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Penultimátum

La teoría del amor

T

res semanas antes de que Cristina, la hija del rey Juan Carlos, compareciera en un juzgado de Palma de Mallorca para declarar sobre su participación en los negocios ilícitos de su esposo, el presidente de España dijo en la televisión estar absolutamente convencido de su inocencia y que saldrá muy bien librada de la causa.

La infanta Cristina respondió el sábado pasado a las más de 400 preguntas que le formuló el juez que lleva uno de los casos más sonados de corrupción ocurridos recientemente en España. No lo hizo como una ciudadana más, sino protegida por las instancias oficiales que le evitaron entrar a los juzgados como lo hacen los demás citados por los jueces. Esa protección costó 200 mil euros.

Y fiel al guion establecido por la defensa, la hija del rey, primera de una casa real citada a comparecer ante la justicia, se desvinculó totalmente de las empresas en las que participó al lado de su esposo, Iñaki Urdangarin. Por medio de ellas defraudaron a los gobiernos de Baleares y Valencia más de 8 millones de dólares. Incluso Cristina dijo ignorar que los empleados domésticos que trabajaban en su casa habían sido contratados a través de una de esas empresas.

En cambio manifestó que el millón y medio de dólares que recibió del Rey para comprar el palacete en que vivían en Barcelona, es un préstamo que salda poco a poco y que su padre confía en que le devolverá el dinero. El palacete costó 8 millones de dólares y era el domicilio de una de las empresas utilizadas para defraudar. El rey le había pedido a Urdangarin en 2006 que dejara los negocios que realizaba con gobiernos pertenecientes al partido que hoy manda en España. Pero no lo hizo y ambos siguieron disfrutando los dineros mal habidos, como lo comprueban los documentos en poder del juez que lleva el caso.

La infanta Cristina ha puesto en boga una nueva teoría de evadir responsabilidades: la teoría del amor, que le profesa a su marido para descargar sus propias culpas y evitar ser condenada por los delitos de blanqueo de capitales y evadir al fisco. No sé, no conozco, no recuerdo, no me consta, han sido las respuestas más repetidas por ella ante el juez; y que firmaba todo lo que le pedía su marido porque confiaba mucho en él. Defendió además su labor empresarial y la gestión de los negocios, calificándola de muy escrupulosa y respetuosa.

Pero, contrario a esa teoría, el matrimonio Urdangarin-Borbón dejó tras de sí un interminable rastro de documentos firmados de su puño y letra por ellos que delatan su participación directa y consciente en negocios con dinero ilícito.

Mas el presidente Rajoy, utilizando el poder que ostenta, ya dictó sentencia: la infanta es inocente. Con razón ella estuvo tan sonriente al comparecer ante el juez. Y la familia real rebosa felicidad.