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Los jefes de la organización criminal han desaparecido del sitio y zonas aledañas

Advierten en La Mira, nido templario, que impedirán entrada de autodefensas
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Los grupos de autodefensa repartieron despensas entre los pobladores de Caleta; las cajas estaban en bodegas que pertenecían a jefes templarios, entre ellos El Tango y La TutaFoto Víctor Camacho
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Periódico La Jornada
Viernes 28 de febrero de 2014, p. 13

La Mira, Mich., 27 de febrero.

El retén tiene vista al mar y una diferencia sustancial con los que se miran cada vez por más rincones de la geografía michoacana (pronto en Morelia, según Papá Pitufo; jamás, según el comisionado federal Alfredo Castillo): las únicas armas a la vista son garrotes.

La mayor parte de los hombres llevan los rostros cubiertos. Muchos portan camisetas blancas, con palomitas de la paz y letreros así: Autodefensas de La Mira. Curioso, porque están aquí, en el hermoso atardecer del Pacífico, para impedir, dicen, el avance de las autodefensas.

Los hombres del retén se alzaron la noche del miércoles, con la bandera central de rechazar a las autodefensas, porque vienen violando y haciendo detenciones arbitrarias. De pasadita, dijeron también que estaban contra todo el crimen organizado. Pero vecinos de La Mira confirmaron que ellos son empleados de los Caballeros templarios, punteros y tercerones. Carne de cañón, dijo alguien.

No es la primera vez, dice el doctor José Manuel Mireles, por la mañana, en su casa de Tepalcatepec. Muchos tontos hemos caído, entre ellos yo.

El recién reincorporado vocero de las autodefensas cuenta que en una ocasión, en las inmediaciones de Apatzingán, se alegró de ver un retén lleno de playeras blancas. Por radio avisó, muy contento, que en ese lugar ya hay comunitarios. La advertencia llegó tarde, ya cuando le habían abierto las cuatro puertas de su camioneta. Lo salvó que viajaba con su familia y que los más viejos de entre los falsos comunitarios abogaron por él. Tuve que ir a dar la vuelta hasta Guadalajara.

El Consejo General de Autodefensas acordó en reunión reciente avanzar hacia Lázaro Cárdenas. Los objetivos son tres: controlar la vía por la cual los templarios sacan el fierro de sus minas (cortarles así quizá su más importante fuente de recursos); acabar con los gatilleros que según las autodefensas se ocultan en la sierra (cada municipio trae su lista de más buscados) y, finalmente, cerrar el cerco sobre Tumbiscatío y Arteaga, municipios siempre señalados por las autodefensas como nido mayor de los templarios, pues ahí se moverían a sus anchas Nazario Moreno, El Más Loco, y Servando Gómez, La Tuta (la caída, en Arteaga, del jefe de sicarios conocido como El Pantera, apuntala la versión).

Guardando las proporciones, la tenencia de La Mira es el nido templario de la costa: se trata de la entrada a Lázaro Cárdenas y también del acceso desde el mar a Arteaga.

En la salida de La Mira, el gobierno federal colocó un anuncio espectacular que ofrece recompensa por información sobre algunos de los cabecillas templarios. No se ve un solo rostro, porque los taparon con pintura.

Aquí y en los pueblos aledaños, los jefes templarios ya se despidieron. Hace unos días, el jefe de zona, El Quinine, se llevó las últimas cabezas de ganado que pudo y remató el resto. Antes había vendido sus propiedades.

Al parecer se les olvidó parte de su base social, las falsas autodefensas que ponen retenes y hacen mítines.

Testigos de lo ocurrido la noche del miércoles permiten reconstruir lo ocurrido.

Varias decenas de hombres y unas cuantas mujeres se reunieron en el jardín de La Mira.

Uno de los líderes se subió al kiosco, donde se había instalado un equipo de sonido. Ni él ni el otro orador se refirieron nunca a los templarios.

Todo fue contra las autodefensas: Vienen violando, vienen agarrando gente que porque le hablaba a fulano o zutano. Pero eso no es delito, ¿verdad?

Siguió: Se vienen pasando, eso fue lo que nos dijo la Marina ahorita.

El otro orador usó uno de los argumentos más socorridos del cártel michoacano: A raíz de que el gobierno federal legalizó a las autodefensas, se están aprovechando grupos de gatilleros, de lacras, como son los que acaban de llegar a Caleta, que vienen de Coalcomán y de Jalisco (el cártel Nueva Generación, naturalmente).

Las camisetas blancas de autodefensas se acaban de repartir. Algunos de los hombres todavía ni se las ponen, pero ya la mayoría se cubre los rostros.

El orador continúa: “Dijeron ellos (los comuntarios) en su discurso en Caleta que venían a liberarnos. ¿A liberarnos de qué? ¿De qué se van a mantener? ¿Cuál es el fin de venir aquí? Algunos intereses ocultos han de traer, porque vienen armados. Un movimiento legítimo surge de la necesidad del pueblo, como somos nosotros que sin necesidad de armas estamos exponiendo nuestra problemática: queremos que el gobierno federal ponga ojo a todo ese tipo de gente que está en Caleta y que son un riesgo para nuestras poblaciones. Los invito a que nos acompañen. Vamos a formar barricadas. Tenemos el apoyo del Ejército, de la Marina pa’darle pa’delante a esta lucha”.

Esta mañana, los periódicos locales, muy a modo, publicaron en enormes letras rojas ¡Llegan autodefensas a La Mira!

En el retén frente al mar hablan sobre todo dos hombres, uno que dice ser albañil y otro que se presenta como comerciante del turismo. Se arrebatan la palabra:

“Truenan las casas, se roban todo, y la Policía Federal ahí anda cubriéndolos.

“¿Un soldado es todo el Ejército? ¿Tener un primo templario lo hace a uno tempalario?

“No queremos una cacería de brujas.

También queremos ser policías comunitarios. El nombre lo dice, que ellos regresen a sus comunidades.

El albañil pide que se miren los pies de todos. Somos gente humilde, comerciantes, pescadores, vea nuestros zapatos. También se pueden mirar los celulares de varios de ellos, los artefactos más caros del mercado.

Juran que la decisión de armar su propia autodefensa la tomaron el mismo miércoles, pero llevan camisetas estampadas y mantas rotuladas profesionalmente que colocan en los dos extremos de su retén.

Mientras hablan, pasan cinco vehículos de la Marina. De largo.

Veinte kilómetros adelante del retén está Caleta de Campos. El comité de recepción son autodefensas y policías federales.

Un carro de sonido recorre las calles e invita a la gente a reunirse en la plaza.

Los autodefensas de otros municipios cuentan sus razones.

Un muchacho con escopeta consulta sobre una denuncia. Se le trata de explicar. Pero no, él sólo quiere que un periódico publique el nombre de su muerto: José Alvarez Silva, de Estopila. Y de los asesinos: Victorino Mejía Toscano y su hijo del mismo nombre.

Un señor de Coalcomán reconoce que está muy viejo para estos trotes, como le dicen sus hijos. “Yo ando aquí por El Toñón, lo ando buscando desde el 15 de mayo, porque hace tres años me entregó la cabeza de mi hermano en una bolsa”.

Todos esos sicarios andan allá arriba, en la sierra, donde en los días recientes peinan la zona mil 200 comunitarios, según el cálculo del doctor Mireles.

En Caleta, con todo, no se mira el negro panorama que pintan los hombres del retén. Es un pueblo con hoteles de playa. Los comercios que venden trajes de baño y chanclas están todos abiertos.

Se busca y se pregunta. No hay la tremenda escena de que a las ocho de la noche los comunitarios se lleven a un grupo de muchachas.

A esa hora un carro de sonido recorre el pueblo. Anuncia que en la plaza habrá reparto gratuito de agua, cereales, refrescos. La plaza se llena de gente que al fin corta una flor del jardín de El Tango, uno de los jefes templarios y dueño de la bodega cuyos productos han sido decomisados.

Un mando de la Policía Federal, eleva el golpe: dice que las despensas pertenecían a La Tuta.