Sociedad y Justicia
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En el mundo hay 413 mil curas; de ellos, 38.5 por ciento están desposados, según federación de AL

Cada año más de 3 mil religiosos y religiosas dejan la vida pastoral

Crisis vocacional o problemas afectivos, algunas razones para interrumpir el ministerio: arzobispo

 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de febrero de 2014, p. 40

En noviembre pasado el arzobispo José Rodríguez Carballo, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, reconoció que cada año más de 3 mil religiosos y religiosas abandonan la vida consagrada.

De acuerdo con cifras de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, hay alrededor de 413 mil sacerdotes ordenados en el mundo y, aunque oficialmente no son reconocidos, 159 mil (38.5 por ciento) están desposados.

Sólo en América Latina, con base en el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), 23.9 por ciento de curas dejaron el ministerio entre 1990 y 2010, y la citada federación refiere que en ese periodo unos 8 mil presbíteros no ejercieron el ministerio pastoral de manera pública.

Esa agrupación, que fundaron en 1990 Jerónimo Podesta y su esposa Clelia Luro, en Buenos Aires, Argentina, pugnando por el celibato optativo y la participación plena de la mujer en la Iglesia, analizó a partir de los datos ofrecidos por el Celam que la interrupción del ministerio pastoral ocurrió en religiosos y religiosas de edad promedio de 50 años.

Advirtió que la mayoría de quienes abandonan el sacerdocio sostienen uniones, matrimonios civiles y tienen hijos propios. Alrededor de una cuarta parte accede a formalizar el matrimonio religioso.

Mencionó que la mayor parte no tienen definida su situación, porque siguen perteneciendo al clero aunque no ejercen, sus nombres siguen en el anuario pontificio por no obtener la dispensa correspondiente.

En México no se conocen cifras exactas sobre la crisis vocacional, sin embargo, Marcelino Hernández, de la diócesis de Orizaba, admitió el año pasado que son insuficientes los 80 sacerdotes para atender a 600 mil católicos que habitan en los 28 municipios del territorio diocesano.

La diócesis de Ciudad Valles apuntó en un análisis sobre el celibato que hay quien arguye que ante la crisis vocacional sería mejor tener más sacerdotes, aunque estuvieran casados.

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Misa oficiada en la Basílica de Guadalupe a la que asistieron monjas de la casa religiosa Guadalupanas de la Reparación. Imagen de archivoFoto Francisco Olvera

Pero, manifestó, los diáconos casados están ocupando un lugar en la vida pastoral que puede suplir en parte la escasez de vocaciones, sin dar lugar a la discriminación que supondría el que algunos curas estuvieran casados, y con más sueldo, por ejemplo. Si eso sucediera, como están las cosas sobre los que no optaran por no casarse recaería la sospecha de la homosexualidad.

En el análisis que realizó sobre la crisis vocacional, el secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica manifestó que no es fácil conocer con precisión el número de quienes abandonan cada año la vida religiosa, aunque, sumadas las dispensas que su dicasterio ha dado entre 2008 y 2012 (11 mil 805) con las otorgadas por la Congregación para el Clero en el mismo periodo (mil 188 paras obligaciones sacerdotales y 130 para diaconado), han dejado la vida religiosa 13 mil 123 religiosos o religiosas.

Si se les suman los casos tratados por la Congregación para la Doctrina de la Fe (que analiza, entre otros casos, las conductas de clérigos), dijo que el número se eleva a más de 3 mil por año.

El arzobispo aseguró no tener datos totalmente confiables sobre las causas de ese abandono, pero reconoció, entre otras, problemas afectivos.

“El problema es muy amplio: va desde el enamoramiento, que se concluye con el matrimonio, a la violación del voto de castidad, sea con repetidos actos de homosexualidad –más en los hombres, pero también presente, más de lo que se piensa, entre las mujeres–, o con relaciones heterosexuales, más o menos frecuentes”.

Indicó que otras veces los problemas afectivos pueden ser tales que se llegue a la convicción de no poder vivir la castidad y se decide, también por motivos de coherencia, abandonar la vida consagrada.