junio pasado los restos de Katz en el sótano de la casa de la hija de Burke.

La investigación del robo en la terminal de carga de Luftansa se olvidó durante años. Con la captura de Asaro se reactivó y, de paso, sobre la poderosa familia Bonanno. Lo que no aparece es el botín.