Política
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Nosotros ya no somos los mismos

Termina la primera temporada de los hermanitos Zavala

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Una hipótesis anterior propuso que dos inmensos reflectores de luz negra hicieron posible la luminosidad de la señora Zavala y, por supuesto, la de don Felipe de Jesús, cuya coherencia, manejo del lenguaje, conocimiento de la historia patria, afortunado sentido del humor e idónea vestimenta, le proporcionaron a doña Margarita el marco más esplendente para su lucimiento sexenalFoto Cristina Rodríguez
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í, lo entiendo. Ya los harté con la eterna crónica de los hermanitos Zavala. Los que ni siquiera cantan, pero que, afortunadamente, sólo son siete y no 11. Hoy termino la primera temporada (como suelen definir sus emisiones las series televisivas). Si el próximo año electoral se requiere refrescar informaciones, obligadamente habrá que hacerlo. Gustavo Madero lo agradecerá, pues es obvio que el embate calderonista intentará marcarle o, más bien dicho, remarcarle las cartas que desde ahorita ya están grabadas en las listas plurinominales con la tinta electoral más indeleble posible. Por esta vez agreguemos los comentarios de dos lectores y la descripción del segundo potentísimo reflector de luz negra que, como la señora Sahagún, dio luminosidad extraordinaria a doña Margarita. Dice el primer lector: No me parece que discrimines y dejes fuera de la relación familiar a Juan Antonio Pascual Gay, cuñado de doña Margarita y concuño de Felipe de Jesús, como bautizaste a Calderón. (Aclaro, citando al prócer: ¿Y yo por qué? Fueron sus piadosos progenitores, no yo, quien así lo llamó). Este señor, Pascual Gay, tiene méritos suficientes para ocupar un lugar prominente en la Galería de los Horrores. Tómate la molestia de consultar en tu propio diario (segunda aclaración: si fuera mío, siguiendo el pensar de Groucho, no me contrataría) el reportaje de Jaime Avilés en el que relata cómo el concuño/cuñado Pascual Gay expropió al matrimonio de Philippe Roland Bonefant y a su compañera Elizabeth Delgado Nazario, dos trabajos académicos que le rindieron beneficios tanto económicos como curriculares. Apretada síntesis del despojo: el cuñado/concuño publica una investigación titulada: “Una revista mexicana: Dyn”. Pequeñísimo inconveniente. Bonefant, un alumno suyo de origen belga, había ya dado a conocer: “La revista Dyn (1942-44) y el surrealismo”. Ligero cambio de título e idéntico contenido. El asesor Gay pretendió cubrirse y cuando la revista Anales dio a conocer, el 28 de febrero, la investigación citada, agrega a su crédito autoral el de su pupilo Bonefant. Inútil coartada: 10 días antes, el 18 de febrero, Bonefant había alcanzado su maestría con ese mismo trabajo. A Elizabeth Delgado, compañera del belga, no le fue nada mejor: su proyecto de tesis impresionó tanto al concuño/cuñado que le hizo el honor de presentarlo como propio ante la Universidad de Guanajuato. Como obviamente se trata de un tierno y amoroso padre de cristiana familia, lo firmó con el seudónimo de Carmer, simple pero emotiva conjunción del inicio de los nombres de sus amadísimos hijitos: Carlitos y Merceditas, a los que legaba, además de regalías, ejemplo de rectitud y decencia.

Una de cal por cien de arena: me dice el licenciado Juan José Cabrera: “ Una amistad de tu maestro Pablo Rendón, que era fiadora de un sobrino en un contrato de arrendamiento, fue demandada por incumplimiento de su fiado. (Este caló de los abogados me divierte horrores: su fiado). Yo la patrociné y la sentencia le fue adversa, no obstante la confesión ficta en que incurrió la parte actora, debido a su inasistencia a la audiencia de desahogo de pruebas. Apelé al veredicto y el asunto fue turnado a la ponencia del magistrado Diego Zavala, quien analizó los agravios considerándolos fundados y, por ende, revocando la antijurídica sentencia. Yo no busqué a don Diego ni antes ni después de su veredicto”. Inserción gratuita y sin comentarios.

Ya no voy a repetir qué es la llamada luz negra. Pero por favor recuerden: se utiliza en ambientes oscuros para resaltar algunos colores que tienen un brillo blanco violáceo, dejando en la oscuridad el resto. En la columneta anterior se propuso la hipótesis de que, dos inmensos reflectores de luz negra hicieron posible la luminosidad de la señora Zavala: la actuación estelar de la reconocida académica Rabindranatha Sahagún Tagore y, por supuesto, la de don Felipe de Jesús, cuya luminosidad, coherencia, manejo del lenguaje, conocimiento de la historia patria, afortunado sentido del humor e idónea vestimenta, le proporcionaron a doña Margarita el marco más esplendente para su lucimiento sexenal. ¿O ustedes vieron a MZ vestida como Florencia Nightingale, con un uniforme de campaña cuatro tallas más grande, o mencionando a un héroe de la Independencia originario de Oaxaca, como oriundo de Michoacán, o conjugando verbos cambiando la Y griega por la I latina? ¿Recuerdan lo del Tribunal de la Haiga? ¿Recuerdan a Felipe de Jesús cuando apenas iba levantando su brazo, con la palma de la mano hacia abajo para protestar como director del Banco de Obras y Servicios, y de pronto que le da un giro a su diestra y con los dedos hacia el cielo solicita un préstamo de miles de pesos al que, en manera alguna tenía derecho? Fue ese el instante tonto, absurdo, compulsivo en el que, ante los azorados ojos de sus propios adeptos, enseñó el cobre. Éste es un elemento natural, un metal inferior de transición (cuyo símbolo es Cu y número atómico 29), al que es químicamente imposible convertir en oro (metal precioso, blando, color amarillo su símbolo es Au, del latín aurum, y su número atómico 79). Bueno esto es lo que dice la ciencia moderna, pero recordemos que el pensamiento de Felipe de Jesús está anclado en la alta Edad Media. Si Raymundo Fosca, príncipe de Carmona, no hubiera creído en las virtudes milagrosas de la pócima que su médico/brujo le dio a beber para conseguirle la inmortalidad, Simone de Beauvoir nunca hubiera podido escribir su fascinante obra: Todos los hombres son mortal es. Felipe de Jesús, como Fosca, confió en la alquimia, no usó el cobre personal ni el de sus 40 la…borantes cercanos. Utilizó simplemente un líquido que se vende hasta en los súpers y que se llama tinta. Los chinos lo usaron hace muchos siglos. Era un compuesto de negro de humo y goma que, por medio de plumas de ave, pinceles y luego metales, permitía crear imágenes, símbolos, y plasmarlos sobre alguna superficie.

No creo que César Nava, Luis (de) Felipe Bravo Mena, Gil Zuarth o Tarcisio Rodríguez, los cuatro secretarios particulares del sexenio, tuvieran que proveer al abajo firmante de licitaciones, préstamos, deducciones, adjudicaciones, ampliaciones, transferencias, concesiones, contratos, nombramientos, títulos, de propiedad o explotación, franquicias, permisos, indultos, salvoconductos, condonaciones, patentes de corzo, indulgencias gubernamentales, etcétera, etcétera, de alguna de las plumas fuente más propias para casos tales: La aurora diamante, el bolígrafo más caro del mundo: 30 quilates de diamantes Beers, incrustados en un barril de platino. Como se produce tan sólo un ejemplar al año, lleva el escudo de familia o la efigie del propietario y el costo de la última edición fue de un millón 470 mil 600 dólares. La puja entre la señora Gordillo y el filmmaker García Luna, estuvo de alarido. La Mystery Masterpiece de Mont Blanc y Van Cleef, edición limitada, incluye rubíes, zafiros y esmeraldas, tiene un costo de 730 mil dólares. De aquí para adelante, pura bisutería: La diamonds, diseñada en honor de Gaudí, aunque es de 18 quilates, se vende hasta en Harrods, de Londres, al precio de 265 mil dólares. Pero ninguna de estas extravagancias fue necesaria. Simplemente cada uno de los secretarios, en su momento, solicitaron un plumón Vic, de los que no suelen fallar, a la proveeduría de Los Pinos, y la firmiza constitucional se llevó a cabo, cotidianamente, durante seis años, y hete que triunfó la alquimia: de la generación del cobre surgió el milagro: los hombres de terracota se convirtieron en los golden boys del último sexenio blanquiazul.

Acabemos: con este segundo emisor de luz negra ¿podría haber permanecido ignorada o ignorante, doña Margarita? ¡Imposible! Ella resplandeció porque inasible, inconsútil, etérea, evanescente, asida a su sombrilla, flotaba cual Mary Poppins, y guardaba su distancia del mundanal ruido. Desde las alturas se concretaba a cantarnos: ¡supercalifragilistico espialidoso! La luz negra era el halo que le permitía mostrar las diferencias: sencilla, modesta, comprensible, tolerante, austera y sobria (aquí la comparación era demoledora).

El 2015 me permitirá la odiosa expresión: se los dije. En 2018 dirán: ¿Cómo se llamaba aquel cuate que nos echó la sal?

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