15 de febrero de 2014     Número 77

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Medicina totonaca para prevenir enfermedades de cuerpo y espíritu

Gabriel Sainos Guzmán Médico tradicional de Ixtepec, Puebla

Muchas curaciones tradicionales se han usado y se usan para la prevención de las enfermedades del cuerpo, por ejemplo: a una muchacha se le da de tomar la primera agua que echan en la olla nueva de barro para que no sufra a la hora de parir ni presente mucha hemorragia durante su menstruación; se lava la olla para tirar la mugre o microbios, y posteriormente se echa agua, la que se da de tomar. De igual forma, a las niñas se les prohíbe comer hígado de gallina para evitar hemorragias durante su período menstrual.

También se corta la cola de xtan (tlacuache) y se les pega a las niñas en sus caderas y en sus nalgas; al poner su primer huevo una gallina, se les unta la sangre y deben lamerla para que no sufran mucho y el parto se lleve de manera fácil. A los niños se les da carne de zorrillo para que no les dé tosferina, pues actúa como vacuna contra esa enfermedad; asimismo, el gas de este animal es un preventivo para los alcohólicos, pero si se le da a un niño pequeño, jamás podrá tomar bebidas embriagantes.

A los varoncitos se les prohíbe jugar listones o fajas para que no se encuentren serpientes venenosas cuando vayan al campo; tampoco deben masticar chiles y se les da de comer kiwi’ wana’ (insecto que come madera) para que les sea fácil partir leña; se les cuelga un gusano llamado sakg wiki’ (gusano leñador) para que encuentren rápido la leña y no ocurran accidentes. Se les prohíbe a los niños y a las niñas trabajar con sus pies; si lo hacen, nacerán sus hijos con sus pies. Y no deben comer con los pies extendidos por delante porque les esperará una víbora en el camino por donde pasen para enredarse en ellos, lo que provocará que se enfermen de susto y espanto, lo que propiciará enfermedades como la anemia, el raquitismo y la desnutrición.

Para evitar que se infecten, que se inflamen y que duelan los granos, no se debe comer lo que queda espeso encima del atole y evitar comer grasa de animal, picante y huevos.

Los borrachos, la mujer encinta y su marido no deben acercarse a enfermos de sarampión y de picadura de víboras venenosas, pues el acercamiento les podría provocar la muerte.

Para que crezca y no se caiga el cabello, las mujeres deben cortarlo al final de la primavera e inicio de verano, ya que esas estaciones del año son las más fuertes y es cuando se reproducen y renuevan las plantas y las aves.

Respecto al agua y al manantial, algo que evita que se quede el espíritu ahí, es no asistir al mediodía, puesto que es una hora sagrada en que las mujeres muertas inician su acompañamiento en el parto al padre sol. No se debe ir al agua si se está enojado, de mal gusto o habiendo peleado recientemente con alguien. Al pasar por un manantial se debe llevar una ofrenda, puede ser una flor o una planta que haya sido cortada, e ir bien cuidado o cuidada.

En la fogata no se debe jugar, ni pelear con hermanos, con los tizones, ni con las brasas; se debe guardar respeto. Si alguien se espanta allí, se debe hacer la ceremonia para no enfermar o dejar el espíritu, así como, si cae un niño o una niña al suelo, se le debe pegar 12 veces y no enfermará.

Si va alguien al río, al monte o a algún otro lugar, se debe llevar tabaco y ajo para evitar accidentes causantes de enfermedad y de abandono del espíritu (fragmento del libro Historia de la medicina tradicional totonaca, Conaculta/Navarra Editores, 2012; edición a cargo de Ivonne Yáñez).


Chapingo y la medicina naturista

Pedro Mendoza Castelán
Director de la Unidad de Medicina Tradicional y Terapeutica Naturista Chapingo www.medicina-chapingo.com


FOTO: Luigi Guarino

Desde hace tres décadas ha venido creciendo el interés por el potencial terapéutico de la herbolaria y las medicinas tradicionales en México; así, diversas instancias de gobierno y académicas y organizaciones indígenas y populares han desarrollado programas de investigación y mecanismos para el reconocimiento y la regulación de esta expresión del saber ancestral de los pueblos y de la relación de éstos con la salud y el medio ambiente.

Destaca el programa que impulsó el hoy transformado Instituto Nacional Indigenista para reconocer a los médicos tradicionales de todo el país; el surgimiento de los hospitales rurales de medicina tradicional e institucional que promovió el Instituto Mexicano del Seguro Social-Coplamar (IMSS-Coplamar); la creación del Herbario del IMSS en el Centro Médico Nacional Siglo XXI; la formación del Centro de Investigación Herbolaria del IMSS en Xochitepec, Morelos; la labor del Jardín Botánico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto de Investigaciones Biológicas de la máxima casa de estudios; y el nacimiento de cátedras, cursos seminarios, talleres y diplomados que han promovido la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), entre otros.

También resalta la labor que la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) ha desarrollado por medio de su Departamento de Investigación Botánica y Etnobotánica en plantas medicinales, y que hoy se ve enriquecido por el Programa Universitario de Medicina Tradicional y Terapéutica Naturista, que impulsa diplomados en medicina tradicional mexicana.

Esta labor de carácter institucional y académico no sería real ni posible sin la activa participación de las organizaciones de médicos tradicionales indígenas y de las asociaciones civiles que promueven la medicina tradicional y alternativa.

De lo que hablamos es de alternativas de salud; de terapéuticas para prevenir y sanar diversos padecimientos de forma natural y con un profundo sentido humano ligado a una cosmovisión que nos relaciona con las partes esenciales del universo, expresadas en los cuatro elementos que nos dan la vida -tierra, agua, aire y fuego-, en los que la medicina tradicional de México y del mundo tienen su relación simbólica con los ejes de la curación.

El Programa Universitario de Medicina Tradicional y Terapéutica Naturista, próximo a cumplir 15 años, tiene el objetivo principal de “estudiar la medicina tradicional mexicana, desde sus bases europeas, negras e indígenas hasta la actualidad, con la finalidad de contribuir a dilucidar los principios teóricos y metodológicos para la obtención de conocimientos y su aplicación en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, y analizar, desde el punto de vista científico, las terapias naturistas, considerando como base fundamental su aplicación, aceptación y eficacia para los habitantes de México”.

El Programa ofrece más de 30 cursos y diplomados de medicina tradicional y alternativa, cada uno con registro ante la autoridad académica de la UACh, lo que implica que se les da un seguimiento institucional, además de que han sido auditados académicamente. Esto significa que tiene un rigor académico y metodológico suficiente.


Oaxaca

Articular la biomedicina
con la medicina tradicional


Dr. Alberto Ysunza Ogazón FOTO: Lourdes Rudiño

Lourdes Rudiño

Expertos e investigadores del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” (INNSZ) realizan desde hace más de 20 años un esfuerzo de capacitación de promotores comunitarios para fortalecer las condiciones de salud en poblados pobres, fundamentalmente indígenas, ubicados en Oaxaca.

Esta tarea, encabezada por el médico Alberto Ysunza Ogazón, jefe de Estudios Rurales y Experimentales del INNZ, se materializa en el Centro de Capacitación Integral para Promotores Comunitarios (Ceciproc), que nació en 1991 y que actualmente se concentra en la región Costa de Oaxaca.

En entrevista, Alberto Ysunza señala que el Ceciproc ha tenido el objetivo de capacitar gente local para que se encargue de resolver la mayoría de los problemas de salud de las comunidades, lo cual implica desde atender serios problemas de desnutrición infantil y parasitosis, hasta promover huertos familiares para mejorar la dieta de las personas, impulsar la construcción de sanitarios ecológicos para ahorrar agua y aprovechar las excretas como fertilizante y sustituir estufas de leña dañinas por su generación de humo.

Pero en particular en la atención primaria de la salud, dice que “estamos convencidos de que se puede resolver localmente” y el principal recurso requerido en las zonas pobres (con alto contenido indígena) es el humano. “Hemos tratado de hacer un matrimonio entre esta parte oficial, científica, de la biomedicina –pues es muy importante introducirla en los sistemas locales de salud- con lo que por muchos años se había considerado producto de la ignorancia, la medicina tradicional, que es milenaria. Nuestro trabajo consiste en tratar de identificar ese conocimiento, entenderlo y articularlo, básicamente con una visión preventiva.

“Vemos que hay una variedad impresionante de formas de ver el proceso salud-enfermedad, y también de atención, y cómo este tipo de atenciones diferentes se adaptan a las circunstancias ambientales, ecológicas, sociales e inclusive de marginación. Encontramos que el ‘susto’ se puede atender con hiertbas, con oraciones, con temazcal…”

Testimonio

Moisés Sánchez Pérez, promotor del Ceciproc


FOTO: Lourdes Rudiño

“Soy promotor de salud. Primero trabajé en mi comunidad, San Francisco Jayacaxtepec (mixe de la Sierra Norte de Oaxaca); ahora trabajo en la Costa como apoyo del equipo del Ceciproc. La gente acude a la medicina tradicional cuando no sana. Le dan al niño esto y lo otro, lo desparasitan y no mejora, y entonces dicen ‘tiene susto’ y la curandera o el curandero lo ve y lo cura con ciertas hierbas, o con su misma ropa, porque tienen sus prácticas. En la Sierra Sur, usan un trapo nada más, la prenda íntima del niño o de la niña; con eso llaman al espíritu que se quedó por allí donde se asustó. En otros lugares se usa mezcalito, con huevo, con varias cosas, con más elementos. Leen el huevo y diagnostican el problema. Cuando alguien se empacha o está eructando lo que comió, niño o gente grande, el curandero pregunta ‘¿qué comiste?’ y agarra parte de esa comida, la calienta tantito y empieza a escupirle y se la pone en el estómago o en el pecho, y dice: ‘aquí está tu medicina si te hizo daño, y aunque te haga daño posteriormente lo seguirás comiendo’, y al instante se quita el malestar, y uno se asombra. Uno como ignorante no entiende o no piensa más a fondo las razones. O igual, cuando está el niño empachado, hay que buscar la ceniza debajo del comal, la más fina, sacarla, echarle saliva y ponérsela en el ombligo, al ratito el niño comienza a sacar aires y ya se curó, cosas raras. A veces no creo, pero cuando lo veo allí está.

“En la Costa hay mucha diversidad de conocimiento, allí está la raza negra y muchos de la Sierra Sur, y hay una mezcla: aquellos que curan con barro y los que curan con hierbas, o con piedras, con agua, y cosas así, entonces nos vamos dando cuenta que algunas plantas que sirven para una cosa en una región, en otro lugar sirven para otra cosa y se junta el conocimiento (…) Uno a veces se avergüenza de las curaciones que se hacen, pero cuando llegan los médicos, los biólogos y empiezan a hacer comentarios sobre la medicina tradicional, decimos ‘pues no estamos jodidos; si un médico habla de esto, no estábamos tan perdidos. Suena algo allá arriba donde hay conocimiento, donde hay escuela’.

“En la Sierra Norte se instaló una farmacia comunitaria mixta, donde se invitó a médicos tradicionales, hueseros, parteras, hierberos… y ellos son los que atienden la farmacia y hay tanto alopática como tradicional, hierbas, tinturas, pomadas, jabones, lociones, jarabes…”

Y es que el susto o el empacho o que al niño se le cayó la moyera forman parte de “una gama impresionante de enfermedades que tienen su razón de ser y su lógica, y que además son reales y pueden llegar a matar, y no son producto de la ignorancia (…) Estos conceptos diferentes de enfermedad y atención se entienden porque hay una visión muy diferente de la vida, de la salud, de la muerte, de todo esto que forma al ser humano”.

Comenta que en los lugares donde trabaja el Ceciproc tienen temazcal (que es una casa o templo de vapor); el hecho de que no haya desaparecido y que prevalezca indica que tiene una razón real de ser.

El médico señala que esta concepción se enmarca en algo que otros grupos tienen mejor sistematizado. “Hay un grupo de canadienses que hablan de una visión ecosistémica de la salud, que indica que no hay salud humana si no hay salud del ecosistema, y eso se observa en todas partes, desde la Antártida hasta los países más tropicales; ellos identifican tres elementos de desarrollo, el económico, el ambiental y el impacto social en las comunidades. Hoy vemos lo que ocurre con el cambio climático, que está propiciando enfermedades nuevas, mutaciones de virus que antes no había, afectación en los ciclos agrícolas y caída de producción del campo, y todo eso incide negativamente en la salud, en las economías, en las dinámicas sociales (…) o lo que ocurre con la forma desigual en que se desarrollan los mercados, que repercute en una falta de equidad social impresionante, en desaparición de las economías locales, de la autosuficiencia, en emigración, y ahora nos quieren todavía meter transgénicos que atentan contra las semillas nativas y contra la milpa y lo que conlleva, quelites, verdolagas, cultura comunitaria. Todo esto afecta la salud, por supuesto”.

El entrevistado dice que ante estos grandes problemas, “que nos rebasan no sólo a nosotros sino a nivel de mega economías”, lo que el Ceciproc hace es buscar que la investigación que realiza en pro de la salud de las comunidades repercuta en acciones directas, resolutivas, inmediatas, y “la participación es muy importante, pero no sólo de científicos y técnicos. Involucramos a todos los que saben: médicos tradicionales, que conocen de plantas; ancianos; líderes, y todos los que tengan que tengan algo que decir a propósito de la comunidad (…) Así como en la biomedicina hay grandes especialidades, en la tradicional, hay hueseros, curanderos, rezanderos…”.

En materia de investigación, comenta que hace unos 15 años los promotores del Ceciproc hicieron una colecta de hierbas medicinales y comestibles, y las tienen identificadas con toda su descripción científica y de uso. “Esta es una muestra sólo y la idea es que la gente sepa que hay miles de años de conocimiento y potencial y que si bien no va a resolver todos los problemas de nutrición y de salud sí son un recurso”.

Explica que el Ceciproc investiga de qué se enferma la gente en las comunidades donde trabaja. “Vemos mucho alcoholismo, y todo lo que genera la introducción del narcotráfico, problemas de drogadicción. Uno pensaría que éstos no existen en el medio rural, y no sólo eso, sino que son aún más graves, pues empiezan desde la escuela primaria. En la Costa de Oaxaca hay niños que están vendiendo tachas. Esta situación se ha agudizado desde que Estados Unidos limitó la entrada de drogas a su territorio luego de los atentados de septiembre de 2001. Asimismo, 80 o 90 por ciento de los adolescentes están teniendo relaciones sexuales sin protección y hay una gran cantidad de madres solteras con edades de 10 años o incluso menos; es impresionante”.

El médico aclara que habla a título personal y considera muy difícil que la visión que ha desarrollado el Ceciproc en cuanto a la integración de la biomedicina y la medicina tradicional trascienda y se reconozca institucionalmente en el país, pues “como investigadores, estamos sujetos a evaluación sistemática con criterios del modelo médico hegemónico, la biomedicina”. No obstante, afirma, “no partimos de cero. Desde hace tiempo, a partir de la entrada de China a las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud reconoce la importancia de la medicina tradicional, cuando antes la rechazaba sistemáticamente.

Alberto Ysunza explica que el Ceciproc es apoyado por recursos de fundaciones, los cuales son cada vez más difíciles de conseguir. Sin embargo, hay ahora una circunstancia, la reforma fiscal, que hará que el gasto-comprobación de los recursos se dificulte aún más que la propia obtención, y eso implica un verdadero y gravísimo obstáculo para el Ceciproc. Señala que el Centro está en una serie crisis; su permanencia está en riesgo.

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